***
Amigo
íntimo
Era noche de viento anoche cuando
desvelado oí al gato amigo, el perdido,
llamándome.
Su quejumbre apagada oí e el impulso
tuve de abrir todas las puertas a
recibirlo.
Veinte días ya,
y si no lo mató un perro viene ahí.
Salte de la cama y corrí a la ventana
ver si lo veía y hacerlo entrar
acariciarlo darle comida. Sucio, flaco
estaría después e tanta ausencia.
Entonces otra vez oí el llamado;
pero mi di cuenta no era el gato,
era una persiana que con el viento hacía
tal quejumbre.
Cerré la ventana.
Fui a mirarme al espejo ver qué cara
le queda a uno después de
desilusionarse.
Y en esas vecindades de viento engañador
y ladridos nocturnos
volví a la cama a no poder dormir. Acaso
¿esto es mucho decir sobre la ausencia
de un gato?
***
Del
amor
Mas quisiera un final algo florido
ya que el amor es poesía.
Para esto adhiero a una sabiduría
antiquísima
Y suspiro:
Las abejas no saben por qué van a las
flores
y las flores no saben por qué atraen a
las abejas.
La palabra única (del libro "Tras
la llave"):
¿Estoy quizá hablando de la nada
o del todo que es lo mismo?
¿Será eso el
silencio total ah? Me asustó:
¿buscar la palabra única será
instinto de muerte?
***
Lo
inescrutable
Si usted toma la punta de un
conocimiento
y empieza a tirar el hilo
va a sacar una sombra.
Es tremendo y espanta,
porque si todo está unido a todo
uno piensa extraer un pez gordo
y termina vencido con la boca gusto a
nada.
Mi caso es el de siempre, siempre el
mismo.
Ya no puedo callar y más tranquilo
vivir sino que indago e inmerecidamente
caigo en la oscuridad.
Tras el fuego sagrado a si pellizco
me levanto alta noche y sigiloso
pongo la caña de pescar en vano.
Sin embargo insisto.
Jorge Leónidas Escudero, San Juan,
1920-2016
De Poesía Completa, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2011
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