Preparando el fuego
He bajado temprano
buscando algo qué hacer
cuando veo a mi padre de rodillas
frente al hogar en la sala de
estar
barriendo las cenizas
de alrededor y debajo del morillo
con un suave cepillo marrón
que usa para eso en especial.
¿Habrá estado aquí toda la noche
esperando atraparme con las manos
en la masa?
Por lo que sé
no he hecho nada malo.
Lo sigo pensando
cuando me llama
sin darse vuelta;
debe haberme visto
con los ojos de atrás de la
cabeza.
‘¿Qué ocurre hijo querido?
¿No pudiste dormir?’
Su voz es más amable de lo
esperado,
como si supiera
que compartimos una tristeza
que aún no siento.
Patino hacia él con mis medias
grises
sobre la madera lustrada del
estar,
negociando con las carpetas
con sus diseños de casi-dragones.
Sigue sin darse vuelta.
Ahora se dedica
a arreglar un manojo de leña
sobre diario arrugado en la
leñera,
aplastando pequeños de trozos de
carbón
con cuidado entre las ramas
como si decorara una torta.
Luego enciende un fósforo
y lo tira como viene,
antes de extender una hoja nueva
de diario
sobre toda la boca del hogar
para que las llamas se enciendan.
Por qué esta hoja nueva
no prende también
no lo sé.
Las llamas están muy cerca.
Puedo verlas
y las oigo enfurecerse
con la viñeta de ayer del
presidente Kennedy
y el presidente Khrushchev
corriéndose uno al otro en sus
motonetas
ambos gritando
¡Seguro que él para primero!
Pero no hace falta preocuparse.
Todo
es tal como mi padre quiere que
sea,
y a su debido tiempo,
cuando el fuego arde agradable,
sacude el diario para acomodarlo,
lo dobla bajo su brazo,
y toma la pala
con los restos de la noche
anterior.
¿Ha vuelto a hablarme?
No lo creo. No
lo sé.
Pensaba en que prolijo es.
Me preguntaba:
¿seré así? ¿Cómo me arreglaré?
Después elige un leño
de la leñera de mimbre
para equilibrar las brasas,
y admira su habilidad.
Cuando llegue el momento de seguirlo,
deslizarse, deslizarse por el
piso lustrado,
él hace de guía hasta los
basureros.
Un aliento a ceniza
se derrama sin parar sobre su
hombro
desde la fuente que lleva delante
como un hombre cargando un don
en una pintura de un hombre cargando
un don.
Andrew Motion, Londres, 1952
De
Coming in to Land: Selected Poems, 1975-2015,
HarperCollins Publishers, 2017
Versión
©Silvia Camerotto
Laying
the Fire
I am downstairs early
looking for something to do
when I find my father on his knees
at the fireplace in the
sitting-room
sweeping ash
from around and beneath the grate
with the soft brown hand-brush
he keeps especially for this.
Has he been here all night
waiting to catch me out?
So far as I can tell
I have done nothing wrong.
I think so again
when he calls my name
without turning round;
he must have seen me
with the eyes in the back of his
head.
‘What’s the matter old boy?
Couldn’t sleep?’
His voice is kinder than I expect,
as though he knows
we have in common a sadness
I do not feel yet.
I skate towards him in my grey
socks
over the polished boards of the
sitting-room,
negotiating the rugs
with their patterns of almost-dragons.
He still does not turn round.
He is concentrating now
on arranging a stack of kindling
on crumpled newspaper in the fire
basket,
pressing small lumps of coal
carefully between the sticks
as though he is decorating a cake.
Then he spurts a match,
and chucks it on any old how,
before spreading a fresh sheet of
newspaper
over the whole mouth of the
fireplace
to make the flames take hold.
Why this fresh sheet
does not also catch alight
I cannot think.
The flames are very close.
I can see them
and hear them raging
through yesterday’s cartoon of
President Kennedy
and President Khrushchev
racing towards each other in their
motorcars
both shouting
I’m sure he’s going to stop first!
But there’s no need to worry.
Everything
is just as my father wants it to
be,
and in due time,
when the fire is burning nicely,
he whisks the newspaper clear,
folds it under his arm,
and picks up the dustpan
with the debris of the night
before.
Has he just spoken to me again?
I do not think so. I
do not know.
I was thinking how neat he is.
I was asking myself:
will I be like this? How will I
manage?
After that he chooses a log
from the wicker wood-basket
to balance on the coals,
and admires his handiwork.
When the time comes to follow him,
glide, glide over the polished
floor,
he leads the way to the dustbins.
A breath of ash
pours continuously over his
shoulder
from the pan he carries before him
like a man bearing a gift
in a picture of a man bearing a
gift.
1 comentario:
Muchas gracias por compartir todos estos autores y textos y versiones...que increible es la página, que verdad es eso de que uno llega indefectiblemente o irremediablemente tarde a todo. Visito este lugar a diario y hasta diría que ...lo siento muy necesario...un saludo..
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