Es toda mi fortuna
Buenos Aires se desliza
en la cascada de sus fresnos
y por un rato se ve
tan bello, esa dulzura
de abril aquí en el barrio
cuando un acorde bajo
suena y se oyen indomables
pájaros sobre el follaje
los vecinos con tricotas
de lana y algodón parecen
tener un aire de campo
o será que lo hago yo
en la mirada para hacerme
una casa y escribir
como no estando aquí
Buenos Aires, la ciudad
más linda del mundo
igual me deja sin habla,
la de adentro que te da
un nombre en el concierto
para borrase aunque es
también tu nombre, no anónimo
sino secreto como esos
pajaritos cuando vuelven
a cantar después de un rato
de silencio. La parrilla
de la vía está repleta
de chorizos dorándose
por un peso que acomoda
cuidadoso el parrillero
tranquilo porque es temprano
y crepitan con olor
sabroso en humito lento
que pararse una quisiera
y tomar un mate admirando
la tarea sobre el fuego
como lo hace el otoño
sobre nosotros y las cosas
si le diéramos al ojo
un poco nomás de tregua
porque de eso se trata
aun aquí donde todo
adelgaza y pareciera
la nota de horror nos calza
cuando el sordo corazón
al bajo aquél se queda solo
en medio del concierto
donde la sombra dispara
y no podemos pararla
o guardarla dentro nuestro
para cambiar así
la melodía letal
que amenaza caer
sin desliz en la cascada
tan bella de abril aquí
en la ciudad, y tan cierta.
Diana Bellessi, Zavala 1946
De La rebelión del instante, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2005
domingo, junio 28, 2009
poesía buenos aires
bellessi, storni, giannuzzi, aulicino
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