domingo, agosto 10, 2025

Miguel Gaya. Segunda parte. Poema II




 Segunda parte . Poema II

 

Caminamos a la orilla de nuestra mente, un lugar al que llegan pensamientos rotos,

y dejan en la arena restos de algo enorme, ya perdido, y unos caracoles como orejas,

y algas entre muertas y vivas, enroscadas en los hoyos de la playa. La mente se ha ausentado

 

hace tiempo, y nadie tiene noticias de ella. Nadie sabe muy bien adónde se ha ido,

si ha logrado olvidarnos esta vez, o si puede volver, luminosa y altiva.

Caminamos por campos neblinosos, repletos de charcos y ahí está la mente, ahí respira.

 

No la vemos, no la escuchamos, por más que un susurro monocorde, autómata, nos sobrecoge

mientras caminamos, quizás en círculos, quizás alejándonos de ella, de su centro.

Hay algo más allá de cuanto miramos, algo que se eleva y se desploma, y que nos habla.

 

***

Quisiéramos un lugar quieto para todo, un lugar que conservara la conversación

que sostenemos con el mundo. Pero el mundo resulta esquivo, nuestra mente

casi ajena en su soliloquio, y todo fluye hacia el ruido de la aniquilación.

 

Al caminar hacia la intemperie intuimos un lugar de ruinas, un pasado

donde algo estuvo antes, no construido sino eterno, y así nos perdemos

en cierta neblina, donde nadie ha estado ni ha hecho pie.

 

Es curiosa esta pretensión de inmovilidad, cuando somos

quienes más nos movemos, inquietos por la hora que se avecina,

y sin saber qué trae la hora, que trae después de ella, qué vacío.

 

***

Acaso lo más extraño de este lugar sea que haya existido una vez,

que haya guardado calor y textura, y un sentido para quien lo vio

levantarse en el aire como un sol benigno. Ahora dudamos

 

de nuestros recuerdos, si alguna vez los tuvimos, o fueron nuestros.

Una cadencia como de música perdida nos ronda, una definición

arcaica y sin aplicación a cualquier fenómeno que recordemos.

 

Porque eso somos, un viejo chiste que se frena y recomienza sin solución

alguna. Una referencia a algo que extraviamos y no sabemos dónde ni

en qué nos afecta su pérdida, pero por ella estamos acá, y perduramos.


 Miguel Gaya, Ayacucho, 1953

de Tríptico de la Memoria Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2022

Seleccionado por Jorge Aulicino

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