lunes, noviembre 23, 2009

demasiado joven, demasiado tonto



Ultima ratio regum*

Los cañones dicen la razón última del dinero
con letras de plomo en la colina primaveral.
Pero el muchacho que yace bajo los olivos
era demasiado joven y demasiado tonto
para que sus miradas importantes lo notasen.
Era un blanco más adecuado para un beso.

Mientras vivió, los altoparlantes de las fábricas jamás lo llamaron.
Ni tampoco las puertas giratorias de los restaurantes lo arrastraron al interior.
Su nombre nunca apareció en los diarios.
El mundo mantuvo su tradicional muro
alrededor de los muertos con su oro enterrado profundo como un pozo,
mientras que su vida, intangible como los rumores de la bolsa , transcurría.

¡Oh arrojó su gorra suavemente
un día cuando la brisa dejaba caer los pétalos de los árboles!
De la pared marchita brotaron cañones,
la ira de las ametralladoras sesgó los pastos de inmediato;
banderas y hojas cayeron de manos y ramas;
la gorra de tweed se pudrió entre las ortigas.

Consideren que su vida carecía de valor
en términos de empleo, libros contables de hotel, archivos periodísticos.
Consideren. Una de diez mil balas mata a un hombre.
Pregúntense. ¿Se justifica tanto gasto
en la muerte de alguien tan joven y tan tonto
debajo del olivo, oh mundo, oh muerte?


Stephen Spender, Londres 1909-1995
versión © silvia camerotto
De Inmortal Poems of the English Language, Washington Square Press, New York, 1952
imagen: Katy Horna
*'el argumento final de los reyes'

Ultima ratio regum*

The guns spell money's ultimate reason
In letters of lead on the spring hillside.
But the boy lying dead under the olive trees
Was too young and too silly
To have been notable to their important eye.
He was a better target for a kiss.

When he lived, tall factory hooters never summoned him.
Nor did restaurant plate-glass doors revolve to wave him in.
His name never appeared in the papers.
The world maintained its traditional wall
Round the dead with their gold sunk deep as a well,
Whilst his life, intangible as a Stock Exchange rumour, drifted outside.

O too lightly he threw down his cap
One day when the breeze threw petals from the trees.
The unflowering wall sprouted with guns,
Machine-gun anger quickly scythed the grasses;
Flags and leaves fell from hands and branches;
The tweed cap rotted in the nettles.

Consider his life which was valueless
In terms of employment, hotel ledgers, news files.
Consider. One bullet in ten thousand kills a man.
Ask. Was so much expenditure justified
On the death of one so young and so silly
Lying under the olive tree, O world, O death?