Un siglo sin mitos
-El siglo XIX no puede ser apelado aún- dijo Garbeld. Y agregó, luego de plegar el diario en cuatro: -Hace tres mil años imperaban la Gorgona, el Minotauro. En el siglo XIX se disiparon los monstruos, los prodigios, y comenzaron a utilizarse esas palabras en sentido figurado, o mejor dicho: se aplican a desfiguraciones de la naturaleza. Desde el siglo XIX usamos la negación, la paradoja, pero no prosperó pensamiento alguno sobre el cosmos real. -Tengo entendido- dije- que desde el siglo XIX prosperó precisamente la cosmología y tenemos un esquema aproximado del nacimiento del universo y su estado actual. -¿A qué se refiere? -se enojó Garbeld. -Precisamente a las teorías sobre el cosmos, que parecen muy correctas. -Desde el siglo XIX sólo negamos los prodigios -se emperró Garbeld.-Todos ellos fueron limitados, junto con los salvajes, a reducciones, a reservas temáticas. Revistas de horóscopos y otra literatura menor, programas o canales de televisión especiales para almas cándidas. Toda idea maravillosa es extracurricular. Desde el siglo XIX, no hemos descubierto nada ni inventado nada. -Tal vez no hayamos descubierto, pero inventado... Tenemos miles de artefactos y medicamentos. -Curioso lo que me dice -declaró Garbeld-. No lo había notado. -Precisamente -dije-, la civilización es imperceptible (era una buena frase, sí). -Me desanima -dijo Garbeld. Y estaba verdaderamente compungido, el diario doblado sobre sus rodillas, pálido, la mirada perdida en el vacío.
Gustav Who, Decepciones de Garbeld, Chillán, 1999
en Memoria de Garbeld por Jorge Aulicino, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2010
Jorge Aulicino, Buenos Aires, 1949
imagen: s/d
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