jueves, diciembre 25, 2014

william carlos williams. solsticio



Solsticio

El río está lleno
El tiempo está maduro
Deja en paz a los pensamientos asesinos

Ninguna hoja en los árboles
Un sol pálido oscurece
La tierra congelada

La quietud reina
Ni pájaros ni viento
El día más corto del año

es favorable


1935
William Carlos Williams, Rutherford, 1883- 1963
versión © Silvia Camerotto
imagen de Laurie Justus Pace© en Laurie Justus Pace

Solstice

The river is full 
The time is ripe 
Give murderous thoughts rest

No leaves on the trees 
A mild sun darkens 
the frosty earth

Quietness reigns 
No birds, no wind 
The shortest day of the year

is favorable



miércoles, diciembre 03, 2014

alejandro schmidt. inéditos



***
en fin
siempre el despojo
como la rosa final,como nacer
qué pena
y mejor pensar entonces
hacia dónde cuándo

( acaso
hizo falta todo
tanto
para lograr esa pregunta
qué hago
qué me hace)


***
esa piedra que fundó el mañana


bajo el piadoso examen de unas alas
muchos mueren entre nosotros
y en cada palabra
 algún sepulcro con su niño vivo
fuga hacia fronteras de amargura.


Alejandro Schmidt, Villa María, Córdoba, 1955
Inéditos
imagen de Lana Yurinova-Moes en Art Contemporary Pink Roses


lunes, diciembre 01, 2014

mark strand. comiendo poesía




Comiendo poesía

La tinta se escapa por la comisura de mis labios.
No hay felicidad como la mía.
Estuve comiendo poesía.

La bibliotecaria no puede creer lo que ve.
Sus ojos están tristes
y camina con las manos sobre el vestido.

Los poemas se han ido.
La luz es débil.
Los perros están en la escalera del sótano y suben.

Revolean los ojos,
refriegan sus patas rubias.
La pobre bibliotecaria comienza a patalear y a llorar.

Ella no comprende.
Cuando me pongo de rodillas y lamo su mano
ella grita.

Soy un hombre nuevo.
Le gruño y le ladro,
Muero de alegría en la oscuridad libresca.


 Mark Strand, Summerside, Canadá, 1934- Brooklyn, 2014
versión ©Silvia Camerotto

Eating poetry
Ink runs from the corners of my mouth.
There is no happiness like mine.
I have been eating poetry.

The librarian does not believe what she sees.
Her eyes are sad
and she walks with her hands in her dress.

The poems are gone.
The light is dim.
The dogs are on the basement stairs and coming up.

Their eyeballs roll,
their blond legs burn like brush.
The poor librarian begins to stamp her feet and weep.

She does not understand.
When I get on my knees and lick her hand,
she screams.

I am a new man,
I snarl at her and bark,
I romp with joy in the bookish dark.