Esperando a los
bárbaros
—¿Qué
esperamos reunidos en el ágora?
Es
que hoy llegan los bárbaros.
—¿Por
qué el Senado está inactivo?
¿Qué
pasa que los Senadores no legislan?
Porque
hoy llegan los bárbaros.
¿Qué
leyes pueden hacer ya los Senadores?
Los
bárbaros legislarán cuando lleguen.
—¿Por
qué nuestro emperador se levantó tan temprano
y
está sentado en la puerta principal de la ciudad,
solemne
en su trono, luciendo la corona?
Porque
hoy llegan los bárbaros.
Y
el emperador espera recibir
a
su jefe. Hasta ha preparado
un
pergamino para entregarle. Allí
ha
consignado muchos títulos y nombres.
—¿Por
qué nuestros dos cónsules y los pretores salieron
hoy
con sus rojas togas bordadas?
¿Por
qué llevan brazaletes con tantas amatistas,
y
anillos con espléndidas y brillantes esmeraldas,
por
qué empuñan hoy preciosos bastones
magníficamente
recamados de oro y plata?
Porque
hoy llegan los bárbaros,
y
esas cosas deslumbran a los bárbaros.
—¿Por
qué los ilustres oradores no vienen como siempre
a
echar sus discursos, a decir sus cosas?
Porque
hoy llegan los bárbaros,
y
a ellos les fastidian la elocuencia y las arengas.
—Por
qué comienza de pronto esta inquietud
y
confusión. (Qué serios se han vuelto los rostros.)
¿Por
qué se vacían rápidamente las calles y plazas
y
todos vuelven a sus casas muy pensativos?
Porque
anocheció y los bárbaros no han llegado.
Y
algunos que han venido de las fronteras
dijeron
que ya no hay bárbaros.
Y
ahora qué será de nosotros sin bárbaros.
Esos
hombres eran alguna solución.
Constantino
Kavafis, Alejandría, Egipto, 1863-1933
En
Poesía Griega Moderna, selección, traducción, prólogo y notas por Horacio
Castillo, Editorial Vinciguerra, Buenos Aires, 1997
Imagen
de Jonas Burgert©- Hirn, Staub Und Stop, en Uno de los nuestros
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