Cuando los curas amordazan a los badajos
y los murciélagos clavan los gallos de las veletas,
salgo tartajeando tu nombre
a los mascarones de la plaza del pueblo
como un rezo maldito.
Y no hay luna ni estrellas
para mi voz
ni nada.
Sólo piedras mojadas
donde me acuesto y tiemblo.
*de 15 poemas y un títere
imagen de © silvia camerotto
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