lunes, noviembre 23, 2009
demasiado joven, demasiado tonto
Ultima ratio regum*
Los cañones dicen la razón última del dinero
con letras de plomo en la colina primaveral.
Pero el muchacho que yace bajo los olivos
era demasiado joven y demasiado tonto
para que sus miradas importantes lo notasen.
Era un blanco más adecuado para un beso.
Mientras vivió, los altoparlantes de las fábricas jamás lo llamaron.
Ni tampoco las puertas giratorias de los restaurantes lo arrastraron al interior.
Su nombre nunca apareció en los diarios.
El mundo mantuvo su tradicional muro
alrededor de los muertos con su oro enterrado profundo como un pozo,
mientras que su vida, intangible como los rumores de la bolsa , transcurría.
¡Oh arrojó su gorra suavemente
un día cuando la brisa dejaba caer los pétalos de los árboles!
De la pared marchita brotaron cañones,
la ira de las ametralladoras sesgó los pastos de inmediato;
banderas y hojas cayeron de manos y ramas;
la gorra de tweed se pudrió entre las ortigas.
Consideren que su vida carecía de valor
en términos de empleo, libros contables de hotel, archivos periodísticos.
Consideren. Una de diez mil balas mata a un hombre.
Pregúntense. ¿Se justifica tanto gasto
en la muerte de alguien tan joven y tan tonto
debajo del olivo, oh mundo, oh muerte?
Stephen Spender, Londres 1909-1995
versión © silvia camerotto
De Inmortal Poems of the English Language, Washington Square Press, New York, 1952
imagen: Katy Horna
*'el argumento final de los reyes'
Ultima ratio regum*
The guns spell money's ultimate reason
In letters of lead on the spring hillside.
But the boy lying dead under the olive trees
Was too young and too silly
To have been notable to their important eye.
He was a better target for a kiss.
When he lived, tall factory hooters never summoned him.
Nor did restaurant plate-glass doors revolve to wave him in.
His name never appeared in the papers.
The world maintained its traditional wall
Round the dead with their gold sunk deep as a well,
Whilst his life, intangible as a Stock Exchange rumour, drifted outside.
O too lightly he threw down his cap
One day when the breeze threw petals from the trees.
The unflowering wall sprouted with guns,
Machine-gun anger quickly scythed the grasses;
Flags and leaves fell from hands and branches;
The tweed cap rotted in the nettles.
Consider his life which was valueless
In terms of employment, hotel ledgers, news files.
Consider. One bullet in ten thousand kills a man.
Ask. Was so much expenditure justified
On the death of one so young and so silly
Lying under the olive tree, O world, O death?
lunes, noviembre 16, 2009
sé que no tiene intenciones
Alabanza a mi hermana
Mi hermana no escribe poemas
y es improbable que de pronto comience a escribir poemas.
Le viene de su madre, que no escribía poemas,
y de su padre, que tampoco escribía poemas.
Bajo el techo de mi hermana me siento a salvo:
nada impulsaría al marido de mi hermana a escribir poemas.
Y aunque suene como un poema de Adam Macedonski,
ninguno de mis parientes se ocupa de escribir poemas.
En el escritorio de mi hermana no hay poemas viejos
ni nuevos en su bolso.
Y cuando mi hermana me invita a cenar,
sé que no tiene intenciones de leerme poemas.
Hace magníficas sopas sin esfuerzo,
y el café no se derrama sobre sus manuscritos.
En muchas familias nadie escribe poemas,
pero cuando lo hacen, rara vez es sólo una persona.
Algunas veces la poesía fluye en cascadas de generaciones
que ocasionan temibles corrientes en las relaciones familiares.
Mi hermana cultiva una prosa hablada decente,
pero toda su producción literaria está en tarjetas postales veraniegas
que prometen la misma cosa cada año:
que cuando vuelva me contará todo,
todo,
todo.
Wislawa Szymborska, Bnin, 1923
Wislawa Szymborska, Poesía no completa, Edición y Traducción: Gerardo Beltrán y Abel A Murcia, México, Fondo de Cultura Económica, 2008
imagen: Balthus
viernes, noviembre 13, 2009
con la cabeza del juglar
2
Me detengo un momento
en el país de los países
de las maravillas
la izquierda es la derecha
lo blanco es negro.
-Es éste el país
equívoco del equívoco
de los equívocos
pregunté.
-No obstante
trata de dar
los pasos necesarios
y salto
y entro
pero no sé
si estoy entrando
estoy saliendo
y hay que bajar
para subir
y si es que sube
baja
y salgo
y entro
y doy tres pasos
adelante
y estoy atrás
y atrás
se está adelante
y nunca
vuelvo al mismo lugar. Nunca
pero se vuelve
siempre
siempre
y salto y entro y salgo y entro
con la cabeza
del juglar
a la que el sol
golpea y
golpea
Al paso
al paso
-Generaciones y generaciones
jodidas por la estética
cometida
con premeditación
dijo el que estaba desde la barricada
haciéndola
detrás de.
jodidos y jodiendo
a los demás
por dorar demasiado
la píldora
por eso
a no 'poetizar'
ya más
lo podrido
está podrido
lo enfermo
está enfermo
no digo
no
quedar en la puteada
gritó
el que estaba desde la
pero sí
que hay que acabar
con el miedo
a pegar el cascotazo
dijo pegando el
lanzando un
habla
di tu palabra
y si eres poeta
'eso'
será poesía
que tu palabra
sea irrupción
de lo espontáneo
que lo que digas
diga tu existencia
antes
que 'tu poesía'
que tu ritmo
sea
pulso de la vida
antes que un elemento
de la música
gritó
arrojando otro
pegando
que tu verso
dé la vida
antes que su comentario
asoma
asoma
de entre tantas
sofisticadas
acumulaciones
dijo asomando el que estaba desde la barricada
asomando
libre de la complicidad
con 'lo poético'
asome
tu duro estallido
de palabras
golpeando
rompe el mito
de que has nacido antes que nada
para expresar 'lo bello'
para decirlo ante todo
'bellamente'
¡comienza abandonar esos prejuicios!
Leónidas Lamborghini, Buenos Aires 1927-2009
de El solicitante descolocado, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1989
Leónidas Lamborghini murió a los 82 años, en Buenos Aires, el 13 de noviembre de 2009.
lunes, noviembre 09, 2009
emily dickinson. algunos dicen que una palabra muere y otro
LXXXIX
Algunos dicen que
una palabra muere
cuando se dice.
Yo digo que cobra vida
justo ese día.
XC
Venerar los días simples
que guían las estaciones,
solo exige recordar
que a ti o a mí
pueden quitarnos
eso nimio llamado inmortalidad.
Investir la existencia
de un aire majestuoso
solo exige recordar
que para el cielo
esa bellota que está allí
es el óvulo de los bosques.
XCI
Es tan poca cosa llorar,
tan breve es suspirar;
y sin embargo, según los oficios,
hombres y mujeres morimos
conforme a esas medidas.
Emily Dickinson, 1830- 1886, Amherst, Massachusetts.
Versión © Silvia Camerotto
De The Collected Poems of Emily Dickinson, Barnes & Noble, New York, 1993
Imagen: Dorothea Tanning,Cumpleaños, 1942. En de plata y exacto.
LXXXIX A word is dead/ When it is said,/ Some say./ I say it just/ Begins to live / That day.
XC To venerate the simple days/ Which lead the seasons by,/ Needs but to remember
That from you or me / They may take the trifle / Termed mortality! // To invest existence with a stately air,/ Needs but to remember /That the acorn there/ Is the egg of forests/ For the upper air!
XCI It’s such a little thing to weep,/ So short a thing to sigh;/ And yet by trades the size of these/ We men and women die!
jueves, noviembre 05, 2009
hugo padeletti. poemas 1960-1980
creo
en
confiada desconfianza.
Intermitentes asesores, aprendí,
imponen grietas. El camino
convergente
negarán.
'El que sabe
no sabe'.en
confiada desconfianza.
Intermitentes asesores, aprendí,
imponen grietas. El camino
convergente
negarán.
'El que sabe
Es
mi certidumbre. Como el pez,
no sabría
trajinar. Necesita, comprendí,
aguas profundas.
'En el aire
se haría aire'.
Creo
como la planta.
Va
del roble a la bellota y
viceversa,nunca igual, en
confiada desconfianza.
Al cumplirse la hora
se desprende un follaje,
se chamusca un miraje,
se seca el lodo. ¿A dónde
podría ir? Estaré en el espacio
transparente,
como todo.
Estaré en el azul, en los encajes
del hinojo,
en el rojo implacable
de la sangre,
en la mente,
en el ojo.
Al que medita,
este paseo de cipreses'.
Al que piensa en la muerte,
esta resonancia de lápidas.
Un ángel disidente,
quizás un querubín,
garantiza el atajo diferente,
la senda abrupta. ¿Hay privilegios
para el maná? Los cinco dedos
de la mano
son distintos:
el caballo cocea,
el mono agarra.
Hugo Padeletti, Alcorta, 1928
de Hugo Padeletti, Poemas, 1960-1980, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1989
miércoles, noviembre 04, 2009
alda merini. in memoriam
alda merini, Milán 1931-2009
**albergo a ore, en este blog
*** a tutte le donne, en campo de maniobras de jorge aulicino
**** mi límite frío de sueño, en el mundo incompleto de irene gruss
**albergo a ore, en este blog
*** a tutte le donne, en campo de maniobras de jorge aulicino
**** mi límite frío de sueño, en el mundo incompleto de irene gruss
martes, noviembre 03, 2009
en la desventaja de mis maduraciones
Una reza
Reza oir la reza de las apariciones ronca por la ronca de
las enterraciones y vuelve los ojos al paisaje metido
dentro de la carne y del fuego del movimiento
humano más real el de pasitos de hombres en el
espacio humillado por sus elegantes desnutriciones,
oh país límpido, intercambiado con tartamudos y
despanzurrados y afeitados por el llano y
asesinadores engendrados en las negras copulaciones
entre ramos y entre santos de ojeras casi naturales,
yo exclamo que duermo sobre la arena caída en la
desventaja de mis maduraciones que sollozan todo
el poder del fuego.
Yo, que tengo el alimento más moderno, estoy rastreando
el invierno y las pudriciones de estos llanos.
El canto impopular
Yo, el rastreador, que ha dormido en los atrasos de la
luna en los atajos peninsulares, y ahora siento el
canto del desahogo, a través del orgulloso coraje,
oh mis pequeños seres del desamparao, canto mi canto
con un lenguaje impopular, pero cercano a
vuestros vestidos miserables.
El vestido las telas livianas de las mejillas despintadas el
olor de los motines talados de la miseria siempre
en la flor del fuego del pensamiento destruido sin
nacimiento en las coloridas y espléndidas
organizaciones de las albas lujosas de todos los días
de todos los montones de días ligeros y azucarados
por las cañas dulces solares irredentas ininterrumpidas
feroces vivientes de la irrectitud siempre anárquica
del espacio siempre moderno y siempre solidario
con los cantos de las invisibles deidades y de los
otros personajes reales asombrados de la miseria de
los sucios paisanos que encienden el clavel del
esperma nocturno sifilizado y demente y excitado
por los cerdos.
Oh, en mi escenario, de rodillas. Cocinas conteniendo el
aliento del dormido rencor en la palidez del alba.
Oh, gente sin viajes, que no puede fumar en el
fuego del universo su tabaco de miel arrollada por
el invierno, su comida de humo bañando el
ligerísimo mosquitero de rabia del color el color que
no trajina por las camas y que sólo saluda a la
sombra con sombrero del Ave Marías en el altar de
los santos ensordecidos por los fétidos besos.
Oh, mí, el rastreador, que ha dormido tirado entre los
yuyos, entre la ferocidad joyal de las palmeras en
el borde del agua, y de una cocina sucia llena de
lechos sucios y de tarros con jazmines calentados
del ex-alba.
Francisco Madariaga, Corrientes, 1927- Buenos Aires, 2000.
de Francisco Madariaga, Tembladerales de oro, Colección Poesía, El búho encantado, Rosario, Plaqueta 25, Octubre de 1985.
Reza oir la reza de las apariciones ronca por la ronca de
las enterraciones y vuelve los ojos al paisaje metido
dentro de la carne y del fuego del movimiento
humano más real el de pasitos de hombres en el
espacio humillado por sus elegantes desnutriciones,
oh país límpido, intercambiado con tartamudos y
despanzurrados y afeitados por el llano y
asesinadores engendrados en las negras copulaciones
entre ramos y entre santos de ojeras casi naturales,
yo exclamo que duermo sobre la arena caída en la
desventaja de mis maduraciones que sollozan todo
el poder del fuego.
Yo, que tengo el alimento más moderno, estoy rastreando
el invierno y las pudriciones de estos llanos.
El canto impopular
Yo, el rastreador, que ha dormido en los atrasos de la
luna en los atajos peninsulares, y ahora siento el
canto del desahogo, a través del orgulloso coraje,
oh mis pequeños seres del desamparao, canto mi canto
con un lenguaje impopular, pero cercano a
vuestros vestidos miserables.
El vestido las telas livianas de las mejillas despintadas el
olor de los motines talados de la miseria siempre
en la flor del fuego del pensamiento destruido sin
nacimiento en las coloridas y espléndidas
organizaciones de las albas lujosas de todos los días
de todos los montones de días ligeros y azucarados
por las cañas dulces solares irredentas ininterrumpidas
feroces vivientes de la irrectitud siempre anárquica
del espacio siempre moderno y siempre solidario
con los cantos de las invisibles deidades y de los
otros personajes reales asombrados de la miseria de
los sucios paisanos que encienden el clavel del
esperma nocturno sifilizado y demente y excitado
por los cerdos.
Oh, en mi escenario, de rodillas. Cocinas conteniendo el
aliento del dormido rencor en la palidez del alba.
Oh, gente sin viajes, que no puede fumar en el
fuego del universo su tabaco de miel arrollada por
el invierno, su comida de humo bañando el
ligerísimo mosquitero de rabia del color el color que
no trajina por las camas y que sólo saluda a la
sombra con sombrero del Ave Marías en el altar de
los santos ensordecidos por los fétidos besos.
Oh, mí, el rastreador, que ha dormido tirado entre los
yuyos, entre la ferocidad joyal de las palmeras en
el borde del agua, y de una cocina sucia llena de
lechos sucios y de tarros con jazmines calentados
del ex-alba.
Francisco Madariaga, Corrientes, 1927- Buenos Aires, 2000.
de Francisco Madariaga, Tembladerales de oro, Colección Poesía, El búho encantado, Rosario, Plaqueta 25, Octubre de 1985.
imagen: S/D
lunes, noviembre 02, 2009
il miglior fabbro
Un significado multiplicado y a veces incluso, inaprensible, es de todas maneras, comunicado. Julia Kristeva, El sujeto en cuestión: el lenguaje poético.
Sobre la poesía y su operación al margen de la realidad mensurable
a Ismael
Según el Corominas, el arte es el conjunto de preceptos para hacer bien algo, hasta 1140. Del latín ARS, ARTIS, f. ‘habilidad’, ‘profesión, arte’. El objeto se despliega, provocando la condensación pura de la creación, percibiendo lo que el objeto es. En tanto el bien como concepto de valor, el valor será un término transitorio, personal y arbitrario.
El arte poético opera como impacto instantáneo, no discursivo. Históricamente, la escritura se relaciona de alguna forma con la posesión del objeto, a través de un ritual ‘mágico’, una acción directa sobre aquello que el signo representa. Si nos remontamos a la época protosumeria, los símbolos primitivos se convierten en letras de un alfabeto, representadas en las tablillas de barro de la Mesopotamia. Los griegos, bajo la influencia neoplatónica y el gnosticismo oriental, crean los technopaegnia o caligramas; los latinos, los carmina figurata. En la época alejandrina se pretendía reproducir con las palabras los efectos de las artes plásticas, reconstruyendo el objeto mediante el lenguaje y en la Edad Media la experimentación era básicamente formal. Después del Renacimiento, con el Manierismo, se revitalizan estos artificios que el Barroco desarrollará en forma laberíntica que, posteriormente, con la llegada de la revolución industrial y burguesa, pasará del realismo al simbolismo, hasta el caligrama moderno. En otras palabras, se busca: pintar con palabras mediante artificiosa selección y hábil combinación de vocablos.
Hasta aquí hemos hablado de la relación directa entre objeto y representación. Retomemos hacer bien. Cuando Harriet Monroe le pidió a Ezra Pound su colaboración para la revista Poetry, el bueno de Pound en una misiva, rechazando cualquier intervención, sostenía que la poesía era un medio vivo, en constante flujo.
Ahora, captar la belleza exige poseerla antes; para potenciar la palabra poética, esa lengua, aristotélicamente, debe tener un carácter extraño y sorprendente. Entonces, el arte es capaz de producir admiración y estupor. Esto equivale a un trabajo de artesanía, la competencia del hacer con arte: el artificio.
Artesano, hasta 1440, del italiano artigiano, derivado según el modelo de cortigiano ‘cortesano’; artesanía hasta 1490. Artista, 1495; artístico 1832. Compuestos. Artefacto, mediados del siglo XVIII, del latín arte factus ‘hecho con arte’. Artífice, hasta 1490, latín artĭfex,-fĭcis, íd. Formado con facĕre ‘hacer’, artificio, 2da.mitad Siglo X, latín artificium íd. artificial hasta 1250; artificioso, 1495; artificiero.
Dante llamó a Daniel Arnaut il miglior fabbro. Su arte era como el de un joyero: limaba y pulía sus poemas hasta la perfección. Pound, quien analiza algunos de ellos verso por verso, sostiene que la artesanía arnautiana camina al lado de los kennings del Beowulf.
Hacía bien.
No perdida la vinculación a la Cábala, los poetas cifrarán sus conocimientos —en sentido anti-cientificista, o mejor dicho, conocimiento no demostrable— en clave, violando los códigos del lenguaje para reconstruirlos luego, en un plano otro. Esta estructura latente, reducida a una sola palabra o en ausencia, fuerza al lector a percibir la oblicuidad y el desplazamiento a lo largo del texto. El significado de las palabras es la historia de las palabras y las asociaciones que de ellas se hagan, sin que la duración de las sílabas o las cualidades de las palabras sean descuidadas. Cargadas de sentido mediante imaginación, sonido e impacto verbal del lenguaje poético, la visión se teje: se escribe sobre lo que se tiene. Y se escribe hasta alcanzar la belleza por encima del pensamiento, sin que el lenguaje se independice de la idea, construyendo una estructura plena de armonía de elementos.
La disposición de las palabras, fieles al objeto o al hecho que procuran registrar, nos indican, fundamentalmente, dos cosas: los objetos merecen respeto, y violentar el lenguaje no es la única manera de escribir poesía.
Los mecanismos de representación, la correlación entre emoción, sonido y ritmo requieren de la sugestión. En tal caso, se realiza un proceso de estimulación en el lector, mediante una palabra o grupo de palabras cuyo acomodamiento abre un nuevo camino. La organización del verso y la interiorización producen tensiones que, a su vez, renuevan los códigos, mediante la comunicación de lo inaprehensible.
Este acto es imprevisible. Ya no son los artificios de repetición de fórmulas de La Ilíada o en La Odisea, sino una nueva dimensión. Porque el lenguaje poético es autotélico, y la palabra poética tiene un valor autónomo. Sin embargo, la imagen poética no está sometida a un impulso. En la experiencia tética y en la armonía estética, se genera la naturaleza única del artefacto, operando al margen de una realidad mensurable. Porque la lírica es fundamentalmente antidiscurso. Aún cuando alcance el principio de equivalencia, el artificio poético ha de ser lo suficientemente sólido para que no se desnaturalice el objeto.
No hablamos de excesos. La coerción y la repetición trabajados finamente no implican el ‘To be wild with nothing to be wild about’, que es lo que viene sucediendo en la actualidad. Decir sin tener nada que decir. Escribir por correspondencia o en conflicto, con una obsesión neurótica por la forma, donde prolifera la falta de evidencia del objeto. No es cuestión de redimir el pathos, porque la poesía tiene que justificarse a sí misma dramáticamente y no ser simplemente pura poesía ajustada a la forma dramática. No sentimentalismo. No decir la belleza, en rigor, hacerla. Recuperar el lirismo, caracterizado por la musicalidad interior, la capacidad del pathos, sin dramatismos rimbombantes. Recuperar el sentido y el pasado de las palabras. No ejercer una copia minimalista del pensamiento mediante ideogramas. No hablar de la experiencia directa sin tener una experiencia trascendente.
La lírica ha de ser un método de composición. Un artificio que incluya el efecto, en suma, los rodamientos y las cadenas, los artificios para los cambios de decoración, las escaleras y los escotillones, las plumas de gallo, el colorete, los lunares y todos los aceites que en el noventa y nueve por ciento de los casos son lo peculiar del histrión literario.
La fina artesanía que busca incansablemente el sentido.
©silvia camerotto, lomas de zamora, 1959
imagen: Arnaut Daniel, códice del siglo XII, Biblioteca Nacional de FranciaEl arte poético opera como impacto instantáneo, no discursivo. Históricamente, la escritura se relaciona de alguna forma con la posesión del objeto, a través de un ritual ‘mágico’, una acción directa sobre aquello que el signo representa. Si nos remontamos a la época protosumeria, los símbolos primitivos se convierten en letras de un alfabeto, representadas en las tablillas de barro de la Mesopotamia. Los griegos, bajo la influencia neoplatónica y el gnosticismo oriental, crean los technopaegnia o caligramas; los latinos, los carmina figurata. En la época alejandrina se pretendía reproducir con las palabras los efectos de las artes plásticas, reconstruyendo el objeto mediante el lenguaje y en la Edad Media la experimentación era básicamente formal. Después del Renacimiento, con el Manierismo, se revitalizan estos artificios que el Barroco desarrollará en forma laberíntica que, posteriormente, con la llegada de la revolución industrial y burguesa, pasará del realismo al simbolismo, hasta el caligrama moderno. En otras palabras, se busca: pintar con palabras mediante artificiosa selección y hábil combinación de vocablos.
Hasta aquí hemos hablado de la relación directa entre objeto y representación. Retomemos hacer bien. Cuando Harriet Monroe le pidió a Ezra Pound su colaboración para la revista Poetry, el bueno de Pound en una misiva, rechazando cualquier intervención, sostenía que la poesía era un medio vivo, en constante flujo.
Ahora, captar la belleza exige poseerla antes; para potenciar la palabra poética, esa lengua, aristotélicamente, debe tener un carácter extraño y sorprendente. Entonces, el arte es capaz de producir admiración y estupor. Esto equivale a un trabajo de artesanía, la competencia del hacer con arte: el artificio.
Artesano, hasta 1440, del italiano artigiano, derivado según el modelo de cortigiano ‘cortesano’; artesanía hasta 1490. Artista, 1495; artístico 1832. Compuestos. Artefacto, mediados del siglo XVIII, del latín arte factus ‘hecho con arte’. Artífice, hasta 1490, latín artĭfex,-fĭcis, íd. Formado con facĕre ‘hacer’, artificio, 2da.mitad Siglo X, latín artificium íd. artificial hasta 1250; artificioso, 1495; artificiero.
Dante llamó a Daniel Arnaut il miglior fabbro. Su arte era como el de un joyero: limaba y pulía sus poemas hasta la perfección. Pound, quien analiza algunos de ellos verso por verso, sostiene que la artesanía arnautiana camina al lado de los kennings del Beowulf.
Hacía bien.
No perdida la vinculación a la Cábala, los poetas cifrarán sus conocimientos —en sentido anti-cientificista, o mejor dicho, conocimiento no demostrable— en clave, violando los códigos del lenguaje para reconstruirlos luego, en un plano otro. Esta estructura latente, reducida a una sola palabra o en ausencia, fuerza al lector a percibir la oblicuidad y el desplazamiento a lo largo del texto. El significado de las palabras es la historia de las palabras y las asociaciones que de ellas se hagan, sin que la duración de las sílabas o las cualidades de las palabras sean descuidadas. Cargadas de sentido mediante imaginación, sonido e impacto verbal del lenguaje poético, la visión se teje: se escribe sobre lo que se tiene. Y se escribe hasta alcanzar la belleza por encima del pensamiento, sin que el lenguaje se independice de la idea, construyendo una estructura plena de armonía de elementos.
La disposición de las palabras, fieles al objeto o al hecho que procuran registrar, nos indican, fundamentalmente, dos cosas: los objetos merecen respeto, y violentar el lenguaje no es la única manera de escribir poesía.
Los mecanismos de representación, la correlación entre emoción, sonido y ritmo requieren de la sugestión. En tal caso, se realiza un proceso de estimulación en el lector, mediante una palabra o grupo de palabras cuyo acomodamiento abre un nuevo camino. La organización del verso y la interiorización producen tensiones que, a su vez, renuevan los códigos, mediante la comunicación de lo inaprehensible.
Este acto es imprevisible. Ya no son los artificios de repetición de fórmulas de La Ilíada o en La Odisea, sino una nueva dimensión. Porque el lenguaje poético es autotélico, y la palabra poética tiene un valor autónomo. Sin embargo, la imagen poética no está sometida a un impulso. En la experiencia tética y en la armonía estética, se genera la naturaleza única del artefacto, operando al margen de una realidad mensurable. Porque la lírica es fundamentalmente antidiscurso. Aún cuando alcance el principio de equivalencia, el artificio poético ha de ser lo suficientemente sólido para que no se desnaturalice el objeto.
No hablamos de excesos. La coerción y la repetición trabajados finamente no implican el ‘To be wild with nothing to be wild about’, que es lo que viene sucediendo en la actualidad. Decir sin tener nada que decir. Escribir por correspondencia o en conflicto, con una obsesión neurótica por la forma, donde prolifera la falta de evidencia del objeto. No es cuestión de redimir el pathos, porque la poesía tiene que justificarse a sí misma dramáticamente y no ser simplemente pura poesía ajustada a la forma dramática. No sentimentalismo. No decir la belleza, en rigor, hacerla. Recuperar el lirismo, caracterizado por la musicalidad interior, la capacidad del pathos, sin dramatismos rimbombantes. Recuperar el sentido y el pasado de las palabras. No ejercer una copia minimalista del pensamiento mediante ideogramas. No hablar de la experiencia directa sin tener una experiencia trascendente.
La lírica ha de ser un método de composición. Un artificio que incluya el efecto, en suma, los rodamientos y las cadenas, los artificios para los cambios de decoración, las escaleras y los escotillones, las plumas de gallo, el colorete, los lunares y todos los aceites que en el noventa y nueve por ciento de los casos son lo peculiar del histrión literario.
La fina artesanía que busca incansablemente el sentido.
©silvia camerotto, lomas de zamora, 1959
***
Menéndez y Pelayo, Marcelino, Orígenes de la novela , Madrid, 1905.
Corominas, Joan, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Editorial Gredos, 2000.
T.S.Eliot, Poetry and dramma.
Poe, Edgar Alan, Method of Composition
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