sábado, julio 16, 2011

edna st. vincent millay. rendevous


Rendezvous

No vine por estas hermosas flores  que decoran tu habitación. De hecho,
podría haberte amado mejor en la oscuridad;
es decir, en cuartos no adornados con rosas, cuartos más informales, menos conscientes
de la historia entre bastidores, a punto de entrar con aire apacible

en pesadas puntas de pie, en el momento preciso: “Adelante”.
No es que me gusten los ceniceros llenos y el lugar hecho un caos,
o el cubículo monástico empalagosamente austero y riguroso,
pero en parte, estos adornos formales de nuestra Afrodita de la calle Ocho son demasiado griegos,
y en parte porque enriquecer las pobres paredes con nuestra natural belleza 
hubiera sido más chic.

Sin embargo, aquí estoy, te conté de mi pelea con el taxista sobre un verso de Milton, y te reíste; 

y tú eres tú, ningún otro.
Tu risa  sacude mi piel con pequeños y exquisitos toques.
Pero soy perversa: me gustaría que no hubieras refregado —con piedra pómez, supongo—
las manchas de tabaco de tus hermosos dedos. Y desearía no sentirme como tu madre.

Edna St. Vincent Millay, 1892, Rockland, Maine – 1950, Austerlitz, New York
Versión © Silvia Camerotto
en Edna St. Vincent Millay, Collected Lyrics, Harper Colophon Books, New York, 1981
imagen: Recumbent, W. Carter, en William Carter. Sitio Web: William Carter , cuya publicación en este blog fuera autorizada por el autor. 

Rendezvous

Not for these lovely blooms that prank your chambers did I come. Indeed,
I could have loved you better in the dark;
That is to say, in rooms less bright with roses, rooms more casual, less aware
Of History in the wings about to enter with benevolent air
On ponderous tiptoe, at the cue, "Proceed."
Not that I like the ash-trays over-crowded and the place in a mess,
Or the monastic cubicle too unctuously austere and stark,
But partly that these formal garlands for our Eighth Street Aphrodite are a bit too Greek,
And partly that to make the poor walls rich with our unaided loveliness
Would have been more
chic.

Yet here I am, having told you of my quarrel with the taxi-driver over a line of Milton, and you laugh; and you are you, none other.
Your laughter pelts my skin with small delicious blows.
But I am perverse: I wish you had not scrubbed—with pumice, I suppose—
The tobacco stains from your beautiful fingers. And I wish I did not feel like your mother.

6 comentarios:

El poeta ocasional dijo...

Cómo llegó a descubrir este tesoro?
Este poema produce lectores insaciables. ¿Dónde se "consiguen"?

silvia camerotto dijo...

de 'Edna St. Vincent Millay, Collected Lyrics, Harper Colophon Books, New York, 1981' que está en mi biblioteca junto a muchos otros parecidos e igualmente llenos de tesoros.
la mayor dicha. la mejor compañía.

irene gruss dijo...

E puoi, creo que todo el poema fue escrito para decir, incluso el final, "Tu risa sacude mi piel con pequeños y exquisitos toques". Gracias, Irene

EG dijo...

Y tú eres tú, ningún otro...

Sibila, me en-can-tó!!!

silvia camerotto dijo...

a todos, gracias.
s.

Pablo Seguí dijo...

Muy lindo poema. Muy raro, muy especial, en el sentido de que bueno sería que hubiera más de esta poesía.