Brujos en Salsipuedes
El hombre no eleva cantos si vive en soledad
en los pantanos, en la selva, en las cuchillas
o donde se agache para comer y defecar: anda
en dos patas todo el resto del tiempo, peregrino.
El hombre en soledad se tiende junto a la mujer,
mata animales para comer,
ronda los grandes esteros como a sus pensamientos.
Y el hombre es uno con los espíritus, a los que
dedica pinturas en su rostro, guijarros, vértebras,
la oveja mejor, la sangre que podría nutrirlo.
El hombre mata al hombre.
Lo mata en el borde de su suelo.
Lo mata al Este del Edén.
Lo mata una y otra vez.
El hombre fue hecho para estar en soledad,
atravesar el pantano deshabitado,
crecer entre el vuelo de los bigúas,
arrojar bolas y lanza para comer.
Cuando llueve, no se pone melancólico.
En la tormenta se agacha.
Se tiende de noche junto a la mujer.
El centro de su pensamiento es amplio, móvil y vacío.
Jorge Aulicino, Buenos Aires, 1949
Inédito
imagen de Juliette Ramírez
1 comentario:
la desesperanza del hombre frente al espejo.
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