sábado, enero 31, 2015
horacio zabaljáuregui. play it again
Play it again
Si tu amor no es un sueño imposible que busca la noche
escribe un poema
si tu cerebro es ocupado por la flora intestinal de un rumiante
escribe un poema
si tu deseo estalla sincopando la música de las esferas
escribe un poema
si confundes encontrar con la sierva y el árbol
halla con aya y haya
escribe un poema
si eres paranoico como una princesa
escribe dos poemas
si deseas tatuar a Moby Dick
consulta la línea 5/6 del hexagrama 26
donde dice "dichosos los dientes del cerdo castrado"
si gozas más que tu sombra
pon uno
si la carne es triste y has leído todos los libros
vuelve al punto de partida
y pierdes el tiro la próxima vuelta.
Si escribes un poema
escribe un poema
sigue la cadena y se romperá por el eslabón más débil
sigue la cadena y envía poemas a los que escriben poemas
y te envían poemas
si tu doble no te deja ser él
escribe "dábale arroz a la zorra el abad"
si lanzas proclamas cátaras por la red de radioaficionados
escribe tres salmos
si la esfinge te busca entre sus víctimas
escríbete
si lees el futuro en el bolo fecal de los papas
escribe, no te desalientes
si extravías un fetiche
escribe "todo está lleno de dioses"
o desacredita lo real y vela por lo ausente
porque nunca dejó de estar cubierto
porque es tu cómplice y ningún crimen perfecto
se comete con cómplices
porque algo más rápido que la palabras dicta las instrucciones
si piden por tus pecados
pregunta cuánto ofrecen.
Horacio Zabaljáuregui, América, 1955
imagen de Amytea en Speed abstract painting
viernes, enero 30, 2015
maría julia de ruschi. psique va al infierno
Psique va al infierno
La piedad que tuve de mí
(sí, dije que la tendría)
la puse en la lámpara que estaba a su lado,
la puse en el jarrón con fresias que iluminaba su escritorio.
Con la piedad que dije que tendría de mí
lo alimentaba
y no lo sabía.
No es buena la piedad, no, no es buena,
no fue buena para ninguno de los dos.
¡Y yo que me creía buena hasta las lágrimas,
generosa hasta el cielo!
Y fui buena y generosa, sí,
para sostener mi propio vacío, cambiándole de nombre
como quien no sabe leer sus sueños.
Ahora, Psique, adelante,
dejemos que se ahogue ese cadáver,
dejemos que pase la muerte, su torrente, una vez más
llevándoselo todo a su paso.
María Julia De Ruschi, Buenos Aires, 1951
en 200 años de Poesía argentina, 2010
imagen de Elizabeth Chapman en Elizabeth Chapman
jueves, enero 29, 2015
kenneth rexroth. una carta para william carlos williams
Querido Bill:
Cuando te busco en el pasado,
a veces pienso que eres como
San Francisco, cuyo cuerpo huyó
de él como una nube sonriente,
y se fundió con todos los amantes
-flores, burros, soles, leprosos.
pero creo que te pareces más
al Hermano Junípero, quien sufrió
toda clase de honores y humillaciones
sonriendo como un bobo amable.
Estás entre las Fioretti
en algún sitio, pues eres un bobo, Bill,
como el Bobo de Yeats, la palabra
para la sabiduría y la belleza.
Eres tú quien se planta ante Helena
con toda su sabiduría,
frente a Salomón con toda su gloria.
¿Recuerdas hace años que
te dije que eras el primer
gran poeta franciscano desde
la Edad Media? Destruí
el ambiente armonioso de la cena.
Tu mujer creyó que estaba loco.
Aunque es verdad. Y también
eres 'puro', un verdadero clásico,
aunque no lo andes presumiendo
-igual que las muchachas de
la Antología. No como Safo,
la estridente, que a pesar de su grandeza,
debe haber tenido endometriosis,
sino como Anyte, que dice apenas
lo justo, suavemente, para que lo recuerden
a través de miles de años.
Tienes una calma extraordinaria,
un modo de estar quieto
en el mundo y en sus ríos
sucios y sus botes de basura,
carretillas rojas barnizadas por la lluvia,
ciruelas frías robadas de la heladera,
y margaritas, y bisnagas,
y retoños estallando en caminos
de lodo, y las panzas manchadas
con bebés adentro, y Cortés
y la Malinche en la calzada ensangrentada,
la muerte del mundo de las flores.
Hoy en día, mientras la prensa se enrolla
con los habladores, tú sigues quieto,
cada año otro manojo de quietud,
poemas que no tienen nada que decir,
como la calma de George Fox,
descansando bajo la nube
de la tentación del mundo,
junto al fuego, en la cocina,
en el Valle de Beavor. Y
el arquetipo, el silencio
de Cristo, cuando calló un largo
rato y luego dijo: 'Dilo tú'.
Ahora en un poema reciente dices,
'Yo estoy a punto de morir'.
Quizá no sea más que una cita
de los clásicos, pero me da
un escalofrío. Williams,
¿de dónde sacas esas cosas?
Mira aquí. Vendrá el día
en que una joven paseará
junto al brillante Río Williams,
corriendo a través de un idílico paisaje
del tipo de Noticias
de ninguna parte,
y ella le dirá a sus hijos,
'¿No es hermoso? Le debe
su nombre a un señor
que antes paseó aquí cuando
se llamaba el Passaic, y estaba
sucio y lleno de excrementos venenosos
de hombres enfermos y de fábricas.
Fue un gran hombre. Sabía
desde entonces que era hermoso,
aunque nadie más lo supiera antes
en la Edad Oscura. Y ese
hermoso río que él miró
aún corre por sus venas, al igual que
por las nuestras, y corre en nuestros ojos,
y a través del tiempo, y nos hace
parte de él, y de ese hombre.
Eso, niños, es lo que se llama
una relación sacramental.
Y eso es lo que un poeta
es, niños, el que crea
relaciones sacramentales
que duran para siempre.'
Con amor y admiración,
Kenneth Rexroth
Kenneth Rexroth, South Bend, 1905- Montecito, 1982
en Recordando a William Carlos Williams de James
Laughlin, Mangos del hacha, México, 2010
traducción de Ricardo Cázares Graña
imagen de William Carlos Williams,, 1948, courtesy, Beineke Library, YaleA Letter to William Carlos Williams
Dear Bill,
When I search the past for you,
Sometimes I think you are like
St. Francis, whose flesh went out
Like a happy cloud from him,
And merged with every lover —
Donkeys, flowers, lepers, suns —
But I think you are more like
Brother Juniper, who suffered
All indignities and glories
Laughing like a gentle fool.
You’re in the Fioretti
Somewhere, for you’re a fool, Bill,
Like the Fool in Yeats, the term
Of all wisdom and beauty.
It’s you, stands over against
Helen in all her wisdom,
Solomon in all his glory.
Remember years ago, when
I told you you were the first
Great Franciscan poet since
The Middle Ages? I disturbed
The even tenor of dinner.
Your wife thought I was crazy.
It’s true, though. And you’re “pure,” too,
A real classic, though not loud
About it — a whole lot like
The girls of the Anthology.
Not like strident Sappho, who
For all her grandeur, must have
Had endometriosis,
But like Anyte, who says
Just enough, softly, for all
The thousands of years to remember.
It’s a wonderful quiet
You have, a way of keeping
Still about the world, and its
Dirty rivers, and garbage cans,
Red wheelbarrows glazed with rain,
Cold plums stolen from the icebox,
And Queen Anne’s lace, and day’s eyes,
And leaf buds bursting over
Muddy roads, and splotched bellies
With babies in them, and Cortes
And Malinche on the bloody
Causeway, the death of the flower world.
Nowadays, when the press reels
With chatterboxes, you keep still,
Each year a sheaf of stillness,
Poems that have nothing to say,
Like the stillness of George Fox,
Sitting still under the cloud
Of all the world’s temptation,
By the fire, in the kitchen,
In the Vale of Beavor. And
The archetype, the silence
Of Christ, when he paused a long
Time and then said, “Thou sayest it.”
Now in a recent poem you say,
“I who am about to die.”
Maybe this is just a tag
From the classics, but it sends
A shudder over me. Where
Do you get that stuff, Williams?
Look at here. The day will come
When a young woman will walk
By the lucid Williams River,
Where it flows through an idyllic
News from Nowhere sort of landscape,
And she will say to her children,
“Isn’t it beautiful? It
Is named after a man who
Walked here once when it was called
The Passaic, and was filthy
With the poisonous excrements
Of sick men and factories.
He was a great man. He knew
It was beautiful then, although
Nobody else did, back there
In the Dark Ages. And the
Beautiful river he saw
Still flows in his veins, as it
Does in ours, and flows in our eyes,
And flows in time, and makes us
Part of it, and part of him.
That, children, is what is called
A sacramental relationship.
And that is what a poet
Is, children, one who creates
Sacramental relationships
That last always.”
With love and admiration,
Kenneth Rexroth.
miércoles, enero 28, 2015
fernando noy. la orquesta invisible
La orquesta invisible
Mi madre
La lluvia
Ha muerto
O debería decir
Simplemente
Que cesó de llover
Mi padre
El bosque
Agoniza
O mejor escribir
Que ha llegado otro Otoño
Mi amor en la niebla
Se viste de oro y llama
O debería callar
Que ha llegado la luz.
La luz.
Siempre desnuda
En lo que engarza
Fernando Noy, San Antonio Oeste, 1951
imagen de Mark Graf en Abstract Extractionism
martes, enero 27, 2015
emma barrengéguy. el cuerpo
El cuerpo
¿Por qué no es posible el amor?,
me preguntas.
Somos viejos, respondo.
Y que pases tu mano
por mi pierna,
me da cierta vergüenza.
Tontería, dice el amigo
y cediendo
me tiendo a su lado como cuando era joven
y lo ignoraba.
Pienso en todos los viejos
que desde un banco al sol
miran transcurrir las muchachas.
En mi padre y sus esquelas victorianas
a las niñas de los mandados.
Pienso en mi madre pulcra
cubriendo sus desnudos en un último gesto.
Pienso que los viejos son como todos
y apetecen sin pausa
si no han sido saciados.
El cuerpo gira ante sus ojos
con el gusto de lo prohibido,
como siempre.
Se los instala en la sabiduría
y no la tienen;
codician como los jóvenes,
tienen pequeñas ternuras
como mi amigo,
tienen lascivas preferencias
que no les cuentan a los otros,
tienen derecho al amor
aun a costa del ridículo.
Y si pasan tomados de la mano
o se encierran en su mundo
con las persianas bajas,
tendríamos que mirarlos sin asombro
como a lentos vagabundos
o discretos amantes que renuevan caricias.
Emma Barrandêguy, Gualeguay, 1914- Buenos Aires, 2006
en Poesías Completas, 2009
imagen en Visualize Us
lunes, enero 26, 2015
william carlos williams. panfleto
Panfleto
Les mostraré a ustedes mis conciudadanos
cómo celebrar un funeral
ya que lo tendrán frente a una tropa
de artistas
-a menos que rastreen los siete mares-
tienen el sentido común necesario.
¡Miren! la carroza va adelante.
Comienzo con el diseño de la misma.
¡Por el amor de Dios que no sea negra
-ni tampoco blanca- y que no vaya encerada!
Que se vea desgastada -como una carreta de granja-
con las ruedas pintadas de dorado (esto podría
aplicarse el mismo día a un costo bajo)
o que no tenga ruedas:
una carroza ruda que se pueda arrastrar sobre la tierra.
¡Rompan el cristal!
Cristal -¡por Dios, conciudadanos!
¿Con qué motivo? ¿Es para que el muerto
nos espíe o para que veamos
si está bien alojado o para ver
si hay o no flores
-o para qué?
¿Para que no le caiga la lluvia ni la nieve?
Muy pronto le caerá una lluvia más pesada:
tierra y guijarros y quién sabe qué más.
Que no haya cristal
-ni tampoco tapizado, ¡uf!
ni rueditas de latón
ni pequeñas ruedas suaves en la base-
conciudadanos, ¿qué están pensando'
Una carroza tosca y simple entonces
con ruedas doradas y sin techo.
Sobre ésta el ataúd se sostiene
por su propio peso.
Nada de coronas por favor
-especialmente con flores de invernadero.
Mejor algún recuerdo cotidiano,
algo que estimara y por el cual fuera conocido:
su ropa vieja -algunos libros quizá-
¡Sabrá Dios! Ya saben
cómo somos con estas cosas
mis conciudadanos
-algo saldrá- cualquier cosa
incluso flores si a eso había llegado.
En cuanto a la carroza eso basta.
¡Pero por Dios no descuiden al conductor!
¡Quítenle el sombrero de seda! De hecho
ese no es sitio para él
-¡allá arriba arrastrando
a nuestro amigo vulgarmente hacia su propia dignidad!
¡Bájenlo -bájenlo de ahí!
¡Bajo y circunspecto! Yo no dejaría
que condujera el carro -maldito sea-
¡el lacayo del caballo del enterrador!
Que sostenga las riendas
y camine al costado
¡y con circunspección!
Luego, brevemente con la mayor discreción:
Caminen detrás -como lo hacen en Francia
los de séptima clase, o si van a caballo
¡Lleven cortinas, qué más da! Muestren algo
de incomodidad; siéntense de cara
a la intemperie y al dolor.
¿O creen que pueden contener su dolor?
¿Qué -ante nosotros? ¿Nosotros que nada
tenemos que perder? Compártanlo
compártanlo .será como dinero
en sus bolsillos.
Vayan
creo que ya están listos.
***
1916
William Carlos Williams, Rutherford, 1883- 1963
en Recordando a William Carlos William por James Laughlin, Mangos de hacha, México, 2010
traducción de Ricardo Cázares Graña
imagen Coches curiosos
domingo, enero 25, 2015
martín prieto. lo que va de una cosa a la otra
Lo que va de una cosa a la otra
Te fuiste, volviste, te volviste a ir.
En lugar de mensajes grabaste
en el contestador unas canciones
que debíamos descifrar, pero
te olvidaste de que el vigor
de un signo compuesto
a las seis de la mañana
no puede interpretarse igual
a las nueve de la noche,
y yo leía indiferencia donde había amor,
claridad en el agua turbia de un pantano.
Martín Prieto, Rosario, 1961
de Baja presión, 2004
imagen en Girl
sábado, enero 24, 2015
juan carlos moisés. los pies no me han llevado
***
Los pies no me han llevado
Los pies no me han llevado,
más bien he ido quedándome
atrás,
al fondo,
entre los juncos,
con los patos de la laguna.
***
La otra cara interesante
De acuerdo; si decís que tengo
la cara de un viejo perro cansado
no lo niego,
pero a cada uno lo suyo.
Cuando el turno te llegue
de nada servirá mirar para otro lado,
tus ojos abiertos estarán ahí
para hacerse cargo
de esa otra cara interesante
que te tienen reservada
en algún lugar seguro
y que en el momento adecuado
te ofrecerán como un trofeo
que nadie intenta rehusar,
ni yo mismo
cuando me fuera ofrecida
en lo alto del podio.
***
Medidas imprecisas
Está bien, dos más dos es cuatro,
pero querer a alguien es cinco,
seis, tal vez siete.
Oír el verano, oler la noche,
no tienen medidas precisas.
Se puede ser bueno o malo,
ambas cosas o ninguna,
sin que manzanas se vuelvan peras.
Los afectos no se suman,
los defectos no se restan.
Las nubes no abren juicios sobre las personas.
Juan Carlos Moisés, Sarmiento, 1954
de Animal teórico, 2004
imagen de Manuel Arribas en Manuel Arribas Fotografía
viernes, enero 23, 2015
miguel gaya. durante el invierno de 1953
Durante el invierno de 1953 Giuseppe Ungaretti y su mujer, ambos ya mayores, se dirigen al mercado de Issolo a hacer las compras
Seremos viejos
Seremos inútiles
Encender el hornillo de gas
preparar el almuerzo
nos dejará exhaustos
La calle
que conocemos en sus recodos
en sus empedrados
nos aturdirá
como un golpe
Todo será farragoso
Los trámites
los cruces peatonales
las aceras
Sin embargo
insistirás en acudir conmigo
a las compras
Insistirás en bambolear la bolsa de las compras
junto a tu cuerpo
enorme
(puedo ver tu boca cuando miras
los frutos)
los colores de las frutas y verduras
y ¡ah! la pescadería
Seguirás en secreto la conversación
de la panadera
con el mozo de los diarios
paladeándola
(puedo ver tus ojos que aun retienen
mi juventud desnuda)
Nada diferente
a tantos otros
viejos ya
o ya olvidados
Y sin embargo
qué distinto es
cuando
de tarde en tarde peleas
con algo huidizo
o con palabras
o con aquello que a veces
no está perdido
Algo que es extraño
consigues
de todo eso
Yo elegí eso tuyo
que me lleva a velar tu sueño
con algo peor que preguntas
Con respuestas
de tal fragilidad como aquello
que construyes
obstinado e inútil
Pero no sé
me digo
yo que miro tu sueño y cuido
ese lento respirar tuyo
que me ilumina a mí
no sé, digo, cómo se puede
ser humano así
alguien que ha vivido
tan necesitado como
desatento excepto a
esa monstruosidad
de vivir para estirar ahora
con toda lentitud los dedos
hasta casi rozar
los finos labios con temor
y preguntar
¿es esto
es esto
el infinito
humano?
Miguel Gaya, Ayacucho, 1953
de Los poetas salvajes, 2003
imagen de Lady Eleanor
jueves, enero 22, 2015
daniel samoilovich. el mundo es como un dado
El mundo es como un dado
que rueda,
y todo gira con él:
el hombre
se vuelve ángel, el ángel
hombre.
La cabeza pie, el pie
cabeza.
Así dan vueltas y vueltas
las cosas
y se transforma ésta
en aquella
y aquella en ésta, lo superior
en inferior
y lo inferior en superior;
cuentas
no saldadas del Precámbrico
devienen
penas de un amor concluso,
la ansiedad
de una noche en el Trópico
cifra
del tiempo irreversible;
en la raíz
todo es uno, y en las transformaciones
algo se
redime, en algo se repara
el error
divino de haber separado
de la tiniebla
la luz, haber hecho de la idea
cosa.
En el cambio nacen
dientes,
del cambio comen
ángeles,
caídos inclusive.
Daniel Samoilovich, Buenos Aires, 1949
de Las encantadas, 2002
imagen de Markus, en For Wallpaper
miércoles, enero 21, 2015
eduardo d'anna. cruzando el puente
Cruzando el puente
"Dante wrote
his poems
to make people think"
y en su Commedia
dice que estuvo
en el Infierno;
era en 1315
y consiguió que le creyeran.
Como hombre de pensamientos
firmes, acostumbrado
al razonamiento silogístico
sus diatribas
lograron preocupar
a sus contemporáneos, todavía
nos preguntamos si fue justo
al poner a tal o cual
en esas lúgubres regiones.
Es que sus enemigos
eran hombres
que valía la pena condenar.
Hoy día
no es tan fácil.
Tipos
acostumbrados
a no reconocer
lo que no les conviene:
el viento, las colinas, el sonido
del mar. Capaces
de no admitir que han muerto.
De no admitir
siquiera que han nacido.
He tenido que hablar
acerca de ellos.
Perdónenme.
Eduardo D'Anna, Rosario, 1948
de Obra siguiente, 1999
imagen de Guglielmo Girardi en Web Gallery of Art
martes, enero 20, 2015
daniel freidemberg. tanguito
Tanguito
La heroína dice que se va
"Quiero tu bien", me dice
"nada más que por salvarte"
y en su caída
quiere dejarme a un lado
Se pone el casco de amazona y
dice que se va
Tan orgullosa está consigo misma que
se lleva la puerta por delante
Esa es una prueba concluyente de
la impenetrabilidad de la materia
Ella lo sabe, ella lo sabe, pero
debe cumplir con su papel
Eso está bien y yo
que no seré feliz
me arrincono pa mirarte.
Daniel Freidemberg, Resistencia, Chaco, 1945
de Diario en la crisis, 1986
imagen en She's leaving home
lunes, enero 19, 2015
juan manuela inchauspe. una vez más
4
Una vez más estás en el comienzo de la mañana,
herido, insoportable, más débil todavía,
mirando cómo fluye la luz de las cosas,
la clara quietud renaciendo de las sombras.
Una vez más la luz por fuera de la ventana
y por dentro sombras apaciguadas y lentas.
La ceniza sobre la mesa, el lomo de los libros
y ese desorden de papeles como de algo
que fue nerviosamente buscado durante la noche.
1965
Juan Manuel Inchauspe, Santa Fe, 1940- 1991
de Poemas, 1977
imagen de Rick Doble en Rick Doble Net
sábado, enero 17, 2015
arnaldo calveyra. cuántos simbades tendrán que pasar
***
[...] ¿Cuántos simbades tendrán que pasar antes por cada uno de nosotros, cuántos ríos vadear los ojos desmesurados del sin memoria?, maestro que no enseña soledad.
Tu vida de cumpleaños, tantas veces curios de tristeza. Tu vida en un renglón, la carta de tu vida entre las hojas del cuaderno, raya la linda persiana de la mañana que sube, eso. Tantos días en un decorado desierto vestido de desierto, mucho impulso y poco decidido el paso. Lejos. Lejos. Lo que les faltaba a las flores en el vaso, y eso que parecían más rozagantes que en lo mejor del jardín. La mariposa loca con su sombra descubierta ahora tiene espejo para ella entre las flores. ¿Qué esperan esas cortinas de árboles pintados de colores por la tierra, esos ajetreos, ese ir y venir y de golpe quedarse quietos bajo un mismo seguro de árbol? Eucalipto para ser joven y el viento que de nuevo se vuelve hacia nosotros, aquí una primera noche, vida de aguas arriba, y ahora el cielo del tamaño de la noche sin postigos. No hagas cosa de la fuente que parece descansar si de golpe se queda muda en el pequeño ombligo balbuceante, desvelo del quedarse sin agua que la corra y que la vele, agua de paso sin descanso y no dejes de estar sola.
Me estás hablando y te estoy oyendo. Negro de mar, vertiente de salmuera, ¿ya sabes hablarle a un muerto, a su corazón inesperado mismo? [...]
[...] Nadie descansa en una pieza como ésta, aparentemente vacía. No para mí que deseo hablarles, ofrecerles inmortalidad, acechar el instante en que, cansado de deberles infinito, inicio esta travesía de estrella constelada. No le creas a una pared sin manchas; no le creas a una corza extraviada en el empapelado de una pieza aparentemente vacía, en su blancura de entraña de cal por apagarse. Te mentirán palabras que ya existían al estado de mentira, palabras, casi seguro, al estado de mentira. [...]
Arnaldo Calveyra, Gobernador Mansilla, 1929- París, 2015
de Novela, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2014
imagen de
viernes, enero 16, 2015
rodolfo godino. landscape
Landscape
La extraña ambición de
preservar el mundo,
la fijación de rasgos
que incesantemente
son otros y contrarios,
oh ambigua cabeza de la princesa d’Este
sonriendo
en una iglesia solitaria.
Sujeto cambiante y débil instrumento
llevan al reino de la aproximación
donde soñando que una parte
representa al todo
siempre la constancia atrapa un matiz.
la fijación de rasgos
que incesantemente
son otros y contrarios,
oh ambigua cabeza de la princesa d’Este
sonriendo
en una iglesia solitaria.
Sujeto cambiante y débil instrumento
llevan al reino de la aproximación
donde soñando que una parte
representa al todo
siempre la constancia atrapa un matiz.
de La mirada presente, 1972
Rodolfo Godino, San
Francisco, Córdoba, 1936- 2015
imagen de Roberto Matta, La revolución de los contrarios
lunes, enero 05, 2015
t. s. eliot. little gidding (I)
Little Gidding (1)
I
La primavera en pleno invierno es una estación en
sí
sempiterna aunque insípida hacia el ocaso,
suspendida en el tiempo, entre el polo y el
trópico.
cuando el día corto brilla más en escarcha y fuego,
el sol temporario enciende el hielo de estanques y zanjas,
del frío sin viento, que es el calor del corazón,
reflejado en un espejo de agua
un resplandor que es ceguera al comenzar la tarde.
Y un brillo más intenso que una llamarada de ramas
o braseros,
agita el espíritu torpe: no viento, sino fuego
pentecostés
en la hora oscura del año. Entre el deshielo y el
congelamiento
se estremece la savia del alma. No hay olor a
tierra
ni olor a vida. Este es el tiempo de primavera
pero no según la convención del tiempo. El seto
ahora
es blanco por una hora con el florecer transitorio
de la nieve, un florecer más repentino
que el del verano, sin brotar ni marchitarse,
no en el esquema de la reproducción.
¿Dónde está el verano, el inimaginable verano
absoluto?
Si vinieras por acá,
tomando la ruta que probablemente tomarías
desde el lugar de donde probablemente vendrías,
si vinieras por acá en mayo, encontrarías los setos
blancos otra vez, en mayo, con dulzura hedonista.
Sería igual al final del viaje,
si vinieras de noche como un rey derrotado,
si vinieras de día sin saber a por qué has venido,
sería igual cuando abandonaras el camino duro
y dieras la vuelta desde el chiquero hacia la
fachada anodina
y la lápida. Y aquello por lo que creíste que
venías
es solo una concha, una cáscara de sentido
cuyo propósito se rompe solo cuando se cumple
si se cumple. O no tenías propósito
o el propósito está por debajo del fin que
imaginabas
y cambia al cumplirse. Hay otros lugares
que son también el fin de mundo, algunos en las
fauces del mar,
o sobre un lago oscuro, en un desierto o una ciudad˗
pero este
es el más cercano, en tiempo y lugar,
ahora y
en Inglaterra.
Si vinieras por acá,
tomando cualquier ruta, empezando de cualquier
lugar,
en cualquier tiempo o en cualquier estación,
siempre sería igual: tendrías que aplazar
sentido y noción. No estás aquí para verificar,
instruirte o satisfacer tu curiosidad
o presentar informes. Estás acá para arrodillarte
allí donde la oración ha sido válida. Y la oración
es más
que un orden de palabras, la ocupación consciente
de la mente que ora, o el sonido de la voz orando.
Y lo que los muertos no pudieron decir, cuando
vivos,
ellos pueden contarte, estando muertos: la
comunicación
de los muertos es dicha con fuego detrás del
lenguaje de los vivos.
Acá, la intersección del momento atemporal
es Inglaterra y ningún lugar. Nunca y siempre.
La ceniza en la manga del viejo
es la ceniza que dejan las rosas secas.
El polvo en el aire suspendido
señala el lugar donde la historia terminó.
El polvo que respiras era una casa-
las paredes, el friso y el ratón,
la muerte de la esperanza y la desesperación,
esta es la muerte del aire.
Hay
inundación y sequía
en
los ojos y en la boca,
agua
muerta y muerta arena
luchando
por el control.
El
suelo reseco y acabado
boquea
ante la vanidad del esfuerzo,
se
ríe sin alegría.
Esta
es la muerte de la tierra.
Agua
y fuego alcanzan
la
ciudad, la pastura y la maleza.
Agua
y fuego se burlan
del
sacrificio que denegamos.
Agua
y fuego pudrirán
los
cimientos dañados que olvidamos,
del
santuario y el coro.
Esta
es la muerte del agua y el fuego.
En la hora incierta antes de la mañana
cerca del fin de la interminable noche
en el recurrente final de lo infinito
después de que la paloma oscura de lengua vacilante
ha pasado debajo de su horizonte migratorio
mientras que las hojas muertas aun crujen como
latas
sobre el asfalto donde no había otro sonido
entre los tres distritos desde donde el humo salía
encontré a alguien caminando, sin rumbo y apurado
como si hubiera volado hacia mí como las hojas de
metal
sin resistirse ante el viento urbano del amanecer.
Y mientras me detenía en el rostro abatido
con esa mirada increpante con que desafiamos
al extraño que conocimos en el anochecer que se
acaba
descubrí la mirada súbita de algún maestro muerto
que conocí, olvidé, recordé
a uno y a muchos; en las facciones bronceadas
los ojos de un fantasma familiar y complejo
íntimo e inidentificable.
Asumí entonces un doble papel, y lloré
y oí el llanto de otra voz: "¡Cómo! ¿Estás
aquí?"
Aunque no estábamos. Era todavía el mismo,
conociéndome pese a ser otro-
y él un rostro aun formándose; pero las palabras
alcanzaron
para forzar el reconocimiento que antecedieron.
Y así, obedientes al viento habitual,
demasiado extraños uno al otro para no
comprendernos,
en concordancia en esta intersección del tiempo
de encontrarnos en ningún lugar, ni antes ni
después,
anduvimos el pavimento en ronda de muerte.
Dije: "El asombro que siento es simple,
aunque simple es la causa de asombro. Entonces,
habla:
puedo no comprender, puedo no recordar".
Y él: "No estoy ansioso de ensayar
mis pensamientos y mi teoría que has olvidado.
Estas cosas han servido su propósito: déjalas ser.
Haz lo propio, y ruega que sean perdonadas
por otros, como te ruego perdones
lo malo y lo bueno. Se ha comido la fruta de la
última estación
y la bestia llena pateará el cubo vacío.
Porque las palabras del año pasado pertenecen al
lenguaje del año pasado
y las palabras del año próximo esperan otra voz.
Pero como el paso no presenta obstáculos
para el espíritu inquieto y peregrino
entre dos mundos que se han vuelto parecidos,
así encuentro palabras que jamás pensé diría
en calles a las que jamás pensé volvería
cuando dejé mi cuerpo en una playa lejana.
Ya que nuestra preocupación era la lengua, y la
lengua nos obligaba
a purificar el dialecto de la tribu
e instaba a la mente a revisar y presagiar,
Déjame revelar los dones reservados a la vejez
para coronar el esfuerzo de tu vida entera.
Primero, la helada fricción del sentido que expira
sin magia, que no promete
sino el amargo sinsabor del fruto sombrío
cuando cuerpo y alma comienzan a separarse.
Segundo, la impotencia consciente de la rabia
ante la estupidez humana, y la laceración
de la risa ante lo que ya no nos divierte.
Y por último, el desgarrador dolor de re-crear
todo lo que has hecho, y sido; la vergüenza
de las cosas mal hechas y hechas para dañar a otros
que una vez creíste ejercicio de la virtud.
Porque la aprobación de los necios pica y el honor
mancha.
De mal en mal el espíritu exasperado
anda, a menos que sea restaurado por ese fuego
purificador
donde debes moverte con cuidado, como un
bailarín".
El día estaba empezando. En la calle desfigurada
me dejó, con una especie de discurso de despedida,
y desapareció al sonar la trompeta.
T. S. Eliot, St. Louis, 1888- Kensington, 1965
De The Four Quartets,
Faber and Faber, Londres, 1944
Versión © Silvia Camerotto
Imagen s/d
II
Little
Gidding
I
Midwinter spring is its own
season
Sempiternal though sodden towards sundown, Suspended in time, between pole and tropic. When the short day is brightest, with frost and fire, The brief sun flames the ice, on pond and ditches, In windless cold that is the heart's heat, Reflecting in a watery mirror A glare that is blindness in the early afternoon. And glow more intense than blaze of branch, or brazier, Stirs the dumb spirit: no wind, but pentecostal fire In the dark time of the year. Between melting and freezing The soul's sap quivers. There is no earth smell Or smell of living thing. This is the spring time But not in time's covenant. Now the hedgerow Is blanched for an hour with transitory blossom Of snow, a bloom more sudden Than that of summer, neither budding nor fading, Not in the scheme of generation. Where is the summer, the unimaginable Zero summer?
If you came this way,
Taking the route you would be likely to take From the place you would be likely to come from, If you came this way in may time, you would find the hedges White again, in May, with voluptuary sweetness. It would be the same at the end of the journey, If you came at night like a broken king, If you came by day not knowing what you came for, It would be the same, when you leave the rough road And turn behind the pig-sty to the dull facade And the tombstone. And what you thought you came for Is only a shell, a husk of meaning From which the purpose breaks only when it is fulfilled If at all. Either you had no purpose Or the purpose is beyond the end you figured And is altered in fulfilment. There are other places Which also are the world's end, some at the sea jaws, Or over a dark lake, in a desert or a city˗ But this is the nearest, in place and time, Now and in England.
If you came this way,
Taking any route, starting from anywhere, At any time or at any season, It would always be the same: you would have to put off Sense and notion. You are not here to verify, Instruct yourself, or inform curiosity Or carry report. You are here to kneel Where prayer has been valid. And prayer is more Than an order of words, the conscious occupation Of the praying mind, or the sound of the voice praying. And what the dead had no speech for, when living, They can tell you, being dead: the communication Of the dead is tongued with fire beyond the language of the living. Here, the intersection of the timeless moment Is England and nowhere. Never and always.
II
Ash on an old man's sleeve
Is all the ash the burnt roses leave. Dust in the air suspended Marks the place where a story ended. Dust inbreathed was a house- The walls, the wainscot and the mouse, The death of hope and despair, This is the death of air.
There are
flood and drouth
Over the eyes and in the mouth, Dead water and dead sand Contending for the upper hand. The parched eviscerate soil Gapes at the vanity of toil, Laughs without mirth. This is the death of earth.
Water and fire succeed
The town, the pasture and the weed. Water and fire deride The sacrifice that we denied. Water and fire shall rot The marred foundations we forgot, Of sanctuary and choir. This is the death of water and fire.
In the uncertain hour before the morning
Near the ending of interminable night At the recurrent end of the unending After the dark dove with the flickering tongue Had passed below the horizon of his homing While the dead leaves still rattled on like tin Over the asphalt where no other sound was Between three districts whence the smoke arose I met one walking, loitering and hurried As if blown towards me like the metal leaves Before the urban dawn wind unresisting. And as I fixed upon the down-turned face That pointed scrutiny with which we challenge The first-met stranger in the waning dusk I caught the sudden look of some dead master Whom I had known, forgotten, half recalled Both one and many; in the brown baked features The eyes of a familiar compound ghost Both intimate and unidentifiable.
So I assumed a double part, and cried
And heard another's voice cry: "What! are you here?" Although we were not. I was still the same, Knowing myself yet being someone other- And he a face still forming; yet the words sufficed To compel the recognition they preceded. And so, compliant to the common wind, Too strange to each other for misunderstanding, In concord at this intersection time Of meeting nowhere, no before and after, We trod the pavement in a dead patrol. I said: "The wonder that I feel is easy, Yet ease is cause of wonder. Therefore speak: I may not comprehend, may not remember." And he: "I am not eager to rehearse My thoughts and theory which you have forgotten. These things have served their purpose: let them be. So with your own, and pray they be forgiven By others, as I pray you to forgive Both bad and good. Last season's fruit is eaten And the fullfed beast shall kick the empty pail. For last year's words belong to last year's language And next year's words await another voice.
But, as the passage now presents no hindrance
To the spirit unappeased and peregrine Between two worlds become much like each other, So I find words I never thought to speak In streets I never thought I should revisit When I left my body on a distant shore. Since our concern was speech, and speech impelled us To purify the dialect of the tribe And urge the mind to aftersight and foresight, Let me disclose the gifts reserved for age To set a crown upon your lifetime's effort. First, the cold fricton of expiring sense Without enchantment, offering no promise But bitter tastelessness of shadow fruit As body and sould begin to fall asunder. Second, the conscious impotence of rage At human folly, and the laceration Of laughter at what ceases to amuse. And last, the rending pain of re-enactment Of all that you have done, and been; the shame Of things ill done and done to others' harm Which once you took for exercise of virtue. Then fools' approval stings, and honour stains. From wrong to wrong the exasperated spirit Proceeds, unless restored by that refining fire Where you must move in measure, like a dancer." The day was breaking. In the disfigured street He left me, with a kind of valediction, And faded on the blowing of the horn. |
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