domingo, febrero 26, 2012

ahora ya no




***

Esa vieja a lo lejos apenas puede colgar en la soga un repasador,
antes lo retorció pero ya no como antes,
cuando la fuerza era ciega y
eran sábanas, toallones, el mameluco de su hombre, los infinitos
calcetines, no, ahora ya no,
apenas da en el blanco con ese broche
y lo aprieta, se agarra de la soga,
suspira.
De pronto mueve su cabeza,
ve que la estoy mirando, la saludo como si la conociera. Sonríe y
va hasta la maceta del malvón, me la ofrece
entre los cables, el aire que nos separa.

Irene Gruss, Buenos Aires, 1950
inédito 
imagen s/d

miércoles, febrero 22, 2012

william carlos williams. los árboles botticellianos




Los árboles botticellianos

El alfabeto de
los árboles

se desvanece entre
el canto de las hojas

los trazos
cruzados de las delgadas

letras que escribió  
el invierno

y el frío
han sido iluminados

por  un
verde intenso

por la lluvia y el sol—
Los simples y estrictos

principios
de las ramas erguidas

son modificados
por síes

privados de su color, estados
devotos

las sonrisas del amor—
…………………………….

hasta que las frases 
desnudas

se muevan como los muslos
de una mujer debajo de la ropa

y alaben en secreto
apasionadas

la supremacía del amor
en el verano—

En el verano la canción
se canta a sí misma

por encima de las palabras ocultas 
William Carlos Williams, RutherfordNueva Jersey1883 –1963
Versión © Silvia Camerotto
imagen de Sandro Botticelli, La primavera



The Botticellian Trees

The alphabet of
the trees

is fading in the
song of the leaves

the crossing
bars of the thin

letters that spelled
winter

and the cold
have been illuminated

with
pointed green

by the rain and sun—
The strict simple

principles of
straight branches

are being modified
by pinched-out

ifs of color, devout
conditions

the smiles of love—
. . . . . .

until the script
sentences

move as a woman's
limbs under cloth

and praise from secrecy
quick with desire

love's ascendancy
in summer—

In summer the song
sings itself

above the muffled words—




lunes, febrero 20, 2012

some friendships last forever

in memoriam



The glory of love 

This is a song I've been singing for a long time. 
It's like an old friend. 
But, you know, I think it 
it's only recently that I discovered what it's really about."

You've got to give a little, take a little,
and let your poor heart break a little.
That's the story of, that's the glory of love.

You've got to laugh a little, cry a little,
until the clouds roll by a little.
That's the story of, that's the glory of love.

As long as there's the two of us,
we've got the world and all it's charms.
And when the world is through with us,
we've got each other's arms.

You've got to win a little, lose a little,
yes, and always have the blues a little.
That's the story of, that's the glory of love.
That's the story of, that's the glory of love.

en sus tramas más turbias los antiguos diluvios



Memoria de las lluvias


Cuántas veces las lluvias del alba en sus caminos
me llevaron soñando, lentamente y dichosa,
al cristal de los campos, entre hileras de pinos,
buscando los favores de una luz asombrosa;


cuántas veces las vi reintegrar las extintas
ventanas, en los árboles perdidos en los puros
tumultos de sus ondas, que enlazaban las cintas
del recuerdo que puebla sus transparentes muros.


Las oí, deslumbrada, golpear las claraboyas
con la suave insistencia que precede los rayos
mientras en los follajes relucían las joyas
líquidas que bañaban las flores y los tallos..


Cautivando el jardín con dulces lejanías
escuché en sus rumores siempre el eco de un piano
y descubrí en la forma de sus tapicerías
un profundo invernáculo, celeste en el verano,


las columnas de un templo con estatuas asiáticas,
jaurías que bajaban al pie de una vertiente,
un Mercurio entre plátanos y fragancias extáticas
que en la noche morían desordenadamente.


Vi en sus tramas más turbias los antiguos diluvios
que encerraban los árboles, las torres y los hombres, 
las nacientes ciudades y los trigales rubios
en sepulcros de barro que no llevaban nombres;


y en las más detalladas, solos, predestinados,
en círculos giraban los nombres preferidos
hasta encontrar en suaves metros enamorados
los versos recordados, los versos prometidos.


Silvina Ocampo, Buenos Aires, 1903 - 1994
en Silvina Ocampo, Poesía completa, Tomo I, Emecé, Buenos Aires, 2002

imagen de Vincent Van Gogh

domingo, febrero 19, 2012

enrique molina. itinerarios


Itinerarios

Tu  cuerpo y el lazo de seda rústica que conduce a las plantaciones de la costa
al sudor de tu cabellera quemada por las nubes
a los instantes inolvidables
-tantas mutaciones de nómada y de clandestinidad
tantos homenajes a una belleza salvaje 
que exige el desorden-
                                                 ¡oh raza de labios de abandono
hechizada por la vehemencia!
y nuestra fuerza de profundos besos y tormentas
para el infierno de los amantes
hasta volver a su placer fantasma
a su ola de hierro de ayer detrás del mundo!

Aquellos hoteles...
Todas las rampas de la vida cambiante
la velocidad del amor el mágico filtro de la excomunión
la hambrienta luz del desencuentro en nuestras venas de azote
cartas desamparadas antiguas prosas de la noche de los abrazos
y el solitario frenesí de las palmeras
                                           cuando la ausencia
creciendo hacia mi pecho el fondo de la tierra me devuelve de golpe todas nuestras caricias
el nudo furioso de la pasión en las negras argollas del tiempo
aquellos moblajes de desvalijamiento y de lluvias
luz de senos en el mar y sus gaviotas y músicas
sobre un altar de desunión con grandes lunas fascinantes sin más pradera que tus ojos
país incorruptible
país narcótico
con risas del alcohol del viento

y tu pelo sobre mi  cara
y las cálidas bestias doradas por el trópico 
y el jadeo abrasador de la ola que vuelca en tu corazón su grito de espasmo y de caída
y de nuevo esos lugares intactos para el sol
y de nuevo esos cuerpos ilesos para el amor
en medio del perezoso meteoro del día
levantando hacia el alma aquel esplendor
las paroxismos el lecho de las dunas y  de la corriente con sus besos en mar ha
y las tareas de los amantes mientras la llamarada de la muerte brillaba alrededor de sus cuerpos
como un afrodisíaco
avivando el deseo
el hambre
¡aquella furia de ayer detrás del mundo!

Enrique Molina, Buenos Aires, 1910-1997
de Amantes Antípodas, 1961

en Enrique Molina, Obra poética, Obras Completas, Tomo II, Corregidor, Buenos Aires, 1987
imagen de Paul Gauguin

viernes, febrero 17, 2012

alberto girri. el rescate


El rescate

Queda el retrato,
y la tendida boca que fue luz
de la muerte tutelar del lecho,
parece más absolutoria y generosa.
¡Qué soledad en su nombre proclamada,
estrella, ascua que aún me nutre!

Nadie sabrá qué contempla
pero la pose es desdichada
porque en el prolijo hueco de la cabellera,
se incluyó todo lo que acontece comúnmente
cuando dos que juraron acecharse
flaquearon luego para saltar al amor.

De carne y finita, pájaro violáceo,
ella me lisonjea desde su quieta blusa,
y volveríamos a entendernos
si yo pudiera imaginar de nuevo exactamente,
la esbelta agua viva de su cuerpo,
pálido árbol, pellejo lascivo, y también pacto memorioso
del silencio estremecido y la voz.

Queda tal como la amé,
su joven fantasma
me interroga en muchas lenguas 
por plazas cálidamente pobladas,
donde se comenta la noticia asombrosa
de mujeres desmayadas en un naufragio,
mientras feas mujeres
le gritan algo tan grave como un niño.

Ella era mi muchacha,
y fui tontamente sentencioso
haciéndolo creer que la gloria,
la obra del que ama,
es zumo ganado en larga espera:
            So many hours I tend my flock
            So many hours I take my rest
            So many hours I contemplate
            So many hours I sport myself

Murió un jueves y quienes supieron
aplaudirían lo bien que acabo de volver
a la tristeza de la escena.

Alberto Girri, Buenos Aires, 1919-1991
en Revista Prisma N° 2, "Homenaje a Alberto Girri", Buenos Aires, 2005
imagen de Martin Stranka©, Close en Uno de los nuestros

jueves, febrero 16, 2012

ezra pound. el hermoso baño/ el hermoso tocado


El hermoso baño

Azul, azul es la hierba cerca del río
Y los sauces han desbordado el cercano jardín.
Y adentro la dueña en la flor de su edad,
Blanca, blanco el rostro, vacila, pasando la puerta.
Esbelta, tiende una esbelta mano,
Y ella fue una cortesana en los antiguos días,
Y casó con un borracho,
Quien ahora sale dando tumbos
Y la deja demasiado sola.

de Mei Sheng, 140 a.C.

Ezra Pound, Hailey, 1885- Venecia, 1972
Versión de J. Aulicino

El hermoso tocado

Azul, azul es la hierba cerca del río
y los sauces han rebosado el cercano jardín.
Y adentro, la dueña, en lo mejor de su juventud,
blanca, blanca su cara, vacila al pasar junto a la puerta.
Delgado, extiende una mano delgado;
y era una cortesana en los viejos días,
y se ha casado con un borracho,
que ahora sale, embriagado,
y la deja demasiado tiempo sola.


Versión de Rolando Costa Picazo

[The beautiful toilet]


Blue, blue is the grass about the river
and the willows have overfilled the close garden.
And, within, the mistress, in the midmost of her youth,
white, white of face, hesitates, passing the door.
Slender, she puts forth a slender hand; 
and she was a courtezan in the old day,
and she has married a sot,
who now goes drunkenly out
and leave her too much alone.

Ezra Pound


imagen s/d


miércoles, febrero 15, 2012

¡quién es el que no besa a sus amigas!



Es olvido


Juro que no recuerdo ni su nombre,
más moriré llamándola María,
no por simple capricho de poeta:
por su aspecto de plaza de provincia.
¡Tiempos aquellos!, yo, un espantapájaros,
ella una joven pálida y sombría.
Al volver una tarde del Liceo
supe de la su muerte inmerecida,
nueva que me causó tal desengaño
que derramé una lágrima al oírla.
Una lágrima, sí, ¡quién lo creyera!
Y eso que soy persona de energía.
Si he de conceder crédito a lo dicho
por la gente que trajo la noticia
debo creer, sin vacilar un punto,
que murió con mi nombre en las pupilas,
hecho que me sorprende, porque nunca
fue para mí otra cosa que una amiga.
Nunca tuve con ella más que simples
relaciones de estricta cortesía,
nada más que palabras y palabras
y una que otra mención de golondrinas.
La conocí en mi pueblo (de mi pueblo
sólo queda un puñado de cenizas),
pero jamás vi en ella otro destino
que el de una joven triste y pensativa
Tanto fue así que hasta llegué a tratarla
con el celeste nombre de María,
circunstancia que prueba claramente
la exactitud  central de mi doctrina.
Puede ser que una vez la haya besado,
¡Quién es el que no besa a sus amigas!
Pero tened presente que lo hice
sin darme cuenta bien de lo que hacía.
No negaré, eso sí, que me gustaba
su inmaterial y vaga compañía
que era como el espíritu sereno
que a las flores domésticas anima.
Yo no puedo ocultar de ningún modo
la importancia que tuvo su sonrisa
ni desvirtuar el favorable influjo
que hasta en las mismas piedras ejercía.
Agreguemos aún, que de la noche
fueron sus ojos fuente fidedigna.
Mas, a pesar de todo, es necesario
que comprendan que yo no la quería
sino con ese vago sentimiento
con que a un pariente enfermo se designa.
Sin embargo sucede, sin embargo,
lo que a esta fecha aún me maravilla,
ese inaudito y singular ejemplo
de morir con mi nombre en las pupilas,
ella, múltiple rosa inmaculada,
ella que era una lámpara legítima.
Tiene razón, mucha razón, la gente
que se pasa quejando noche y día
de que el mundo traidor en que vivimos
vale menos que rueda detenida:
mucho más honorable es una tumba,
vale más una hoja enmohecida.
Nada es verdad, aquí nada perdura,
ni el color del cristal con que se mira.


Hoy es un día azul de primavera,
creo que moriré de poesía,
de esa famosa joven melancólica
no recuerdo ni el nombre que tenía.
Sólo sé que pasó por este mundo
como una paloma fugitiva:
la olvidé sin quererlo, lentamente,
como todas las cosas de la vida.


Nicanor Parra, San Fabián, Chile, 1914
de Defensa de Violeta Parra y otros poemas, Selección y prólogo de Daniel Freidemberg
en Poesía Latinoamericana Contemporánea, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1988
imagen de Reinfried Marass, Old Young/ Yin Yang, en Reinfried Marass

domingo, febrero 12, 2012

ser vulnerables nos enseña


**

¿El horror es un detalle
como el sonido de un pétalo
que cae?

Ser vulnerables nos enseña
un sueño de mutualidad

Lo que se ha mirado bien quizás
se alza para siempre en la mirada:

imagen recompuesta en
las cenizas donde nunca
nos decimos adiós

Diana Bellessi, Zavala, 1946
de El jardín, 1993
en Diana Bellessi, Tener lo que se tiene, Poesía reunida, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2009
imagen de Sebastián Freire

viernes, febrero 10, 2012

baldomero fernández moreno. césar fernández moreno



**
¿Entonces, Dios mío,
yo he tenido infancia,
y he tirado piedras
y he saltado vallas
y he robado quimas
de frutas cargadas?
¿Y que esto ha pasado
en una lejana
aldehuela de oro,
allá, por España?

Baldomero Fernández Moreno, 1924


**

Infancia

¿entonces dios mío

yo no tuve infancia
yo no tiré piedras
yo no salté vallas
yo no robé quimas
ni frutas ni nada?
¿y esto no ha pasado
en una lejana
aldehuela de oro
allá por la pampa?

César Fernández Moreno, 1982


César Fernández Moreno, Buenos Aires, 1919 -París, 1985



de Conversaciones con el viejo

en César Fernández Moreno, Obra poética, II. Querencias y otros libros,  Edición, prólogo, notas  bio-bibliografía de Jorge Fondebrider, Perfil libros, Buenos Aires, 1999
imagen s/d

martes, febrero 07, 2012

john ashbery. un país mundano



Un país mundano

No la uniformidad, ni los locos relojes en la plaza,
el olor a estiércol en el parterre municipal,
ni los tejidos, la burla sombría del Cesna T 37,
ni las tropas frescas que necesitaban refrescarse. Si sucedía
en tiempo real, estaba OK, y si lo hacía en tiempo novelado
también estaba OK. Desde el palacio a la choza
el gran desfile inundaba la carretera y la calle secundaria
y los campos de nabos se convirtieron en una carretera más.
Los restos de bombones fueron tirados a las gallinas
y a los gansos, que graznaban como el mismo demonio.
No había paz en el baño, ni en el armario para la loza
ni en los bancos, donde nadie iba a depositar.
Resumiendo, todo el infierno se desató en esa larga tarde.
Hacia la noche todo estaba otra vez en calma. Una luna creciente
colgaba del cielo como un loro en su percha.
Los huéspedes yéndose, sonreían y decían: “¡Te veo en la iglesia!”
Porque la noche, como de costumbre, sabía lo que hacía,
proveyendo sueño para compensar el enorme desapego
que seguramente traería el mañana otra vez.
Mientras contemplaba los silenciosos escombros, algo
me desconcertó: Qué había ocurrido y ¿por qué?
En un momento teníamos la rebeldía hasta el cuello,
y al siguiente, la paz había dominado las filas infernales.

Sucede a menudo, que el momento en que nos damos vuelta
de pronto se convierte en el bajío en el que nuestro patético bote encallará.
Y así como las olas están ancladas en el fondo del mar
debemos alcanzar las aguas menos profundas antes de que Dios nos libere.


John Ashbery, Rochester, 1927
A worldly country, New poems, Harper Collins Publishers, New York, 2007
versión © Silvia Camerotto
imagen de Elliott Erwitt, en Número F

A Worldly Country

Not the smoothness, not the insane clocks on the square,
the scent of manure in the municipal parterre,
not the fabrics, the sullen mockery of Tweety Bird,
not the fresh troops that needed freshening up. If it occurred
in real time, it was OK, and if it was time in a novel
that was OK too. From palace and hoverl
the great parade flooded avenue and byway
and turnip fieldas became just another highway.
Leftover bonbons were thrown to the chickens.
There wa no peace in the bathroom, none in the china closet
or the banks, where no one came to make a deposit.
In short all hell broke loose that wide afernoon.
By evening all was calm again. A crescent moon
hung in the sky like a parrot on its perch.
Departing guests smiled and called, "See you in church!"
For night, as usual, knew what it was doing,
providing sleep to offset the great ungluing
that tomorrow again would surely bring.
As I gazed at the quiet rubble, one thing
puzzled me:: What had happened, and why?
One minute we were up to our necks in rebelliousness,
and the next, peace had subdued the ranks of hellishness.

So often it happens that the time we turn around in
soon becomes the shoal our pathetic skiff will run aground in.
And just as waves are anchored to the botton of the sea
we must reach the shallows before God cuts us free.


lunes, febrero 06, 2012

william faulkner. aquí está él


XX

Aquí está él, mientras cae la noche eterna,
y es como un sueño que cayera con lentitud
entre paredes grises, que cayera con lentitud
entre dos paredes de interminable piedra gris,
entre dos paredes en las que hubiese crecido el silencio.
Estrían el crepúsculo aguas que caen sin tregua,
y lo colman capullos que no mueren nunca
y una voz que no deja de llamar,
dulce y discreta.

La primavera despierta las paredes de una calle fría
y siembra en lugares helados recordadas semillas de plata:
en prados semejantes  a rostros calmos, que sonríen, candorosos
y en corrientes turbulentas, y en la hierba que ya conocía sus pies.

Aquí está él, ante la puerta de piedra
entre dos paredes en las que ha crecido el silencio,
y las hojas de silencio esparcidas por el suelo;
aquí, en la plata solemne de primavera en ruinas,
entre los aterciopelados brotes verdes, ante la puerta
está, y canta.

William Faulkner, Albany, 1897- Oxford, 1962de Poesía reunida , William Faulkner, Bartebly Editores, Traducción y prólogo de Eduardo Moga y Daniel C. Richardson, Madrid, 2008
imagen de Nedko Solakov, de Fears #40

XX

Here he stands, while eternal evening falls
and it is like  a dream between gray walls
slowly falling, slowly falling
between two walls with silence on them grown.
The twilight is severed with waters always falling 
and heavy with budded flower sthat never die,
and a voice that is forever calling,
sweeding and soberly.

Spring wakes the walls of a cold street,
sows silver remembered seed in frozen places,
upon meadows like still and simply smiling faces,
and wrinkled streams, and grass that new her feet.

Here he stands without the gaze of stone,
between two walls with silence on them grown
and littered leaves of silence on the floor;
here, in a solemn silver of ruined springs
among the smooth green buds, before the door
he stands and sings.

sábado, febrero 04, 2012

preparamos la comida


Limones

Tras muchas averiguaciones, después de controlar,
fatigar, mapas, hicimos nuestro viaje: sólo
recuerdo el brillo de los rieles y el polvo fino que
envolvía nuestros rostros. Por el inmenso pasillo:
las plantas secas, los tallos oxidándose, la cocina
intacta  (un punto vacío que se ha hundido en el tiempo)
y al fondo el correr de unas azules aguas: es el cielo.
Y el balanceo de unas hojas. Mientras,
más pesados, espectros estallantes, resplandecían
las partículas más claras -los limones- y se cifraba el paisaje
en un código secreto. Lejos, sobre la loma, se veía
la ventanilla de un auto; el lugar del regreso era
el lugar de la muerte. Preparamos la comida; los limones
realizaban una extraña colisión de contrastes con los
restos de la casa. Parte de las paredes y el amarillo tallado
de las frutas había empezado a fundirse. La mañana quedó
aislada. Ramas secas. Paredes húmedas. Proyecciones
deformes. Con un cuchillo oxidado se abre sobre el plato, 
hondo, el limón. Corrosivo. Perecerá también cuando todo
esto no sea más que nuestro alimento y nuestro escombro.

José Villa, Martín Coronado, 1966
de Cornucopia, Ediciones Deldiego, Buenos Aires,  2001
imagen de Fernando Rivero, en Pinturas de Fernando Rivero

jueves, febrero 02, 2012

alejandro schmidt. veces


Veces

A veces me dejabas un chocolate en la almohada
a veces íbamos al cine
a veces cuando tenía 6, 12, 18 me tratabas como si tuviera 6, 12, 18
a veces me decías que era bueno
a veces sentía que había emergido de tu cuerpo
alimentado por sus partes blandas

vigoroso

a veces me sentaba a esperarte durante años
a veces creí durante media vida en vos
te perdonaba
te defendía a veces, muchas veces

a veces me pregunto qué pensará mi padre
allí en su muerte
-la muerte es lugar del pensamiento-
a veces siento que amé a mi padre
mucho más que a vos
porque 
pródigo es el fantasma en sentimientos.

¿Te ocurrió ser madre?
¿Sabías?
¿Preguntaste?

A veces creía que eras yo
y me volvía triste
tristísimo

a veces te cambié por la invención del héroe
la luz de los amparos
abre la ausencia un amplio pecho
a veces te hablo desde allí
desde esa maternidad

silencio
primera voz

y siempre tu malicia
tu sequedad
de eso te excusabas como de una inconveniencia
a veces

a veces era un niño, un joven, un hombre
un poco rengo, o manco
casi ciego
olvidado
mentido
exiliado de la terneza
el candor
el resultado
de vos
y podía flotar en toda la luz del mundo
más fuerte que tu no
tu acaso
tu desgarro

a veces

pocas veces.

Alejandro Schmidt, Villa María, Córdoba, 1955
de Mamá, Ediciones Recovecos, Córdoba, 2007
imagen de Sara Saudková©, Vis & Vis, 2003, en Uno de los nuestros