Lady Ana
Bájala, baja a tierra tu honorable
carga,
si acaso el honor puede ser amortajado en un féretro,
mientras obsequioso me lamento un rato
por la prematura caída del virtuoso Lancaster.
¡Pobre exánime figura de un rey sagrado!
¡Las pálidas cenizas de la casa de Lancaster!
¡Tu vestigio exangüe de aquella sangre real!
Sea lícito que invoque tu espíritu,
para que escuche los lamentos de la pobre Ana,
esposa de Eduardo, tu hijo asesinado,
apuñalado por la misma mano que causó estas heridas.
Mirad, en estas ventanas por donde escapó tu vida
derramo el inútil bálsamo de mis pobres ojos.
Maldita sea la mano que causó estos agujeros mortales.
Maldita sea la sangre que quitó esta sangre de tu vida.
Maldito sea el corazón que tuvo el corazón para hacerlo
Ninguna acción es más terrible que el detestable odio,
si acaso el honor puede ser amortajado en un féretro,
mientras obsequioso me lamento un rato
por la prematura caída del virtuoso Lancaster.
¡Pobre exánime figura de un rey sagrado!
¡Las pálidas cenizas de la casa de Lancaster!
¡Tu vestigio exangüe de aquella sangre real!
Sea lícito que invoque tu espíritu,
para que escuche los lamentos de la pobre Ana,
esposa de Eduardo, tu hijo asesinado,
apuñalado por la misma mano que causó estas heridas.
Mirad, en estas ventanas por donde escapó tu vida
derramo el inútil bálsamo de mis pobres ojos.
Maldita sea la mano que causó estos agujeros mortales.
Maldita sea la sangre que quitó esta sangre de tu vida.
Maldito sea el corazón que tuvo el corazón para hacerlo
que nos hace desdichados por vuestra muerte,
que pueda yo desearle víboras, arañas, sapos,
o cualquier venenoso reptil viviente.
Si alguna vez engendra un hijo, un aborto sea,
un prodigio, prematuramente salido a la luz,
cuyo espantoso y deforme aspecto
atemorice a la ilusionada madre al verlo,
y que heredero sea de su desdicha.
Si alguna vez tiene una esposa, que ella sea más
miserable por la muerte suya
que yo por la de mi pobre señor y la tuya.—
Ven ahora a Chertsey con tu sagrada carga,
traída de San Pablo para ser enterrado allí;
y aun así cuando estés cansado por el peso,
descansa mientras lloro sobre el cuerpo del Rey Enrique.
William Shakespeare, Stratford-upon-Avon 1564-1516
Ricardo III, Acto I, Escena ii.
versión © silvia camerotto
Fuente: The Oxford Shakespeare, The Complete Works, General Editors Stanley Wells and Gary Taylor, Clarendon Press Oxford, Great Britain, 1988.
Imagen: Lawrence Olivier en Ricardo III, 1955.
Lady Anne
Set down, set down your honourable load,
If honour may be shrouded in a hearse,
Whilst I awhile obsequiously lament
The untimely fall of virtuous Lancaster.
Poor key-cold figure of a holy king!
Pale ashes of the house of Lancaster!
Thou bloodless remnant of that royal blood!
Be it lawful that I invocate thy ghost,
To hear the lamentations of Poor Anne,
Wife to thy Edward, to thy slaughter'd son,
Stabb'd by the selfsame hand that made these wounds.
Lo, in these windows that let forth thy life,
I pour the helpless balm of my poor eyes.
Cursed be the hand that made these fatal holes.
Cursed the blood that let this blood from hence.
Cursed be the heart that had the heart to do it.
More direful hap betide that hated wretch,
That makes us wretched by the death of thee,
Than I can wish to adders, spiders, toads,
Or any creeping venom'd thing that lives.
If ever he have child, abortive be it,
Prodigious, and untimely brought to light,
Whose ugly and unnatural aspect
May fright the hopeful mother at the view,
And that be heir to his unhappiness.
If ever he have wife, let her he made
A miserable by the death of him
As I am made by my poor lord and thee.—
Come, now towards Chertsey with your holy load,
Taken from Paul's to be interred there;
And still, as you are weary of the weight,
Rest you, whiles I lament King Henry's corpse.
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