«Para nuestro modo actual de ver las cosas, el poema de Rossetti es una bagatela. En suma, en este momento de la historia de la sensibilidad y de la percepción verbal, es difícil 'leer en absoluto' los Sonnets for Pictures. Sus palabras están en la página; una crítica textual y erudita puede proporcionarnos toda la asistencia léxica o sintáctica necesaria. Sin embargo, la mayoría de nosotros sólo podría llegar a comprender ese soneto por medio de un ardid: una suspensión de los reflejos naturales en beneficio de algún objetivo didáctico, polémico o arqueológico.
Y es que, estamos 'ciegos', 'verbalmente ciegos', ante la poesía decadente y prerrafaelita. La ceguera proviene de un cambio capital en los hábitos de nuestra sensibilidad. Nuestro sentido contemporáneo de lo poético, nuestros presupuestos, a menudo incuestionados, sobre la utilización válida o espuria del lenguaje figurado, se han desarrollado justamente a partir de una negación deliberada de los ideales de fines de siglo. Precisamente con el rechazo de la estética victoriana y posvictoriana que animó a los escritores modernistas, empezó a cobrar fuerza una nueva severidad, una nueva insistencia en estructuras comprobables. Durante algún tiempo nos hemos declarado incompetentes para realizar una lectura abarcadora y comprehensiva (palabra que en sí misma lleva la raíz de comprensión) no sólo de una gran parte de Rossetti, sino también de la poesía y de la prosa de Swinburne, William Morris, Aubrey Beardsley, Ernest Dowson, Lionel Johnson y Richard Le Gallienne. 'Cynara', el poema de Dowson, o Javanese Dancers, de Arthur Symons, constituyen de algún modo la prueba. Aun bajo la fría luz de los primeros años de la década de los noventa, resulta innegable que esto es poesía, real, genuina. Algo vivo y pleno de autoridad propia tiene lugar allí, fuera de nuestro alcance. Está en juego mucho más que un cambio de moda, algo más que la aceptación por el periodismo y la academia de un canon de la poesía inglesa elegido por Pound y Eliot. Este canon ya está siendo puesto en tela de juicio; la supremacía de Donne puede declinar, mientras que Browning y Tennyson están en visible ascenso. Un panorama literario que ve pocas cosas encomiables entre Dryden y Hopkins sólo evidencia su miopía. Pero el problema de cómo leer a los poetas prerrafaelitas y en general a los poetas de fines de siglo afecta zonas mucho más profundas. ¿Cómo imaginar una revolución del espíritu que nos devuelva a esa tierra de leyendas y colores cristalinos
Y es que, estamos 'ciegos', 'verbalmente ciegos', ante la poesía decadente y prerrafaelita. La ceguera proviene de un cambio capital en los hábitos de nuestra sensibilidad. Nuestro sentido contemporáneo de lo poético, nuestros presupuestos, a menudo incuestionados, sobre la utilización válida o espuria del lenguaje figurado, se han desarrollado justamente a partir de una negación deliberada de los ideales de fines de siglo. Precisamente con el rechazo de la estética victoriana y posvictoriana que animó a los escritores modernistas, empezó a cobrar fuerza una nueva severidad, una nueva insistencia en estructuras comprobables. Durante algún tiempo nos hemos declarado incompetentes para realizar una lectura abarcadora y comprehensiva (palabra que en sí misma lleva la raíz de comprensión) no sólo de una gran parte de Rossetti, sino también de la poesía y de la prosa de Swinburne, William Morris, Aubrey Beardsley, Ernest Dowson, Lionel Johnson y Richard Le Gallienne. 'Cynara', el poema de Dowson, o Javanese Dancers, de Arthur Symons, constituyen de algún modo la prueba. Aun bajo la fría luz de los primeros años de la década de los noventa, resulta innegable que esto es poesía, real, genuina. Algo vivo y pleno de autoridad propia tiene lugar allí, fuera de nuestro alcance. Está en juego mucho más que un cambio de moda, algo más que la aceptación por el periodismo y la academia de un canon de la poesía inglesa elegido por Pound y Eliot. Este canon ya está siendo puesto en tela de juicio; la supremacía de Donne puede declinar, mientras que Browning y Tennyson están en visible ascenso. Un panorama literario que ve pocas cosas encomiables entre Dryden y Hopkins sólo evidencia su miopía. Pero el problema de cómo leer a los poetas prerrafaelitas y en general a los poetas de fines de siglo afecta zonas mucho más profundas. ¿Cómo imaginar una revolución del espíritu que nos devuelva a esa tierra de leyendas y colores cristalinos
In a region of shadowless hours
Where earth has a garment of glories
And a murmur of musical flowers...?
Es, literalmente, como si se hubiese perdido una lengua o la clave de un mensaje cifrado».
Where earth has a garment of glories
And a murmur of musical flowers...?
Es, literalmente, como si se hubiese perdido una lengua o la clave de un mensaje cifrado».
*Después de Babel, 2005, México, FCE
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