miércoles, abril 29, 2015

stella maris ponce. fisiología



***
Fisiología


del camión de la basura que pasó de noche
cuando sacaba la bolsa a la vereda
sólo recuerdo los ruidos

el motor con hambre de velocidad
las palas mecánicas con hambre
de residuos: digestión lenta

los restos de dos días no alcanzaron
a tocar el suelo y fueron procesados
en el aire hasta casi desaparecer

adentro la casa parece más limpia
-un cuerpo que ha eliminado toxinas-
como si un viento hubiese barrido de golpe
todo rastro de la domesticación
que cada objeto aún no desechado recuerda

con su presencia imperturbable

de La Música del Caleidoscopio, inédito


***
Tregua

It’s me, it’s me, O Lord
standin’ in the need of prayer(1)


de la cuerda del tendedero me cuelgo con broches
junto a la ropa húmeda a descansar
soy una prenda más bajo el sol que declina
con gotas que se escurren sobre la piel ajada
y esto se parece a la resignación
con que una camisa, a mi lado,
espera la noche
-los brazos extendidos en cruz-
en su propio calvario


(1) Soy yo, soy yo, Señor / de pie, en necesidad de oración

De Spirituals, 

Stella Maris Ponce, Concordia, s/d
imagen s/d

martes, abril 28, 2015

javier adúriz. domínguez, sí y otros poemas



***
Domínguez, sí


¡Claro que estuve! Estuve hasta el final.
Yo desarmé los techos y la máquina, pieza
a pieza, y la subimos al camión. Fue raro,
como desguasar treinta años de una vida.
Había tanto sol que no dejaba de llover.
El resto, ya lo sabe. Nos dejaron en esas oficinas
del centro, donde cobrábamos a veces.
Con los brazos cruzados nos pusimos en fila.
Era como esperar algo cuando no había qué.
No le digo, el hijo de puta de Domínguez
lloraba como un chico. Domínguez, sí.

***
Esto está hecho, muchacha


Esto está hecho, muchacha. Ahora hay que volver.
Juntemos las tripitas, los pedazos de eso
y cortemos desierto de un tirón...


Ya sé, ya sé, yo lo había visto antes y creamé
se me torcía la entraña. Porque también tuve un
futuro, que es pasado, hasta que el amigo se fue.


Oiga el viento, oiga, es un largo alarido.
No queda nada, usted me entiende, habla el idioma.
No gima, por favor...


Ni aquí ni allí, no sé dónde más ir. Por eso...
monte, muchacha, monte ese caballo
y véngase conmigo.

Javier Adúriz, Buenos Aires, 1948-2011
en Poesía completa Javier Adúriz, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2014


lunes, abril 27, 2015

john ashbery. el problema de la ansiedad



El problema de la ansiedad

Cincuenta años han pasado
 desde que empecé a vivir en esas ciudades oscuras
de las que te hablé.
Bueno, nada ha cambiado. Todavía no sé
cómo llegar desde el correo hasta las hamacas del parque.
Los manzanos florecen en el frío, no por convicción,
 y mi pelo es del color de la pelusa del diente de león.

Supongamos que este poema fuera sobre ti–¿le agregarías  
las cosas que he omitido adrede:
descripciones de dolor y sexo, y la falsedad  
con que se comporta la gente entre sí? No, eso
por lo visto, ya fue incluido en un libro. Para ti
he reservado las descripciones de sándwiches de pollo,
 y el ojo de vidrio que me mira asombrado
desde la repisa de bronce de la chimenea, y que jamás se calmará.

John Ashbery, Rochester, 1927
de Can You Hear, Bird (1995)
en Notes from the Air, Selected Later Poems, Harper Collins Publishers, New York, 2007
versión © Silvia Camerotto
imagen s/d

The Problem of Anxiety

Fifty years have passed
since I started living in those dark towns
I was telling you about.
Well, not much has changed. I still can't figure out
how to get from the post office to the swings in the park.
Apple trees blossom in the cold, not from conviction,
and my hair is the color of dandelion fluff.

Suppose this poem were about you – would
you
put in the things I've carefully left out:
descriptions of pain, and sex, and how shiftily
people behave toward each other? Naw, that's
all in some book it seems. For you
I've saved the descriptions of chicken sandwiches,
and the glass eye that stares at me in amazement
from the bronze mantel, and will never be appeased.


domingo, abril 26, 2015

irma verolín. todo vino de afuera



***

Todo vino de afuera.
Llegó hasta nuestro patio rodeado de macetas
desde un país que brillaba a la distancia
donde se habla un idioma que jamás logré aprender.
Un tren eléctrico para mi hermano menor
largos rieles que relampaguean en líneas paralelas
vagones que ante mi espeluznante desconcierto
lograron reducirse en su tamaño.
Para mí, una muñeca que dentro de su panza hueca
guardaba un disco que al girar le hacía decir "I am a pretty girl"
y el vestido de mamá
al que un día el cigarrillo de papá se acercó
demasiado
y desde su refunfuñante ruedo
desde el borde vibrante que acarició rodillas
aquel vestido
amplio 
lujurioso
se incendió completamente
mientras ella 
veloz y desesperada 
se iba desamarrando de él: mamá en bombacha blanca y portasenos negro
mira con desolación su vestido transformado en cenizas
no 
no fue corriendo a cubrirse
sentada en el suelo se empezó a reír a carcajadas.
Aquella noche llovió.
La lluvia intensa resbaló por los techos
ahogó rejillas
desbordó macetas.
Mi muñeca había quedado olvidada en la terraza
terminó convertida en estopa
y no habló nunca más,
ni falta que hacía.

Irma Verolín, Buenos Aires, s/d
en De madrugada, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2014
imagen s/d

sábado, abril 25, 2015

silvina lópez medin. como ese cumpleaños al que llegamos tarde




Como ese cumpleaños al que llegamos tarde

y  al preguntar por la tía enferma
una prima dijo "tenía sueño, se fue a dormir"
por la forma en que miró el rincón
donde una nena chupaba restos 
de corazón de torta
pegados a una vela, supimos
no la veríamos otra vez.

Alguien hizo con los dedos un hueco

probó encender la llama que el viento apagaba,
alguien recogió del suelo uno por uno
pañuelos de papel,
alguien tomó papel y lapicera
pero la tinta no salía,
alguien dejó su pálido rouge en el borde de una copa,
alguien frotó el círculo de esa copa marcado en la madera,
alguien miró la madera y dijo "Oh"
cuando no había 
de qué asombrarse, antes
de que otra nena
saliera de su escondite bajo la mesa y de un tirón
del mantel
arrasara con la medida de esos gestos.

Silvina López Medín, Buenos Aires, 1976

de Esa sal en la lengua para decir manglar, Ediciones del Dock,  Buenos Aires, 2014
imagen de Joao Carvalho, en Vos

viernes, abril 24, 2015

denise levertov. hablándole a la pena



Hablándole a la pena

Ah, Pena, no debería tratarte
como a un perro sin dueño
que viene hasta mi puerta
por un mendrugo, o un hueso pelado.
Debería confiar en ti.

Debería convencerte
de que entres en mi casa y darte
tu propio rincón,
una alfombra raída donde echarte,
tu propio plato de agua.

Crees que no sé que has estado viviendo
bajo mi portal.
Anhelas que tu lugar definitivo esté listo
antes que llegue el invierno. Necesitas
tu nombre,
tu collar y medalla. Necesitas tener
el derecho de espantar a los intrusos,
para considerar tuya
a mi casa
y a mí tu persona
y a tí misma
mi perro.

Denise Levertov, Ilford, 1923- Seattle, 1997
versión de Sandra Toro

Talking to Grief

Ah, Grief, I should not treat you
like a homeless dog
who comes to the back door
for a crust, for a meatless bone.
I should trust you.

I should coax you
into the house and give you
your own corner,
a worn mat to lie on,
your own water dish.

You think I don't know you've been living
under my porch.
You long for your real place to be readied
before winter comes. You need
your name,
your collar and tag. You need
the right to warn off intruders,
to consider
my house your own
and me your person
and yourself
my own dog. 

jueves, abril 23, 2015

mercedes álvarez. yo no quería




***

Yo no quería 
ser esposa sino musa
cruzar 
los aldabones del tiempo
retratarme con la espalda al hombro
escapar
a la infección que arrasó 
aquel año
la tierra.
Yo no quería
otra cosa que tus hombros
porque no tenían ojos ni expresión
ni boca ni nada.
Pero resultó  que sí
que al final sí
y terminé por usar
tu espalda 
como espejo.

Mercedes Álvarez,
de Saigón, Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2014
imagen de Picasso, Muse, Centre Pompidou

miércoles, abril 22, 2015

laura wittner. lo luminoso que se ve de noche



Lo luminoso que se ve de noche

En las épocas míticas salía sola de noche:
salía al patiecito y pisando la maceta
trepaba hasta la medianera y me sentaba
a interrogar los cielos desde lo mas profundo
del corazón de Villa Crespo. Porque si antes
las estrellas señalaban el camino en el mar
tal vez ahora esta galaxia de neones,
resplandores de hielo, ventanucos de baño,
rayos móviles provenientes de ferias,
la cautivante sincronización
de las luces de pasillos de edificios
pudiera sugerirnos variar unos centímetros
el recorrido, a ver donde llegamos.
Un helicóptero en un cielo negro
es su luz blanca y su sonido jadeante.
No por urbana la luna es menos poderosa.
Últimamente veo desde mi balcón
algo como una grúa inmensa,
una viga infernal que, paralela al cielo,
se encaja entre edificios altos
como dispuesta a rearmar el panorama,
delimitada por dos luces fatuas:
punto rojo en un extremo, y en el otro
la extrañeza hecha luz: un rectángulo verde
fluorescente, imposible de entender: de día
parece una pantalla que proyecta
en continuado y para nadie, y de noche
refulge en el centro de su hueco
evocando desplazamientos mudos
que hablan de lo difícil que es fijar impresiones.
Refulge desde allí como un dios verde
de Philip Dick, con resabios de Lem.

Laura Wittner, Buenos Aires,1967

en Los Fuegos de Orc, Selección y Prólogo Marcelo Díaz y Patricio Foglia, 2015
imagen en PixGood

martes, abril 21, 2015

john ashbery. ostensiblemente



Ostensiblemente

Nos puede gustar descansar o leer,
caminar, festejar en la mesa de la cocina,
acariciar al perro distraídamente, mientras
pensamos en cosas tristes —tantas
maneras diferentes de estar, uno no sabe
cómo el futuro manejará esas cosas.
¿Se develará a sí mismo,
o acaso en la calma ficticia
de la decisión personal de estar mejor
será el peor negocio,
la próxima vez?

Los jardineros no hacen el mundo
ni las brujas lo deshacen, aun así
el doctor loco se siente a salvo
en su laboratorio de paredes compactas,
detrás de canteros siempre verdes, ahora ennegrecidos
por la nieve, precisos como las costuras de las medias
estiradas de nuevo. Nunca hay
noticias de ese lado.

Una rigidez que puede bien ser permanente
parece habernos atacado. El péndulo
está detenido; la corrida
de estación en estación ostensiblemente incompleta.
Un orden perverso ha ocurrido
ahí en el recodo donde el año se divide
en artificio por un lado, en lasitud
votiva por el otro, pero está atascado:
una vieja instantánea
que pronto se difuma.

Y no hay espectador
ni agente para llorar lo Suficiente,
el redoble de lucha se ha detenido,
el recuerdo vencido clemente como las flores
y por lo tanto perenne a su manera—
quiero decir que resisten, están siempre ahí,
y aun cuando no lo estén, están sus nombres,
una dosis reforzada de la sólida,
tolerable aventura.

Y al debilitarse, las brasas
se encienden. Hay dos modos de estar.
Debes tratar de  levantarte de la mesa
y sentarte relajado en otro país
con tiradores rojos
hacia tu propio espacio y tiempo.


John Ashbery, Rochester, 1927
de April Galleons (1987)
en Notes from the Air, Selected Later Poems, Harper Collins Publishers, New York, 2007
versión © Silvia Camerotto
imagen en Inc.com

Ostensibly

One might like to rest or read,
take walks, celebrate the kitchen table,
pat the dog absentmindedly, meanwhile
thinking gloomy thoughts  ̶ so many separate
ways of doing, one is uncertain
how the future is going to handle this.
Will it reveal itself again,
or only in the artificial calm
of one person's resolve to do better
yet strike a harder bargain,
next time?

Gardeners cannot make the world
nor witches undo it, yet
the mad doctor is secure
in his thick-walled laboratory,
behind evergreen borders black now
against the snow, precise as stocking seams
pulled straight again. There is never
any news from that side.

A rigidity that may well be permanent
seems to have taken over. The pendulum
is stilled; the rush
of season into season ostensibly incomplete.
A perverse order has been laid
there at the joint where the year branches
into artifice one way, into a votive
lassitude the other way, but that is stalled:
an old discolored snapshot
that soon fades away.

And so there is no spectator
and no agent to cry Enough,
that the battle chime is stilled,
the defeated memory gracious as flowers
and therefore also permanent in its way ̶ 
I mean they endure, are always around,
and even when they are not, their names are,
a fortified dose of the solid,
livable adventure.

And from growing dim, the coals
fall alight. There are two ways to be.
You must try getting up from the table
and sitting down relaxed in another country
wearing red suspenders

towards one's own space and time.

domingo, abril 19, 2015

edgar allan poe. el valle intranquilo



El valle intranquilo

Hubo un tiempo en que el valle sonreía,
silencioso, aunque nadie allí vivía;
su gente había marchado hacia la guerra
confiando el cuidado de esa sierra,
por la noche, a la mirada fiel
de las estrellas desde su azul cuartel
y de día, a los rojos resplandores
del sol que dormitaba entre las flores.
Mas ahora para todo visitante
el valle triste es inquieto e inquietante.
Nada allí se detiene un solo instante...
nada salvo el aire que se cierne
sobre la soledad mágica y perenne.
¡Ah, ningún viento agita los ramajes
que palpitan como el glacial oleaje
en torno a las Hébridas salvajes!
¡Ah, ningún viento empuja el furtivo
manto de nubes que, sin respiro,
surcan durante el día el cielo esquivo
sobre las violetas allí esparcidas
como ojos humanos de mil medidas...!
sobre las ondeantes azucenas
que lloran junto a las tumbas ajenas!
Ondean: y en sus pétalos más tiernos
se juntan gotas de rocío sempiterno.
Lloran: y por sus tallos claudicantes
bajan perennes lágrimas como diamantes.



Edgar Allan Poe, Boston, 1809- Baltimore, 1849
versión de Andrés Ehrenhaus
imagen de Sylvia Chan, Desolace Veritum en Artslant



The Valley of Unrest


Once it smiled a silent dell
Where the people did not dwell;
They had gone unto the wars,
Trusting to the mild-eyed stars,
Nightly, from their azure towers,
To keep watch above the flowers,
In the midst of which all day
The red sunlight lazily lay.
Now each visitor shall confess
The sad valley's restlessness.
Nothing there is motionless-
Nothing save the airs that brood
Over the magic solitude.
Ah, by no wind are stirred those trees
That palpitate like the chill seas
Around the misty Hebrides!
Ah, by no wind those clouds are driven
That rustle through the unquiet Heaven
Uneasily, from morn till even,
Over the violets there that lie
In myriad types of the human eye-
Over the lilies there that wave
And weep above a nameless grave!
They wave:- from out their fragrant tops
Eternal dews come down in drops.
They weep:- from off their delicate stems
Perennial tears descend in gems. 

martes, abril 14, 2015

john ashbery. la gran nube



La gran nube

El hombre ha trabajado durante años para poner sus sueños en orden. Vean el resultado.
Una vez que una idea como la del momento preciso es dilucidada
debe desaparecer o expandirse. La descomposición, bajo el viejo árbol, es visible.
Es por eso que los tutoramos, tratando de ponerlos contra la pared,
aunque está decretado que lo amigable
que se amontona para estar con nosotros, en parte, para ser nosotros
debe continuar para que ellos y nosotros florezcamos:
las solícitas plumas una vez separadas,
el objeto de nuestra visión, la hierba, simplemente está ahí
como un florero vacío en un alféizar.

Y un nuevo sueño nos involucra aun más
en esa proximidad. Sí, sé que
había  praderas de tulipanes y hojas puntiagudas
para ocultarnos los unos de los otros, lo que todos pretendíamos,
y un anuncio en contra de la atmósfera imperturbable de la habitación
para todos los que pertenecían o no a ella.

Parece que finalmente se disgregaron.
No queda ni un espécimen a mano.
Y llaman a esto paz, vivir nuestras vidas, y etcétera.
¿Señalar como culpable -oh, sin duda-, a nadie?
Cada sistema se muestra a sí mismo en una serie de instancias.
Las pértigas tocan fondo,
descubriendo que el lodo del río es bueno para ellas, un sentimiento solidario,
encuentros que acontecen bajo arcadas grotescamente sobre dimensionadas,
las últimas palabras son dichas, y el primer amor
asciende a ese estado incomparable verdaderamente majestuoso.

Las cartas desparramadas por el piso,
cantando la gozosa canción de cómo nadie nunca iba a leerlas.
Árboles y glicinas rosadas y hundidas en la brisa,
y la risa danzando en los campos sombríos más allá de la escuela:
era la existencia otra vez con toda su tensión,
gastando la broma adolescente , sus imágenes
burlándose de nuestra idea de fragilidad con su monumental permanencia.
Pero la vida nunca volvió a ser la misma. Algo fallo,
algo se despareció.

John Ashbery, Rochester, 1927
en Notes from the Air, Selected Later Poems, HarperCollins Publishers, New York, 2007
versión ©Silvia Camerotto
imagen de Dave Cutler en The Return of Modern Philosopher

The Big Cloud

For ages man has labored to put his dreams in order. Look at the result.
Once an idea like the correct time is elucidated
It must fade or spread. Decay, under the old tree, is noted.
That’s why we frame them, try to keep them on the wall,
Though it is decreed that the companionable
Trooping down to be with us, to partly become us
Must continue for them and us to flourish:
The obliging feathers, once parted,
The object of our sight, grass, just sits there
Like an empty flowerpot on a windowsill.

And a new dream gets us involved further
In that closeness. Yes, I know there
Were sheets of tulips and pointed leaves
To screen us from each other, what we were all about,
And an announcement made against the lukewarm atmosphere of the room
To all that did or did not belong in it.

Finally, it seems, they have scattered.
Not one specimen was actually available.
And they call this peace, living our lives, and so on.
To point the finger of blame — ah, surely, at no one?
Each system trickles out into its set number of instances.
Poles strike bottom,
Finding the river sludge good to them, a companionable feeling.
Meetings occur under grossly overscaled arcades,
Last words are uttered, and first love,
Ascends to its truly majestic position unimpaired.

Letters were strewn across the floor,
Singing the joyful song of how no one was ever going to read them,
Trees and wisteria rose and sank in the breeze,
And laughter danced in the dim fields beyond the schoolhouse:
It was existence again in all its tautness,
Playing its adolescent joke, its pictures
Teasing our notion of fragility with their monumental permanence.
But life was never the same again.  Something faltered,
Something went away.