I.- [...] Me convertí en escritor con el desparpajo de quien hace de sí un coleccionista. Primero, las maravillas del mundo me deslumbraron; y después, cuando tuve participación en ellas, fue también como si quedase segregado y dado a la contemplación de mí mismo en el acto de participar. tengo anotadas paredes en mi archivo, hucha de ahorrador. Manos, caras, dedos, tales, pasos, piernas, dorsos, torsos, acciones y visiones. Y además las relaciones: una pared y otra, una persona y un papel floreado, una palabra contra otra palabra. Y de adehala los conflictos: esto contra aquello, y el todo enfrentado con lo de más allá. Mi tarea es de esa clase. A ratos pienso que el trabajo de escritor consiste en retener la propia vida y la vida de los demás y en estimar las relaciones; y que luego consiste en dejar correr las aguas por debajo de los puentes.
II.- [...] Es en estos ajetreados años cuando me doy el lujo de propalar a la marchanta, y con las voces de mi ciudad por cabal instrumento, bien o mal dichas, con justa o con bronca gramática, hombres con un clavel en la boca y, a raíz del clavel, pasablemente inmortales. Lirio no entiende, pero yo embalado voy al borde de su oreja matosa y le grito que lo importante es contar el cuento.
* El deschave
arturo cerretani
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