¿La prueba es el silencio?
Con un costado vuelto
hacia este mundo,
solamente un costado,
expuesto día y noche a la depredación y a las mareas,
y el resto sumergido no
sé dónde, a tientas y a temblor,
espero desde tu sombra
en blanco una señal.
He oído el confuso parloteo
de bocas invisibles en el bosque nocturno,
y hay alguien que me
sigue paso a paso
y es puro resplandor y
es sólo ráfaga cuando yo lo persigo;
a veces una lágrima cae
sobre mi mano,
helada, desde nadie,
lo mismo que la llama
del aliento que de repente corre por mi cara.
Pero ésas no son
pruebas.
Ni siquiera evidencias
de que los muertos vuelvan.
¿No son más bien los
vínculos que fragua la nostalgia,
así como la oscuridad
convoca siempre un campo de amapolas detrás de la pared
y cada luna llena busca
por los canales los espejos trizados del amor?
¿Y ahora por qué vienen
estas frases arrancadas de cuajo
y todos estos cielos
desfondados y rotos?
Yo no te reclamaba
emanaciones de las dichas perdidas,
fantasmas que se
rehacen a partir de un perfume, a partir de un sollozo,
y que son los fantasmas
de mi negación.
Pero desde el costado
que se desprende y huye con su bolsa de huesos
hasta el otro, el
oculto, el increíble,
el que acaso aletea
contra la semejanza en medio de la mayor oscuridad,
yo te pido un milagro,
tan leve,
tan fugaz como el humo
que un sueño deposita debajo de la almohada.
No, yo no necesito un
testimonio de tu exacta, entreabierta existencia,
sino una prueba apenas
de la mía.
Ah, Señor, tu silencio
me aturde igual que la corneta del cazador perdido entre las nubes.
¿O estará en el
castigo, en el Jordán amargo que pasa por mi boca,
tu respuesta,
la voz con que me
nombras?
Olga Orozco, Toay, La Pampa, 1920-1999
de Con esta boca, en este mundo, 1994, en Olga Orozco, Obra Completa, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2012
de Con esta boca, en este mundo, 1994, en Olga Orozco, Obra Completa, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2012
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