Tristes acordes de un alegre vals
La
verdad es que llega un momento
cuando
ya no podemos lamentarnos más por música
que
es sonido sin movimiento.
Llega
un momento en que el vals
deja
de ser un modo de deseo, un modo
de
revelar el deseo y está vacío de sombras.
Muchos
valses han terminado. Y después
está
ese Hoon subido a la montaña,
para
quien el deseo nunca fue el de un vals,
quien
encontró la forma y el orden en soledad,
para
quien las figuras nunca fueron las de los hombres.
Ahora,
para él, sus formas han desaparecido.
No
hay orden ni en el mar ni en el sol.
Las
figuras han perdido su brillo.
Estas
son las inesperadas multitudes humanas,
estas nubes inesperadas de caras y brazos,
una inmensa represión, liberada,
estas voces que lloran sin saber por qué,
excepto para ser feliz, sin saber cómo,
imponiendo formas que no pueden describir,
requiriendo un orden más allá del discurso.
Demasiados valses-La épica del descreimiento
resuena más seguido y pronto, pronto será constante.
Algún escéptico armonioso pronto en una música escéptica
unirá estas figuras de hombres y sus formas
brillarán otra vez en movimiento, la música
será movimiento y llena de sombras.
Wallace Stevens, Reading, 1879 - Hartford, 1955
En Wallace Stevens, Selected Poems, Faber
& Faber, Londres, 1978
Versión © Silvia Camerotto
imagen s/d
Sad
Strains of a Gay Waltz
The truth is that there comes a time
When we can mourn no more over music
That is so much motionless sound.
There comes a time when the waltz
Is no longer a mode of desire, a mode
Of revealing desire and is empty of shadows.
Too many waltzes have ended. And then
There’s that mountain-minded Hoon,
For whom desire was never that of the waltz,
Who found all form and order in solitude,
For whom the shapes were never the figures of men.
Now, for him, his forms have vanished.
There is order in neither sea nor sun.
The shapes have lost their glistening.
There are these sudden mobs of men,
These sudden clouds of faces and arms,
An immense suppression, freed,
These voices crying without knowing for what,
Except to be happy, without knowing how,
Imposing forms they cannot describe,
Requiring order beyond their speech.
Too many waltzes have ended. Yet the
shapes
For which the voices cry, these, too, may be
Modes of desire, modes of revealing desire.
Too many waltzes–The epic of disbelief
Blares oftener and soon, will soon be constant.
Some harmonious skeptic soon in a skeptical music
Will unite these figures of men and their
shapes
Will glisten again with motion, the music
Will be motion and full of shadows.