martes, noviembre 30, 2010
pacientes y esforzados
Masas
Vagaba por las montañas y vi la niebla azul y
los peñascos rojos y quedé azorado;
en la playa donde maniobra el impulso incesante de la marea,
permanecí en silencio;
bajo las estrellas, en la pradera mientras miraba la Osa Mayor inclinada
sobre el horizonte, me llené de pensamientos.
Grandes hombres, desfiles de guerra y de trabajo, soldados y obreros,
madres con sus hijos en brazos —a todos ellos conocí
y sentí una emoción solemne.
Y entonces, un día puede ver verdaderamente a los Pobres, millones
de Pobres, pacientes y esforzados; más pacientes que
los peñascos, las mareas y las estrellas; infinitos, pacientes como
la negrura de la noche— y rotos todos ellos, humildes ruinas de las naciones.
Felicidad
Les pedí a los maestros que enseñan el sentido de la vida
que me dijeran qué es la felicidad.
Y me dirigí a los grandes ejecutivos que dirigen el trabajo
de miles de hombres.
Todos movieron sus cabezas y sonrieron como
si me burlara de ellos
y entonces, un domingo a la mañana, caminando a lo largo
del río Desplaines
vi un grupo de húngaros debajo de los árboles con
sus mujeres e hijos y un barril de cerveza y un
acordeón.
Carl Sandburg, Illinois, 1878- 1967
en Carl Sandburg, Selected Poems, Gramercy books, New York, 1992
versión © Silvia Camerotto
imagen: Carl Sandburg en UNCP EDU
Masses
Among the mountains I wandered and saw blue haze and
red crag and was amazed;
On the beach where the long push under the endless tide
maneuvers, I stood silent;
Under the stars on the prairie watching the Dipper slant
over the horizon's grass, I was full of thoughts.
Great men, pageants of war and labor, soldiers and workers,
mothers lifting their children--these all I
touched, and felt the solemn thrill of them.
And then one day I got a true look at the Poor, millions
of the Poor, patient and toiling; more patient than
crags, tides, and stars; innumerable, patient as the
darkness of night--and all broken, humble ruins of nations.
Happiness
I asked the professors who teach the meaning of life to tell
me what is happiness.
And I went to famous executives who boss the work of
thousands of men.
They all shook their heads and gave me a smile as though
I was trying to fool with them
And then one Sunday afternoon I wandered out along
the Desplaines river
And I saw a crowd of Hungarians under the trees with
their women and children and a keg of beer and an
accordion.
domingo, noviembre 28, 2010
qué van a hacer las manos
Augurios
a S.
¿Qué van a hacer ahora nuestros cuerpos
cuando la noche caiga sobre el pasado,
sobre las sombras alimentadas
como mascotas funestas,
en medio de una playa, última, posible?
¿Qué van a hacer las manos
que no mataron lo que había que matar?
¿Acariciar el perdón que no importa?
¿Descender más despacio?
¿Hundirse en el bolsillo del consuelo?
¿Quién va a decir que fue un bien
lo que traerá la borrasca?
¿Quién va a hablar,
quién va a vivir por nosotros?
Gerardo Gambolini, Buenos Aires, 1955
Inédito
jueves, noviembre 25, 2010
amor me asalta y no le importa
Vuestro hermoso saludo y la gentil mirada
que lanzáis cuando os encuentro me asesinan;
Amor me asalta y no le importa
si hace daño o merced,
pues me atraviesa el corazón con una flecha
que además lo corta y divide en partes:
no puedo hablar, porque ardo en grandes penas
como uno que ve su muerte.
Me pasa por los ojos como el trueno
que hiere a través de la ventana de la torre
y rompe y destruye lo que encuentra adentro;
quedo como estatua de cobre
por donde no corre vida ni espíritu
y sólo ofrece figura de hombre.
Guido Guinizelli, Bolonia, c. 1230- Monselice, Padua, a.1276
en Poesía Medieval Italiana, Antología bilingüe, Selección, traducción y notas: Oreste Frattoni, Centro Editor, Buenos Aires, 1978
imagen:
Lo vostro bel saluto e 'l gentil sguardo
che fate, quande ve' ncontro, m' ancide;
Amor m' assale, e già non ha reguardo
s' elli face peccato, o ver mercide;
chè per mezzo lo cor me lancia un dardo
ched oltre in parti lo taglia e divide;
parlar non posso, chè in gran pena io ardo
si como quello che soa morte vide.
Per li occhi passa, come fa lo trono,
che fèr per la finestra de la torre,
e ciò che dentro trova spezza e fende.
Remagno como statua d' ottono,
ove vita nè spirto non ricorre,
se non che la figura d'omo rende.
martes, noviembre 23, 2010
quiere darme marido por la fuerza
En la estación en que el mundo se viste de hojas y florece
aumenta la alegría de todos los amantes delicados:
van juntos a los jardines mientras
los pájaros cantan dulcemente:
toda la gente despreocupada se enamora
y cada uno se adelanta para servir,
y cada damisela está contenta;
tan sólo para mí abundan la tristeza y el llanto;
es que mi padre me ha creado un conflicto
y me sume a menudo en fuerte dolor:
quiere darme marido por la fuerza.
Como eso no me gusta ni lo deseo
vivo atormentada a toda hora.
Por esto no me alegran las flores ni las hojas.
Compiuta Donzella, Florencia, a. 1294
en Poesía Medieval Italiana, Antología bilingüe, Selección, traducción y notas: Oreste Frattoni, Centro Editor, Buenos Aires, 1978
imagen: Donne
Más poemas de Compiuta Donzella en Campo de maniobras
A la stagion che 'l mondo foglia e fiora
acresce gioia a tut[t]i fin' amanti:
vanno insieme a li giardini alora
che gli augelletti fanno dolzi canti;
la franca gente tutta s'inamora,
e di servir ciascun traggesi innanti,
ed ogni damigella in gioi' dimora;
e a me, n'abondan marrimenti e pianti.
ché lo mio padre m'ha messo 'n errore,
e tenemi sovente in forte doglia:
donar mi vole, a mia forza, signore.
Ed io di ciò non ho disio né voglia,
e 'n gran tormento vivo a tutte l'ore.
Però non mi rallegra fior né foglia.
sábado, noviembre 20, 2010
el sol hiere al barro
En el corazón gentil se refugia siempre Amor
como un pájaro en el verde del bosque;
la Naturaleza no creó Amor antes que el corazón gentil,
ni corazón gentil antes que Amor.
Apenas existió el sol
existió el esplendor luminoso,
pero no antes que el sol;
tan propiamente
como el calor en la claridad del fuego.
Fuego de amor se prende en corazón gentil
como virtud en piedra preciosa:
desde la estrella no desciende a ella
antes que el sol la vuelva gentil cosa.
Después que el sol le ha quitado
con su fuerza lo que es innoble,
la estrella le da valor:
así al corazón, que naturaleza hizo
selecto, puro, gentil,
la mujer, como la estrella, lo enamora.
Amor está en el corazón gentil por la misma razón
por la que el fuego, encima de la antorcha,
resplandece a su gusto, claro, sutil:
es tan orgulloso que no estaría de otro modo.
Dado que la malvada naturaleza
es contraria al Amor - como al fuego caliente
el agua, por su frialdad -,
Amor se instala en el corazón gentil
por ser un lugar afín a este;
como el imán en las minas de hierro.
El sol hiere al barro todo el día:
si este queda vil, el sol en cambio no pierde su calor;
dice un hombre altivo: "Soy gentil por mi raza";
a él lo comparto con el barro y al sol con el valor gentil.
Porque uno no debe confiar
en que haya gentileza fuera del corazón
es como agua que transmite rayos;
y el cielo conserva en sí las estrellas y su esplendor.
Dios creado resplandece en la Inteligencia
celeste más que el sol en nuestros ojos:
ella, que entiende los hechos de Dios sin velos,
empieza a obedecerlo a Él, haciendo girar el cielo.
Y como , a lo primero
que Dios creó, sigue un justo cumplimiento,
así la hermosa mujer,
cuando ilumina los ojos
del hombre gentil, produce en él la verdadera voluntad,
que no cesa nunca de obedecerla.
Oh mujer, cuando mi alma esté ante Él,
Dios me dirá: "¿Qué presumiste?
Pasaste a través del cielo y llegaste hasta mí
y me tomaste como parangón en un vano amor,
mientras las alabanzas me corresponden solo a mí
y a la reina del digno reino
que interrumpe cualquier fraude".
Le podré decir: "Tenía aspecto de ángel
que fuera de tu reino;
no me puedo culpar porque la amé".
Guido Guinizelli, Bolonia, c. 1230- Monselice, Padua, a.1276
en Poesía Medieval Italiana, Antología bilingüe, Selección, traducción y notas: Oreste Frattoni, Centro Editor, Buenos Aires, 1978
imagen: Boticelli, Sandro
Al cor gentil ripara sempre amore
come l'ausello in selva a la verdura;
né fe' amor anti che gentil core,
né gentil core anti ch'amor, natura:
ch'adesso con' fu 'l sole,
sì tosto lo splendore fu lucente,
né fu davanti'l sole;
e prende amore in gentilezza loco
così propiamente
come calore in clarità di foco.
Foco d'amore in gentil cor s'aprende
come vertute in petra preziosa,
che da la stella valor no i discende
anti che 'l sol la faccia gentil cosa;
poi che n'ha tratto fòre
per sua forza lo sol ciò che li è vile,
stella li dà valore:
così lo cor ch'è fatto da natura
asletto, pur, gentile,
donna a guisa di stella lo 'nnamora.
Amor per tal ragion sta 'n cor gentile
per qual lo foco in cima del doplero:
splendeli al su' diletto, clar, sottile;
no li stari' altra guisa, tant' è fero.
Così prava natura
recontra amor come fa l'aigua il foco
caldo, per la freddura.
Amore in gentil cor prende rivera
per suo consimel loco
com' adamàs del ferro in la minera.
Fere lo sol lo fango tutto 'l giorno
vile reman, né 'l sol perde calore;
dis' omo alter: "Gentil per sclatta torno";
lui semblo al fango, al sol gentil valore:
ché non dé dar om fé
che gentilezza sia fòr di coraggio
in degnità d'ere'
sed a vertute non ha gentil core,
com' aigua porta raggio
e 'l ciel riten le stelle e lo splendore.
Splende 'n la 'ntelligenzia del cielo
Deo criator più che 'n nostr'occhi 'l sole:
quella intende suo fattor oltra cielo,
e 'l ciel volgiando, a Lui obedir tole,
e consegue, al primero,
del giusto Deo beato compimento:
così dar dovria, al vero,
la bella donna, poi che 'n gli occhi splende
del suo gentil talento,
che mai di lei obedir non si disprende.
Donna, Deo mi dirà: "Che presomisti?",
siando l'alma mia a Lui davanti.
"Lo ciel passasti e 'nfin a Me venisti
e desti in vano amor Me per semblanti:
ch'a Me conven le laude
e a la reina del regname degno,
per cui cessa onne fraude".
Dir Li porò: "Tenne d'angel sembianza
che fosse del Tuo regno;
non me fu fallo, s'eo li posi amanza".
jueves, noviembre 18, 2010
no aseguran nada salvo olvidar
Haleb
I
Conozco Aleppo como si conociera la palma de mi mano,
recorro con mis ojos cerrados sus calles de bóvedas,
pasajes y recovecos desde sus ocho pequeñas colinas
hasta el barrio judío de Bahsita para tratar de encontrarme
con mi abuelo Jacobo o mi abuela Ana mientras la ciudadela espía
desde allá arriba fortificada y a manera de atalaya sobre las planicies
del Eufrates ¿Será porque sus susurros, sus lentas y suaves palabras
en árabe y hebreo, resuenan todavía en mis oídos o porque su nombre
me suena fértil para los sueños, refugio de nuestros antepasados?
Aram Zobá, Halab, Haleb, Halep, Aleppo la blanca son los nombres
para nombrarte mientras punzantes trompetas resquebrajan las murallas
que caen sobre los indefensos canaanitas y Abraham, con su cabeza cubierta
y su cuerpo enjuto, reparte leche entre los pobres y recorre las callejuelas
junto con Sara, Isaac, Hagar, Ismael.
II
Me entrego a las estrellas mientras rezo en este knis o yamí
a cielo abierto y la brisa de verano acaricia mi boca, acaricia
mis palabras que en árabe o hebreo remedan los gestos y el balanceo
de mi cuerpo, me inclino hacia Jerusalén, me inclino hacia La Meca
y balbuceo bendiciones; escucho en la apacible oscuridad
el lento despertar de Haleb, como yo tumbado en este patio
de columnas y arcos, de nichos y tabernáculos de adobe, me abrazo
al Keter Tora y ardo con él.
III
En el quieto amanecer se escuchan los suaves rasguidos del ud,
el tintineo de un daff, el seco golpeteo sobre el dumbek, la voz
monocorde de un jazan (¿o es un muezzin?) que se frena en las nasales,
se estira en una vocal mientras borda melodías y se agrava,
se torna aguda, dulce, se curva y baila en el aire hasta seguir sola
en el silencio del sol naciente y repite una beraja o
una müwashshah que no aseguran nada salvo olvidar.
Jasidin
Y mis hermanos hicieron lo que nunca pude hacer:
veneraron a Dios desde su profunda intimidad. Lo amaron
como ya no lo haré. Ellos siempre bailan y se abrazan
con pasión a la Torá, se agitan con su peso. Se golpean
y sudan por ella. Tropiezan con suave frenesí
para estar lo más cerca posible del sefer. Van con sus ropas
desaliñadas a los brincos, los tzitzit que asoman por fuera
de la camisa blanca y del pantalón mientras una mano
aprieta el sombrero en la cabeza para que no caiga y la otra
agarra el sefer torá. Allí se olvidan del tiempo y los cánticos
suceden sin parar: en las bocas se asoman melodías de milenios
que se unen como se juntan sus manos con sus barbas ralas,
los brazos por sobre sus hombros con los torsos empapados.
Y yo los miro desde el Knis de Lavalle, entre Larrea y Paso,
me inclino, cierro mis ojos, digo shemá Israel, atrona el shofar
pero este cielo azul intenso que veo desde las ventanas abiertas
hasta las paredes blancas del patio interno y sus columnas abovedadas,
no me devuelve nada propicio; el jazán que entona, el sidur abierto
de Yom Kipur ¿Dios nuestro Dios es uno?, indago con mi rostro
abatido mientras del murmullo emerge el dejo claro y filoso
del Kadish: “Itgadalveitkadash shemé rabé (amén)” y debemos dar
prueba de devoción a Dios más allá del supremo dolor por nuestros muertos.
Así, mis hermanos Pablo y Gabriel unen sus hermosas voces a las otras:
yo los veo con kipá y talit cómo rezan fervorosos, los sigo observando
hasta que llegue el mesías.
Yaki Setton, Buenos Aires, 1961
en Nombres propios, Bajo la luna, Buenos Aires, 2010
imagen: s/d
lunes, noviembre 15, 2010
no te apenes más de la cuenta
Mi vida es una línea recta
nueve menos cuarto en el reloj de la Torre de los Ingleses.
El día, chato como el anterior,
se vislumbra. Más adelante,
tuerzo otra vez la mirada hacia las grutas en cuadriculas.
Un blasón con tres letras:
esperpentos cuelgan cabeza abajo frente a las ruinas:
bajo las arcadas de un ex Banco duermen cartoneros.
Ya me bajo en la parada El Pasado.
Mi madre recorre la enciclopedia
y me señala las madonas de Leonardo.
Entonces,
yo intentaba doblegar el trazo en escorzos de cabezas
y atisbar el volumen, atisbar lo profundo.
Me señala el triángulo eterno
y en el fondo, los árboles esfumados.
Copio cabezas desde todos los ángulos.
Dibujo palabras
de alguien que viajó a lo largo y ancho del mundo,
ir hasta el fondo,
sobre una raya pegada al papel.
De perros cabizbajos a otro tema
triste en el umbral,
tristísimo como los otros perros de una traílla del paseo matinal…
A la noche, la luz filtrada de origen desconocido
traza dos o tres líneas sobre la pared, al costado de la puerta,
antípoda de mi cabeza exhaustivamente reconocida
por el mosquito que la orbita.
Lo callado, en particular lo callado, siega el sueño.
Conversan mujeres en el piso de arriba.
Qué sucedió.
“El amor fugaz estalla los circuitos”.
Perceptibles unas palabras, este mosquito
desanima al curioso con impecable eficacia:
el sostenido zumbido y algunas dosis
de remordimiento.
Se dice de lo precario
se dice de lo precario:
de poca estabilidad y duración. En otras palabras,
el final en cualquier segundo anónimo,
el espasmo de una hélice.
Fragilidad, pánico en el 152, atiborrados y transparentes contornos
transmutados en amenazas urdidas en algún tugurio de la mente
que proyecta, a intermitencias,
una estampida de tubos fluorescentes.
Voces enmudecidas, inclinadas al borde de la nada.
Y por fin, el apacible bip de una línea zizagueante.
No te apenes más de la cuenta.
Pulso un botón mientras pienso en la precariedad del Sujeto,
y el agua arremolinada arrastrará el amarillo como ayer.
Pedro Donangelo, Buenos Aires, 1949
en Fin de episodio
imagen: Kandinsky
domingo, noviembre 14, 2010
debe ser debe ser debe
Malacoda
tres veces vino
el funebrero
impasible bajo el ala del bombín
para medir
¿acaso no le pagan para medir
al incorruptible que está en el portal
este malebranche enterrado hasta las rodillas en los lirios?
Malacoda hasta las rodillas en los lirios
Malacoda con todo el experto sobrecogimiento
que cubre su perineo silencia su señal*
suspirando a través del aire denso
debe ser debe ser debe
encuentra la hierba mala la inserta en el jardín
escucha ella puede ver ella no lo necesita
para ponerlo en el ataúd
con la ayuda de un ungulado
encontrar la hierba mala llamar su atención
escucha ella debe ver ella no necesita
para tapar
para estar seguro tapa tapa todo
que tu escudo me permita respirar tu azufre
divino día de perros cristal repartido justamente
quédate Scarmiglione quédate quédate **
pon este Huysum *** sobre la caja
cuidado con la imagen es él
escucha ella debe ver ella debe
todas abordo todas las almas****
a media asta sí sí
no
Samuel Beckett, Dublin, 1906 – París, 1989
Version © Silvia Camerotto
Malacoda
thrice he came
the undertaker's man
impassable behind his scrutal bowler
to measure
is he not paid to measure
this incorruptible in the vestibule
this malebranca knee deep in the lilies
Malacoda knee-deep in the lilies
Malacoda for all the expert awe
that felts his perineum mutes his signal
sighing up through the heavy air
must it be it must be it must be
find the weeds engage them in the garden
hear she may see she need not
to coffin
with assistant ungula
find the weeds engage their attention
hear she must see she need not
to cover
to be sure cover cover all over
your targe allow me hold your sulphur
divine dogday glass set fair
stay Scarmilion stay stay
lay this Huysum on the box
mind the imago it is he
hear she must see she must
all aboard all souls****
half-mast aye aye
nay
notas:
* En la Divina Comedia, Infierno, Canto XXI: “ed elli avea del cul fatto trombetta”
** En la Divina Comedia, Infierno, Canto XXI: “posa posa Scarmiglione”
*** Pintor holandés, 1682-1749
**** Probablemente se refiere a Caronte y el transporte de almas a través del Aqueronte.
viernes, noviembre 12, 2010
y ahora estoy... rodeada de egoístas
confesiones
Todos, todos duermen.
Todos están durmiendo en la colina.
Edgar Lee Masters
Cerró los ojos silenciosos
conservó la costumbre de no protestar.
Juan Gelman
Amanda Gris
En la placa de mi nicho colocaron una foto
con una frase que decía:
"Aquí yace la mujer más deseada".
Los que me conocieron un poco van a reírse
al leer tal expresión.
En verdad, mi epitafio debió haber dicho:
"Esta mujer vivió más sola que un perro".
No logré tener por mucho tiempo alguna compañía,
todos huían al conocer mi temperamento
y ahora estoy en este incómodo y pequeño sitio
rodeada de egoístas!
Lucía Vázquez
¿Alguien vio a mi marido traer flores a esta tumba?
Algunos dirán que lo vieron visitar el cementerio,
pero no estuvo aquí, sino frente al sepulcro de Amanda Gris.
En vida, ese hombre egoísta y silencioso
oscureció mis días.
Mi amor no pudo conquistarlo
y ahora, como si hubiera sido poca la tortura,
me humilla con su desfachatez.
Pero aún en este sitio
seré una sombra feroz.
Descanso aquí, cerca del sepulcro de Amanda Gris,
la única mujer que amé.
Nunca me perdonó que me casara
con su vecina Lucía Vázquez.
Largos años padecí viendo desde mi ventana
su bella silueta inspirando miradas de importantes señores.
Hasta el juez Álvarez Arrieta pretendió desposarla,
pero ella conocía bien su fama de déspota.
En el barrio creyeron que tuve un accidente
y no que hundí el cuchillo en mi pecho
porque no soportaba vivir un minuto
más, sin ella.
María Laura Decésare, Rufino, 1969
en La letra muda, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2010
martes, noviembre 09, 2010
dan, casi, un paso
Aquel hombre se sienta a la ventana
Al fondo brilla el campo de su infancia,
una canción de cuna, alguna broma.
La tarde es roja y lenta,
su memoria no es más que literaria.
Él se mira verse irse, sonreírse.
Piensa en un niño puestos los ojos en un faro,
mientras la madre lo hace y acicala
intermitente, interminablemente
(un cuadro es una intimidad que se repite).
Las cosas se unen en trabajosas junturas y dolorosos sesgos.
Él reconoce allí sus trastos viejos, sus sombras,
el avasallamiento de los hechos y su solidaridad,
su quieta reciedumbre y su urdimbre,
y avanza a cada paso como si fuera previsto,
como si tanta herrumbre convocara y nombrara,
y hereda así canciones y plumas y galletas y calcetines,
las usurpa y se hace de ese dolor que es ya ajeno,
ajado, que ya es historia,
una mercadería,
un trasiego sin fin de opacidades y brillos,
santos objetos de segunda mano,
cuentas de vidrio, chucherías,
polvo dorado su negocio de mercachifle.
La herencia del doctor
Veo mis zapatos.
Ocupan un lugar en el que yo no estoy.
Dan, casi, un paso
tímido,
casi un baile cruzado.
Verlos vacíos, supongo, me llena de tristeza.
Será quizás la edad,
pero tienen un aire de mí que no pueden con él:
su elegancia gastada,
su garbo descuidado,
su media casualidad,
su desenfado.
Están desatados, parece,
y un abandono azul como el tapete
rodea su ausentada displicencia.
Están pendientes.
Esperan, como una barca, que sea de noche,
que sea de día,
mecerse, mecerse:
dormir o caminar,
sanar en la renovadora del calzado,
durar o irse a la basura.
Pedro Serrano, Montreal, 1957
en Nueces, Colección Tristán Lecoq, Trilce, México, 2009
Imagen:Vincent Van Gogh
lunes, noviembre 08, 2010
ésta es nuestra bajamar
Éste es el oscuro aliento
de Sodoma
y el peso de Nínive
apartado
en la abierta herida
de nuestra puerta.
Ésta es la sagrada escritura
trepando en éxodo
hacia el cielo
con todas las letras,
poniendo a salvo la alada dicha
en la celdilla de un panal.
Éste es el negro Laoconte
arrojado contra nuestro párpado
acribillando los milenios
el dislocado árbol del dolor
germina en nuestra pupila.
Éstos son los dedos petrificados en sal
que gotean lágrimas en la oración.
Ésta es Su cola de mar
retirada
a la rumorosa cápsula de los misterios.
Ésta es nuestra bajamar
astro de aflicción
de nuestra arena que se descompone-
Nelly Sachs, Berlín 1891-Estocolmo 1970
de Huida y transformación, Libertarias/Prodhufi S.A., Madrid, 1995. Traducción Antonio Bueno Tubía.
Imagen: Gustave Doré, Sodoma
Dies ist der dunkle Atem/ von Sodom/ und die Last/ agelegt/an der offenen Wunde/ unserer Tür. // Dies ist die heilige Schrift/ in Landsflucht/ in den Himmel kletternd/ mit allen Buchstabene, / die befiederte Seligkeit/ in einer Homigwabe bergend.// Dies ist der shwarze Laokoon/ an unser Auggenlid geworfen/ durchlochernd Jahrtausende/ der verrrenikte Schmerzensbaum/ spriebend in unserer Pupille.// Dies sind salzerstarrte Finger/ tränemtropfend im Gebet.// Dies ist Seine Meereschleppe/ zurückgezogen in die rausscehnde/ Kapsel der Geheimnisse.// Dies ist unsere Ebbe/ Wehegestirn/ aus unseren zerfallenden Sand-
sábado, noviembre 06, 2010
el alma que aquí abajo fue frustrada
A las parcas
Un verano y un otoño más os pido, Poderosas,
para que pueda madurar mi canto,
y así, saciado con tan dulce juego,
mi corazón se llegue hasta morir.
El alma que aquí abajo fue frustrada
no hallará reposo, ni en el Orco,
pero si logro plasmar lo más querido
y sacro ante todo, la poesía,
entonces sonreiré satisfecho a las feroces
sombras, aunque debiera dejar
en el umbral mi voz. Un solo día
habré vivido como los dioses. Y eso basta.
Friedrich Hölderlin, Lauffen am Neckar, 1770- Tubinga, 1843
En Hölderlin, Poesía Completa, Ediciones 29, Barcelona, 1984. Edición bilingüe. Traductor Federico Gorbea
imagen: s/d
An Die Parzen
Nur einen Sommer gönnt, ihr Gewaltigen!
Und einen Herbst zu reifem Gesange mir,
Dass willinger mein Herz, vom süssen
Spiele gesättiget, dann mir sterbe!
Die Seele, der im Leben ihr göttlich Recht
Nicht ward, sie ruht auch drunten im Orkus nicht;
Doch ist mir einst das Heil'ge, das am
Herzen mir liegt, das Gedicht, gerlungen,
Willkommen dann, o Stille der Schattenwelt!
Zufrieden bin ich, wenn auch mein Saitenspiel
Mich nicht hinabgeleitet; Einmal
Lebt'ich, wie Götter, und mehr bedarf'snicht.
martes, noviembre 02, 2010
de qué música desesperada...
Animales íntimos
Espíritus desalmados en el fondo de sargazos
y desechos de la habitación
Antaño otros amantes partieron aquí el pan de sus gracias con la noche
De estos flacos muebles
Que la memoria de los muertos gusta acariciar largamente
Sus dobles lascivos en el espejo carcomido la mitad irreal de sus encuentros frenéticos
A los que invoco para exorcizar con su imagen que exaltaba la voluntad del fuego en este lugar donde sus corazones latieron
Huésped recién llegado
Aún desconocido para los poderes de esta guarida
mercenaria que de pronto se puebla de animales perezosos
Bestias con ojos de ola y de vía férrea que se abren de par en par en lo profundo de la sombra
Con duras lenguas de cuchara en un comedor de otro país amortajado por las moscas
Animales de sopa
Cubiertos por un caparazón gris de insomnio de grito
De adiós en la lluvia piojos de áscua y de calendario
bestias de caderas viscosas y ambiguas enemigas de la certeza
Con rostros de hormiguero deshecho
Y un soplete oxhídrico en el sexo de la pavorosa llama azul que empuñan los soldadores de ataúdes
Bestias que esparcen el rumor de un sordo remate de objeto antiguos
y deteriorados erizos enormes con tocas
o tal vez cerdos que aúllan espantosamente
Al penetrarles en la garganta un largo cuchillo
Después del balance baldío de toda ausencia
las manos cruzadas sobre el pecho
De qué antro de mi ser de qué deforme ladera
De qué espléndida zarpa nocturna que deja al descubierto una orilla de caos
De qué música desesperada bajo la máscara de polvo de los años
Surge esta compañía
De minúsculas raíces arrancadas
Animales que roncan y jadean y estallan de pronto en la noche
Donde su aliento lúbrico y cálido
Elabora un veneno de cosas usadas un negro aceite de lo absurdo
Cruel como la impotencia y el recuerdo.
Enrique Molina, Buenos Aires, 1910-1997
en Las Bellas Furias, Losada, Buenos Aires, 1966
imagen: Gabriella Chidgey
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