lunes, marzo 26, 2012

como desde un principio, lo oscuro


***
Leche de la Underwood

Por delicadas que sean, las mañanas
envilecen; lo destructible vacila
y lo que pareciera, frente a nosotros, perdurar,
no nos acoge, menos cruel que indiferente. Animal
anónimo, por más que grites, nadie escucha,
y ni por lejos la lengua es la que conviene.
Existe, tal vez, en alguna parte, un idioma,
nadie niega, pero habría que desandar,
salir, si fuese posible, del centro de la noche,
y empezar de nuevo con otra clase de balbuceo.
Tantas tardes que resbalan:
ya no se sabe
en qué mundo se está, y sobre todo si se está
en un mundo. Se muerde
un fantasma de manzana, mientras sigue merodeando,
como desde un principio, lo oscuro. Destellos
de un sol de invierno en la ciudad
transparente; brillos, rápidos o lentos,
que algunos blanden como pruebas
abandonándose, soñadores, su tibieza. Entre tantas
estrellas, esperanzas: relentes
de un reino animal.

***
Dánae

Manda a su hijo Perseo Dánae, para gozar,
sin testigos, de la lujuria,
a extraviarse
en los ojos sin fondo de la medusa,
del mismo modo que toda madre,
desde una cama pantanosa,
nos abandona,
por tres minutos de no ser,
a los dientes de este mundo.


***
Plougastel Saint-Germain

Noches solitarias: por dentro
y por fuera, la misma, pareja, oscuridad.
De tanto en tanto una estrella verde, como un centro
o un grumo, más bien, no de luz, sino de alteridad.

Juan José Saer, Serodino, Argentina, 1937 – París, 2005
imagen de © Mirko Barone, Homenaje a Chirico, 1998 en Fine Art of Mirko Barone, con expresa autorización del autor

jueves, marzo 22, 2012

cuando era joven y previsor



Vivo aún

Y yo me senté sin pudor sobre las ondas
de ese río lejano alveolado de sol verde
los árboles celebraban la noche y las estrellas

Vi claro en la noche desnuda
en la noche desnuda qué mujer
me mostró su rostro se mostró desnuda
su belleza adulta, era más seria
que las leyes impías de la necesidad

Contra ella los aderezos de naturaleza
pueriles ejercían sus armas eternas
de hierro y mármol y sal
contra ella el diamante del cielo
se embotaba y se empañaba

Sin embargo era una belleza
de arena y de musgo y de crepúsculo
pero era una belleza
de carne de lengua y de pupilas
una belleza de retoño y desecho de las estaciones

Belleza que se apagaba bajo vagos encuentros
he separado amantes más feos juntos
que separados
para salvarlos hice cantar la soledad
quebré sus labios al cuadrado

Yo hice secar tuve tiempo de hacer secar
las flores sin remordimientos de una mentira
el estercolero fresco que lloraba
y las auroras mal despiertas
pero hice reír a los más agrios comediantes
apasionados de desnudez y demasiado bien vestidos
los que hablan aparte sus ojos brillan sin calor
los que hablan a sabiendas para envejecer cómodamente
los constructores de su prisión bien aceitada bien caminada
portadores de cadenas manos con esposas cabezas con cofias

Los glóbulos azules de un mundo descolorido
sobre el techo de sus sueños estaban en el sótano
no cultivaban sino la eternidad
mi corazón y mi ojo
bajo el espacio intacto todo estaba helado

De dónde surgiste imagen sin azur
espectadora en vista
sino de mí que duermo tan mal sobre un camastro
de dónde surgiste tocando la tierra de tan cerca
que sigo tu paso sobre el pavimento de las calles

Donde me aburro tantas veces donde me perdería
a pesar de todas las señales que lúcido coloqué
cuando era joven y previsor
cuando la sombra roja me habitaba
cuando sólo bebía vinos transparentes

Tú entera reglada por esa carne
que es la mía al flanco del vacío
temblorosa solamente
ante la idea de huir del mundo indispensable
tú precaria a pesar de mi esperanza de vivir

No hay irrisión
nada ha sido falseado
sino lo que no es la imagen sin mediodía
que se impone de noche sobre la médula
de este río donde me senté

Vivo aún y comparto
el trigo el pan de la belleza
sin otra luz que nacer y existir
tú bajísima y altísima en la desnudez
del norte y del sur en un único instante

La red humana está entre nosotros
nuestro nacimiento de la mujer es evidente
y ésta es la hierba que brotó en nuestra infancia

           
**
             Estás enfermo o fatigado
             estás demente o simplemente
             más desolado que otros días
             no tengo ganas de contestar

             Porque yo temo la contestar
             la suerte de esos jugadores
             que por una nada juegan sobre el paño
             de sus deseos y dolores

   Saqué del nido los huevos útiles
   a mi hambre para no morir
   pero olvidé todos mis sueños
   después y me odio hasta la muerte

Paul Éluard, Saint-Denis 1895-1952
Traducción de J.R. Wilcock
de Sur n° 147-148- 149, enero- febrero- marzo de 1947
en Sur Revista Semanal, Primera antología poética, Buenos Aires, enero-diciembre 1973
imagen de Salvador Dalí, Retrato de Paul Éluard 

lunes, marzo 19, 2012

corre un loco hacia tus parapetos



Proemio al Puente de Brooklyn

Cuántos amaneceres, fríos de sus descansos en las aguas
Las alas de la gaviota lo sumergirán y lo dirigirán
Desparramando blancos anillos de tumulto, erigiendo alta
Sobre las encadenadas aguas de la bahía la Libertad.

Entonces, con inviolada curva, abandona nuestros ojos
Tan espectacular como velas que cruzan
Alguna página de cifras que serán archivadas;
-Hasta los ascensores nos gotean de nuestro día...

Pienso en cinematógrafos, panorámicos ardides
Con muchedumbres asomadas a una deslumbrante escena
Nunca revelada, pero hacia la cual vuelven a apresurarse,
Predicha a otros ojos en la misma pantalla;

Y Tú, sobre el puerto, con pasos de plata
Como el sol te hubiera distanciado, pero dejando
Algún intacto movimiento en tu andar-
Deteniéndote, implícitamente te liberan!

Desde alguna prisa del subterráneo, celda o desván,
Corre un loco hacia tus parapetos,
Ladeándose momentáneamente, hinchada la aguda camisa,
Una mofa cae de la silenciosa caravana.

Murallón Abajo, desde la viga al medio de la calle gotea
Un diente arrancado del acetileno del cielo;
Toda la tarde las grúas embanderadas de nubes giran...
Tus cables respiran aún el Atlántico norte.

Y oscuro como aquel cielo de los judíos,
Tu galardón... Espaldarazo que confieres
De anonimidad que el tiempo no puede corregir:
Muestras vibrante indulto y perdón.

Oh arpa y altar de la furia conjugada
(¡Cómo podría un mero trabajo alinear tus cuerdas corales!)
Terrible umbral de la promesa del profeta
Plegaria de la parroquia, y el grito de los amantes-

De nuevo las luces del tráfico que rozan tu rápido,
Indiviso idioma, inmaculado signo de estrellas,
Manchando tu camino -condensan la eternidad:
Y hemos visto la noche levantada en tus brazos.

Bajo tu sombra, junto a los muelles aguardé;
Sólo en la oscuridad es clara tu sombra.
Los fogosos fragmentos de la ciudad están deshechos,
Ya la nieve inunda un año de hierro...

Oh insomne como el río que atraviesas,
Abovedando el mar, el sueño visionario de las praderas,
Desciende hasta nosotros, los humildes, alguna vez,
Y de tu curva ofrece un mito a Dios.

Hart Crane, Garretsville, Ohio, 1899- Golfo de México, 1932
Traducción de A, Bioy Casares y J. L. Borges
de Sur n° 113-114, marzo-abril 1944
en Sur Revista Semanal, Primera antología poética, Buenos Aires, enero-diciembre 1973
fotografía de © Walker Evans

domingo, marzo 18, 2012

ora va rastreando por la vía




***
Un rato se levanta mi esperanza

Un rato se levanta mi esperanza,
mas cansada d’haberse levantado,
torna a caer, que deja, a mal mi grado,
libre el lugar a la desconfianza.

¿Quién sufrirá tan áspera mudanza
del bien al mal?
Oh corazón cansado,
esfuerza en la miseria de tu estado,
que tras fortuna suele haber bonanza!

Yo mesmo emprenderé a fuerza de brazos
romper un monte que otro no rompiera,
de mil inconvenientes muy espeso;

muerte, prisión no pueden, ni embarazos,
quitarme de ir a veros como quiera,
desnudo espíritu o hombre en carne y hueso.


***
Cuando me paro a contemplar mi’stado

Cuando me paro a contemplar mi’stado
y a ver los pasos por dó me han traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;

mas cuando del camino’stó olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido;
sé que me acabo, y más he yo sentido
ver acabar comigo mi cuidado.

Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme
si quisiere, y aún sabrá querello;

que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?



***
A la entrada de un valle, en un desierto…

A la entrada de un valle, en un desierto
do nadie atravesaba ni se vía,
vi que con estrañeza un can hacía
estremos de dolor con desconcierto:

ahora suelta el llanto al cielo abierto,
ora va rastreando por la vía;
camina, vuelve, para, y todavía
quedaba desmayado como muerto.

Y fue que se apartó de su presencia
su amo, y no le hallaba, y esto siente:
mirad hasta dó llega el mal de ausencia.

Movióme a compasión ver su accidente;
díjele, lastimado: "Ten paciencia,
que yo alcanzo razón, y estoy ausente".

Garcilaso de la V ega, Toledo, 1499- Niza, 1536
en Garcilaso de la Vega, Obra completa, Edaf, Buenos Aires, 2004
imagen 

sábado, marzo 17, 2012

rosario castellanos. la nostalgia



***
La nostalgia

Si te digo que fui feliz, no es cierto.

No creas lo que yo creo cuando me engaño.

El recuerdo embellece lo que toca:
te quita la jaqueca que tuviste,
el sopor de la siesta lo transfigura en éxtasis
y, en cuanto a ese zapato que apretaba
tanto que te impidió bailar el primer baile,
no hubo zapato. Mira: estás descalza, danzas
eternamente ingrávida en el círculo
cerrado de un abrazo.

Danzas sin esa doble barbilla de tu gula,
sin esa arruga artera
que está acechando alrededor de tu ojo.

***
Accidente

Temí... no el gran amor.

Fui inmunizada a tiempo y para siempre con un beso anacrónico
y la entrega ficticia
—capaz de simular hasta el rechazo— y por el juramento, que no es más retórico porque no es más solemne.

No, no temí la pira que me consumiría sino el cerillo mal prendido y esta ampolla que entorpece la mano con que escribo.

***
El excluido

A menudo, si un hombre recibe bien de otro
se le despierta un ímpetu homicida
- rostro secreto de la gratitud -
y el insulto que calla lo envenena.

El favor lo ha marcado
y no cabe en el mundo en que es ley de las cosas
la lucha, el exterminio.

A menudo... A menudo...


***
Parábola de la inconstante

Antes cuando me hablaba de mí misma, decía:
Si yo soy lo que soy
Y dejo que en mi cuerpo, que en mis años
Suceda ese proceso
Que la semilla le permite al árbol
Y la piedra a la estatua, seré la plenitud.

Y acaso era verdad. Una verdad.

Pero, ay, amanecía dócil como la hiedra
A asirme a una pared como el enamorado
Se ase del otro con sus juramentos.

Y luego yo esparcía a mi alrededor, erguida
En solidez de roble,
La rumorosa soledad, la sombra
Hospitalaria y daba al caminante
- a su cuchillo agudo de memoria -
el testimonio fiel de mi corteza.

Mi actitud era a veces el reposo
Y otras el arrebato,
La gracia o el furor, siempre los dos contrarios
Prontos a aniquilarse
Y a emerger de las ruinas del vencido.

Cada hora suplantaba a alguno; cada hora
Me iba de algún mesón desmantelado
En el que no encontré ni una mala bujía
Y en el que no me fue posible dejar nada.

Usurpaba los nombres, me coronaba de ellos
Para arrojar después, lejos de mi, el despojo.

Heme aquí, ya al final, y todavía
No sé qué cara le daré a la muerte.

Rosario Castellanos, México, 1925- Tel Aviv, 1974
Poesía no eres tú, obra poética 1948-1971, Fondo de Cultura Económica, México, 1972
imagen de Vladimir Fedotko©, en Uno de los nuestros

miércoles, marzo 14, 2012

dante alighieri. infierno. canto xix


Canto Decimonono

[Octavo círculo. Custodio: Gerión. Tercera bolsa: simoníacos condenados a permanecer en agujeros de piedra, cabeza abajo, con las plantas de los pies lamidas por las llamas. El papa Nicolás III. Mencionados: los papas Bonifacio VIII  y Clemente V. Las 6 del Sábado Santo]


¡Oh Simón mago, oh míseros secuaces
que las cosas de Dios, que de bondad
deben ser esposas, ustedes, rapaces

por oro adulteraron y por plata,
fuerza es que por ustedes suene la trompa,
porque están en la tercera bolsa!

Ya estábamos en la siguiente tumba
subidos al escollo en aquella parte
que cruza sobre el medio de la fosa.

¡Oh suma sapiencia, cuánto es el arte
que muestras en cielo, en tierra y en el mal mundo
y cuánta justeza tu virtud comparte!

Yo vi por los lados,  por el fondo
plena la piedra lívida de agujeros,
del mismo tamaño y cada uno redondo.

No me parecieron menos amplios
que los que están en mi bello San Giovanni, *
hechos para piedras de bautizadores;

uno de los cuales, no hace muchos años,
rompí porque uno dentro se ahogaba;
¡y esto sea sello que a ninguno engaña!

Fuera de la boca, por cada uno asomaban
los pies de un pecador y las piernas
hasta el muslo, y lo otro se ocultaba.

Las plantas a todos les ardían ambas;
por lo que tan fuerte sacudían las rodillas
que hubieran roto ligadura y sogas.

Como suele el llamear de las cosas grasas
moverse sólo por la corteza externa,
tal era allí, de los talones a las puntas.

"¿Quién es aquel, maestro, que enfurece
agitándose más que sus consortes",
dije yo, "y a quien la llama más roja lame?"

Y él a mí: "Si tú quieres que te lleve
abajo por la ladera que más yace,
te dirá sobre él y qué lo ofende."

Y yo: “Lo que te place para mí es bueno:
tú eres señor, y sabes que no me aparto
de tu voluntad, y sabes lo que callo."

Entonces llegamos sobre el borde cuarto:
doblamos y descendimos a la izquierda
hacia el fondo estrecho y agujereado.

El buen maestro de su anca
no me apartó, y así me llevó a la hoya
en el que se llora con la zanca.

"Oh quién seas, que abajo tiene lo de arriba,
alma triste como un palo enterrada,
comencé yo a decir, "si puedes, habla."

Estaba yo como el frate que confiesa
al pérfido asesino que, clavado, **
que detenga la muerte le reclama.

Y él gritó: "¿Ya estás aquí parado,
ya estás aquí parado, Bonifacio? ***
El escrito mintió unos cuantos años.

"¿Estás ya de aquel haber saciado, ****
por el que no temiste hacer engaño
a la bella dama, y luego hacerle estrago?"

Esto me dejó como aquellos que quedan,
por no entender lo que les dicen,
casi confusos, y no saben contestar.

Entonces Virgilio dijo: "Pronto dile:
'No soy ése, no soy ése que tú crees'",
y como se me ordenaba contesté.

Por lo que el espíritu retorció sus pies;
luego, suspirando y con voz de llanto,
me dijo: "Entonces ¿qué quieres?

"Si de saber quién soy te cabe tanto
que por eso descendiste por la costa,
sabe que alguna vez vestí el gran manto;

"y verdaderamente fui el hijo de la osa,
tan ávido por favorecer a los oseznos,
que arriba embolsé, y aquí estoy en la bolsa.

"Debajo de mi cabeza están los otros,
que me precedieron simonizando,
en las fisuras de las piedras aplanados.

"Allá abajo caeré también, cuando
venga aquél que yo creía que tú eras,
en el punto que hice el súbito reclamo.

"Pero es más el tiempo que mis pies cuecen
y que estoy aquí,  para abajo lo de arriba,
que el que estará clavado con sus rojos pies;

"que luego de él vendrá con más sucia obra
desde el poniente un pastor sin ley, *****
tal que conviene que a él y a mí nos cubra.

"Nuevo Jasón será, del que se lee
en Macabeos; y como ante él fue blando
su rey, así lo será el que a Francia rige."

No sé si fui demasiado loco
que le repuse en este metro:
"Ah, dime: ¿cuánto tesoro quiso

"Nuestro Señor antes que a San Pedro
le pusiese las llaves en dominio?
Por cierto, no dijo más que: ‘Sígueme’.

"Ni Pedro ni los otros de Matías tomaron
oro o plata, cuando en suerte les tocó
el lugar que perdió el alma del traidor.

"Quédate ahí, que estás bien castigado;
y guarda bien la moneda mal ganada
que contra Carlos te hizo descarado.

"Y si no fuera porque aún me lo veda
la reverencia por las sumas llaves
que tuviste en la alegre vida,

"yo usaría palabras aún más graves;
porque tu avaricia a todo el mundo apena,
pisando a los buenos y alzando a los malvados,

"De ustedes, pastores, se acordó el Evangelista,
cuando a aquella que se sienta sobre el agua
se la vio putañear entre monarcas;

aquella que con siete testas fue nacida
y de sus diez cuernos tuvo el argumento,
en tanto la virtud al marido complacía.

"Hicieron Dios de la plata y del oro:
¿qué distingue de los idólatras a ustedes,
sino que ellos adoran uno, y ustedes ciento?

"¡Ah Constantino, de cuánto mal fue madre,
no tu conversión, sino aquella dote
que de ti recibió el primer rico padre!"

Y mientras yo cantaba notas tales,
lo mordiera la ira o la conciencia,
agitaba fuerte sus dos pies.

Yo creo que al duca le gustaba,
con tan dichoso rostro tan atento,
el sonido de las verdades expresadas.

Pero me tomó con ambos brazos:
y luego que me apretó contra su pecho,
por la senda antes bajada remontó.

No se cansó de tenerme a sí apretado,
hasta que me llevó al colmo del arco
que del cuarto al quinto borde hace trayecto.

Allí suavemente depuso el peso,
suave sobre el escollo sucio y yerto
que sería para las cabras duro paso.
Y quedó otro valle descubierto.

Dante Alighieri, Florencia, 1265-Rávena, 1321
en Dante Alighieri,  El Infierno,  traducción de Jorge Aulicino, ilustraciones de Carlos Alonso, Ediciones Gog y Magog, Buenos Aires, 2011
imagen de Carlos Alonso, sin título, 1968

* El baptisterio de San Juan, en Florencia, en el que aún se bautizaba sumergiendo el cuerpo, como los hacía el Bautista, es "sello" (signo) de un episodio que confirma el propio Dante: en ocasión de un bautismo, un chico resbaló de las manos del sacerdote y, ante el peligro de que se ahogara, el poeta rompió la pila con un hacha. Que se sepa, no mereció de parte de la Iglesia ninguna represalia, excepto una amonestación por "irreverencia".

** Los asesinos eran enterrados vivos cabeza abajo, y el sacerdote, en espera de la confesión, se asomaba al foso.
Algunos reos demoraban la ejecución con insistentes súplicas.

*** Quien habla es Giovanni Gaetano Orsini, es decir, Nicolás III, Papa entre 1277 y 1280. Confunde a Dante con Bonifacio VIII, quien, según lo que las almas leen en el Infierno, debía morir a continuación. Hay una diferencia de años respecto de la profecía: Benedetto Gaetani (Bonifacio VIII) murió en 1303; si Dante estaba en "el medio del camino de nuestra vida", y dado que el propio Dante se refirió a ese "medio" como los 35 años de edad, en su Convivio, el tiempo de la acción de la Comedia debe situarse alrededor de 1300. Por lo que Orsini dice: "El escrito me mintió unos cuantos años". Es probable, por no decir seguro, que Nicolás III fuera culpable de simonía. En tanto miembro de la poderosa famila de los Orsini, la favoreció: a esto alude más abajo cuando dice que, como hijo de "la osa" (los descendientes de un Ursus) ayudó a los "oseznos". Los Orsini eran güelfos, y Nicolás III fortaleció la posición de la Iglesia frente al imperio, aun en medio de la corrupción

**** La "bella dama" es la Iglesia. Nicolás III acusa a Bonifacio VIII de haberla saqueado como él mismo hizo, sólo que al otro le reprocha haberla dejado exhausta


***** El que será "sin ley" es Clemente V, nacido Bertand de Got, en Gasconia. Fue Papa entre 1305 y 1314 y fue apoyado por el rey de Francia, Felipe el Hermoso. Más abajo, Orsini lo compara con Jasón, el Macabeo, quien compró el sumo sacerdocio de los hebreos al rey de Siria (Libro II de Macabeos, 4:7 y siguientes). La larga amonestación de Dante a Nicolás III, que sobreviene, es un manifiesto político de plena actualidad para su tiempo, incrustado en el Infierno no sin naturalidad y cierta gracia, casi neorrealista, si se piensa en el Papa oyéndolo patas para arriba. La diatriba de Dante hace referencia a la política y a La Biblia; por ejemplo, al episodio en el que los Apóstoles echan a la suerte quién debía sustituir al traidor Judas entre los Doce (Apóstoles, 1:21); a Carlos I ante quien Orsini se envalentonó y pidió la mano de una de sus hijas para un sobrino suyo; a San Juan (mencionado como "el Evangelista") cuando refiere a Roma como la Babilonia sentada sobre las aguas y las siete colinas,  y como la que putañea con los reyes (Apocalipsis, 17:1; 2; 3); finalmente, al primer emperador cristiano, Constantino, que al otorgar al papa Silvestre I los estados pontificios, lo convirtió en el primer "padre rico" (el comprobado fraude sobre la escritura de Constantino hace dudosa la voluntad del emperador, pero no el poder que la Iglesia tuvo sobre Roma).

  


martes, marzo 13, 2012

aldo pellegrini. sin tema


Sin tema

El que canta por no saber
el que saturado de ignorancia
recorre el vientre de los viernes oscuros
el que arroja las uñas a la calle
y oculta su vida en los rincones
el que mastica enfurecido el silencio
busca su tema.

Un tema
un tema que cambia
un tema que cambia con el vapor de las digestiones
un tema iluminado por el resplandor de las lenguas resecas
un tema perseguido por el rumor de las pupilas vacías
el tema del hambre luminosa, el tema del clamor del éxtasis
el tema de las frentes sonoras
el tema de las orejas donde se licuan las palabras.

Los ojos fuera de las órbitas
un cuchillo de luz hace sangrar las miradas
fijas en la dirección de los temas microscópicos
las manos que se alargan
alcanzan la desintegración final de los temas.

Tema que cambia en un hombre que no cambia
en la cueva de los temas, hombre que no cambia
estoy condenado por el tiempo de los tiempos
a ser yo mismo.

Aldo Pellegrini, Rosario, 1903- Buenos Aires, 1973
de La valija de fuego, (1952)
en La valija de fuego, poesía completa, editorial Argonauta, 2001
imagen Magritte, Golconde

lunes, marzo 12, 2012

llegué un día de fiesta







**Prólogo
Sin estar viejo y sin dolencia grave,
noto que va flaqueando mi memoria
y es que el tiempo en que, según se sabe,
el hombre empieza a recordar su historia.

**Llegada
A mi pueblo natal llegué un día de fiesta,
antes de la alborada, y obtuve un homenaje
una salva de bombas y un baile a toda orquesta.
¡Y pensar que llegaba sin nombre ni equipaje!

**Patrimonio
De mi padre heredé su carácter austero
su estatura mediana y su sed de aventuras.
De mi madre, un volumen de versos y figuras
forrado con mi cuero.

**Primera salida
Mi corcel de cartón piafaba en el desván
y por un ventanal entraba, enorme, el sol.
Yo estaba, espada en mano, como aquel español
que se metió en los sesos las "Sergas de Esplandián".

**Primera empresa
Quise plasmar con humo mi ideal. (Prometeo,
con más sabiduría, usaba el barro.)
Y ahora que digo el humo, me acuerdo del mareo
y de las náuseas del primer cigarro.

**La obra
El inútil apremio de la hormiga atareada,
y al fin de tanto esfuerzo, de tanto afán prolijo,
ni un gran libro, ni un árbol que dé sombra, ni un hijo.
La tristeza, el trabajo y el amor, para nada.

**Partida
Por si el regreso es arduo de sierras y pantano
con las botas calzadas espero la partida.
¿Pena? Sí; me dan pena, y aun no partí, las manos
altas y lentas de la despedida.

**Epitafio
He respetado en todo al Dios desconocido
bajo las tres hipóstasis de Bello, Puro y Cierto.
Di al alma cinco dracmas y una a cada sentido
y, sin embargo, aquí estoy, muerto.

Ezequiel Martínez Estrada,San José de la esquina, Santa Fe, 1895- Bahía Blanca, 1964
en Las cien mejores poesías líricas argentinas, Cintra, Buenos Aires, 1953
Imagen de Ezequiel Martínez Estrada en Ay, Constanza!!!

domingo, marzo 11, 2012

vagos barbudos, mal peinados





**
El señor Prudhomme


Es muy serio: es alcalde y padre de familia.
Tragó su falso cuello sus orejas. Sus ojos
en un sueño sin fin despreocupados flotan
y en sus pantuflas brilla la primavera en flor.


¿Qué le importa el lucero de oro, o la enramada
a cuya sombra cantan las aves, o los cielos,
o las verdes praderas y el césped silencioso?
El señor Prudhomme sueña con casar a su hija


con el señor Machin, un joven con posibles,
de los del justo medio, barrigudo y botánico.
En cuanto a esos pillastres y golfos que hacen versos,


esos vagos barbudos, mal peinados, les tiene
más horror todavía que a su incurable gripe,
y brilla en sus pantuflas la primavera en flor.


de Poemas Saturnianos, 1866


**
I-VIII


Requiere mucho amor escoger una vida
modesta, y sus tediosos y fáciles trabajos.
Permanecer alegre tras tantos tristes días,
ser fuerte, y en mezquinas circunstancias gastarse.


No escuchar entre el ruido de las grandes ciudades
salvo, oh Dios, la llamada de los campanarios;
y hacer un ruido de esos uno mismo, y hacerlo
para cumplir vilmente sus pueriles tareas.


Dormir con pecadores aun siendo un penitente,
amar sólo el silencio mas seguir conversando;
tan prolongado el tiempo en tan larga paciencia,


los cándidos escrúpulos de tercas contriciones,
y el esmerarse en torno de esas pobres virtudes.
-¡Huye- mi Ángel me dice- del orgullo y sus mañas!


de Sagesse, 1881


Paul Verlaine, Metz, 1844 - París, 1896
en Paul Verlaine, Treinta y seis sonetos, Selección y traducción de Luis Martínez de Merlo, Poesía Hiperión, Madrid, 1995
Fotografía de 1890. Ph. Dornac Coll. Archives Larbor


* Monsieur Prudhomme


Il est grave: il est maire el père de famille.
Son faux col engloutit son oreille. Ses yeux
dans un rêve sans fin flottent insoucieux,
et le printemps en fleur sur ses pantoufles brille.


Que lui fait l'astre d'or, que lui fait la charmille
où l'oiseau chante à l'ombre, et que lui font les cieux,
et les prés verts et les gazons silencieux?
Monsieur Prudhomme songe à marier sa fille


avec monsieur Machin, un jeune homme cossu.
Il est juste-milieu, botaniste et pansu.
Quant aux faiseurs de vers, ces vauriens, ces maroufles,


ces fainéants barbus, mal peignés, il les a
plus en horreur que son éternel coryza,
et le printemps en fleur brille sur ses pantoufles.
   
*  I-VIII

La vie humble aux travaux ennuyeux et faciles
Est une oeuvre de choix qui veut beaucoup d'amour.
Rester gai quand le jour, triste, succède au jour,
Etre fort, et s'user en circonstances viles,

N'entendre, n'écouter aux bruits des grandes villes
Que l'appel, ô mon Dieu, des cloches dans la tour,
Et faire un de ces bruits soi-même, cela pour
L'accomplissement vil de tâches puériles,

Dormir chez les pêcheurs étant un pénitent,
N'aimer que le silence et converser pourtant,
Le temps si grand dans la patience si grande,

Le scrupule naïf aux repentirs têtus,
Et tous ces soins autour de ces pauvres vertus!
- Fi, dit l'Ange Gardien, de l'orgueil qui marchande!

jueves, marzo 08, 2012

un cuerpo es eso que viste




**
Siglos caminando los dameros helados,
contando la cantidad de vértices blancos y negros.
Cada tanto la visión del río,
la oscuridad de los árboles,
la juventud de nuestros hijos como un agujero de señales.
Un cuerpo es eso que viste
en aquella habitación.
Aturden tus manos, ajenas y rosadas como insultos,
tu obsesión por las manos unas sobre otras.


 **
Ninguna mujer me ayudó sin conocerme excepto ésta.
Mientras me alejaba, me siguió hasta el cruce de las escaleras.
Yo miraba los hombres en círculo alrededor de aquel cuerpo,
el humo familiar y vacío.
Pensé que lloraría, pero caminé,
ella me tomaba del brazo,
cada tanto me acariciaba el hombro izquierdo.
Era la segunda vez que me ayudaba.
No sé si llegué a agradecerle.
Aquí estoy, aquí estoy, decía mi madre en la oscuridad,
yo abría los brazos y era como volver a nacer.

**
He aquí mi cabeza
a la derecha del hombre que ha cerrado
la puerta de la habitación
y se acuesta, ahora, en nuestra cama.
La palabra es huidiza y áspera
incapaz de describir la carne
que empieza a dormirse,
el cuello húmedo sobre la funda de lino.


Roxana Palacios, Buenos Aires, 1957
de Delta, Inédito
Pablo Bonifazzio, Sueños del delta

martes, marzo 06, 2012

la luz ha sido artificial



**


Estamos tan desollados
que creemos morir
cuando la calleja nos dispara una palabra de disgusto.
La calleja no lo sabe,
pero no soporta una carga semejante;
no está acostumbrada a ver un Vesubio de los dolores
estallar en ella.


En ella están exterminados los recuerdos de los tiempos primeros
desde entonces la luz ha sido artificial
y los ángeles ya sólo juegan con pájaros y flores
o se sonríen en el sueño de un niño.


**


Cuando el día se vacíe 
en el crepúsculo,
cuando el tiempo sin imágenes empiece
a unirse a las voces solitarias-
los animales son nada como cazadores
o cazados-
las flores sólo olor-
cuando todo sea sin nombre como al principio-
irás tú bajo las catacumbas del tiempo,
que se abren a aquellos que están cerca del final-
ahí donde crecen los brotes del corazón-
en la oscura interioridad
te hundes-
ya la muerte atrás
tan sólo pasillo de corriente de aire-
y abres helando desde la salida
tus ojos
en los que una nueva estrella
ha dejado el reflejo de su brillo-


Eclipse estelar, Amsterdam, 1949


Nelly Sachs, Berlín 1891-Estocolmo 1970
En Nelly Sachs, En las moradas de la muerte, Ediciones Orbis S.A., traducción de Javier Tubía, Buenos Aires, 1971
imagen de © Anne Arden McDonald, Untitled Self Portrait #70, Austria, 1995, en Anne Arden McDonald

lunes, marzo 05, 2012

john ashbery. sentirse herido




Sentirse herido

Por un momento captamos el espíritu de las cosas
tal como ocurrieron en el pasado. Y llegamos
a conocerlas verdaderamente bien. Telarañas navegaron
sobre la costa. Audaz, la niña las juntó
de entre las nubes, todas ellas misteriosas
y gomosas. Más tarde se elevaron en un velo
por arriba del sueño de cemento de los taxis y la vida.
Así era más o menos como se espera
que terminen las cosas, y se rearmen
otra vez. Lo que no podíamos ver resultaba
encantador. Julio pasó muy rápido.

El mayor problema, incluso mayor
a los círculos deshechos cerca de la mitad
y al final, era la vela en el sótano,
murmurando inclemente contra el clima,
los tejados. Imagina una película que se parece
a la vida de uno, la misma duración, la misma clase.
Ahora imagina que estás allí, actuando un papel secundario,
un papel que en realidad es más importante que el de los protagonistas.
¿Cómo juzgarlo cuando ha transcurrido
más de la mitad? Como una tundra hecha con crayones
colmada de multitudes de todos lados como un mandala
no existe ningún lugar a donde la pequeña niña pueda ir. 
Juega con nosotros, en nuestro desfile; uno se avergüenza
por haber estado ausente tanto tiempo y por haber dejado que
las cosas llegaron al estado actual. Demasiado tarde, la cabeza
del jabalí sobre la chimenea brilla solitaria
enojo arquetípico por el modo en que el tiempo transcurrió.
Es demasiado tarde para los húsares y la figura inclinada
en el fondo: cuando era joven
creía que él era un mago, o quizás un olvidado
charlatán de alguna capital remota. Ahora no estoy tan seguro.


John Ashbery, Rochester, 1927
A worldly country, New poems, Harper Collins Publishers, New York, 2007
versión © Silvia Camerotto
imagen de Francesca Woodman©,  House #3, Providence, Rhode Island, 1975-1976, en Uno de los nuestros

To be affronted

For a while we caught the spirit of things
as they had drifted in the past. And we got
to know them really well. Cobwebs sailed
above the shore. Undaunted, the girl picked
them out of clouds, all being mysterious
and rubbery. Later a shroud lifted
them above the cement dream of taxis and life.
This was more or less expected
way of things running out, and back
together again. What we couldn’t see was
delightful. July passed very quickly.

More than the matter with it, more even
than circles coming undone near the middle
and the end, was the candle that stood in the vault,
muttering inclement things to the weather,
the gables. Imagine a movie that is the same
as someone’s life, same length, same ratings.
Now imagine you are in it, playing the second lead,
a part actually more important than the principals’.
How do you judge when it’s more than
half over? As pastel tundra
crowds in from all sides like a mandala
there is nowhere for the very little girl to go.
She plays with us, in our pageant; one is ashamed
at having been away this long and let whatever
get to the state it’s in now. Too late, the boar’s
head on the mantel glows in solitary
archetypal annoyance at the way time has just passed.
It’s too late for the hussars and the bent figure
in the background: When I was young I
thought he was a wizard, or perhaps a forgotten
charlatan from a far-off capital. Now I’m not so sure.




jueves, marzo 01, 2012

me preparé por siglos



**
Fantasmas

Vos y yo sabíamos
o al menos deberíamos haberlo sabido
que aquel día
intercambiamos fantasmas.

Yo cumplí con el sueño del territorio
y vos concretaste el objetivo del olvido.


**
Indiferencia

No temo tu mirada como látigo,
temo tus palabras.

No temo tu espada ni tu puño
no temo tu sevillana.

Temo tu suave decir, como al pasar
sin compromiso.

Las palabras sueltas
dibujan espacios enormes, vacíos,
donde el frío no se encoge.

Temo la distancia,
no tus armas.
Me preparé por siglos para ellas.

Temo la indiferencia.

**
Espectáculo

No sé cómo nos arreglamos
para dotar a nuestros otros
de tantas virtudes,
de tantos detalles.

De ser tan proclives
a caer en nuestras garras
y hacernos dichosos.

No es bueno
que nuestros otros cambien demasiado.
Sólo lo necesario
para que el espectáculo continúe.

Jorge Santkovsky, Bahía Blanca, 1957
de Revelaciones acerca de otras criaturas, Huesos de Jibia, Buenos Aires, 2011
imagen de Montse Bernal ©  en Uno de los nuestros