domingo, enero 30, 2011

santiago sylvester. enrique banchs. macedonio fernández


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Hospitalario y fiel en su reflejo

Hospitalario y fiel en su reflejo
donde a ser apariencia se acostumbra
el material vivir, está el espejo
como un claro de luna en la penumbra.

Pompa le da en las noches la flotante
claridad de la lámpara, y tristeza
la rosa que en el vaso agonizante
también en él inclina la cabeza.

Si hace doble al dolor, también repite
las cosas que me son jardín del alma.
Y acaso espera que algún día habite

en la ilusión de su azulada calma
el Huésped que le deje reflejadas
frentes juntas y manos enlazadas.

Enrique Banchs, Buenos Aires, 1888-1968
de La Urna, 1911

**
Hay un morir

No me lleves a sombras de la muerte
a donde se hará sombra mi vida,
donde sólo se vive el haber sido.
No quiero el vivir del recuerdo.
Dame otros días como estos de la vida.
Oh no tan pronto hagas
de mí un ausente
y el ausente de mí.
¡Que no te lleves mi Hoy!
Quisiera estarme todavía en mí.

Hay un morir si de unos ojos
se voltea la mirada de amor
y queda sólo el mirar de vivir.
Es el mirar de sombras de la Muerte.
No es Muerte la libadora de mejillas,
esto es Muerte: Olvido en ojos mirantes.

Macedonio Fernández, Buenos Aires, 1874-1952
1912

Todos los poemas pertenecen a Otro río que pasa, Bajo la luna, Buenos Aires, 2010 y en este caso, fueron seleccionados por Santiago Sylvester para 'Diez poemas de la década del 10'
imagen de Chagall

sábado, enero 22, 2011

marianne moore. matrimonio



Matrimonio

Esta institución,
quizás deberíamos decir empresa
por respeto por el que
uno dice no necesita cambiar de opinión
acerca de algo en lo que ha creído,
que requiere de promesas públicas
sobre nuestra intención
de cumplir con un compromiso privado:
a esta altura me pregunto
qué pensarán hoy Adán y Eva al respecto,
este metal moldeado a fuego
revivido en dorado;
qué brillante se ve—
“de tradiciones circulares  supercherías,
perpetrando muchos saqueos”,*
¡que  requiere toda nuestra astucia criminal
para evitarlo!
La psicología que lo explica todo
no explica nada
y aún dudamos.
Eva: hermosa mujer—
La vi
cuando era tan bella
que me conmovió,
capaz de escribir simultáneamente
en tres idiomas—
inglés, alemán y francés
y hablar al mismo tiempo;*
efectiva de igual modo al exigir conmoción
o al estipular serena:
“Quisiera estar sola”;
a lo que el visitante responde,
“Quisiera estar solo;
¿por qué no estar solos de a dos?”
Bajo las estrellas incandescentes
bajo la fruta incandescente,
la extraña experiencia de la belleza;
su existencia es demasiado;
nos hace pedazos
y cada nueva oleada de conciencia
es veneno.
“Mírala, mírala en este mundo común”,*
la falla central
de ese primer experimento de delicado cristal,
esta amalgama que nunca puede ser más
que una posibilidad interesante,
descripta
como “ese extraño paraíso
a diferencia de la carne, del oro o de edificios majestuosos,
la pieza más selecta de mi vida:
el corazón elevándose
en estado de paz
como un barco se eleva
con la crecida del agua”;*
obligado a hablar de la serpiente—
esa piel de serpiente en la historia de la urbanidad
de la que se despojó
a la que no se regresará—
ese accidente inestimable
que exonera a Adán.
Y él también es bello;
es angustiante—el Oh tú
a quien, de quien,
sin el cual nada—Adán;
“algo felino,
algo serpentino”*— ¡cuán acertado!
un monstruo mitológico agazapado
en esa miniatura persa de las minas de esmeralda,
seda pura—blanco marfil, blanca nieve,
blanca ostra y otros seis—
esa dehesa repleta de leopardos y jirafas—
cuerpos  alargados de amarillo limón
labrados con trapecios azules.
Animado con palabras,
vibrando como un címbalo
tocado antes de hacerlo repicar,
él ha profetizado correctamente:
la cascada infatigable,
“el rápido torrente
que arrastra con violencia todo lo que esté adelante,
en un tiempo silencioso como el aire
y ahora tan poderoso como el viento”.
“Pisando  abismos
en el equilibrio incierto de una lanza”*
olvidar que existe en la mujer
una naturaleza mental
que es una manifestación instintiva
es peligroso,
él sigue hablando
de modo formal en la habitual tensión
de los  “estados pasados,  el estado actual,
pactos, promesas,
el mal que uno sufrió,
el bien que uno disfruta,
infierno, cielo,
todo conveniente
para fomentar la felicidad”.*
En él hay un estado mental
que lo fuerza
a percibir lo que no se deseaba
que percibiera,
“experimenta una solemne felicidad
al ver que se ha convertido en un ídolo”.*
Atormentado por el ruiseñor
en las hojas nuevas,
con su silencio—
no su silencio, pero sus silencios,
de esto dice:
“Me abriga con una camisa de fuego”.*
“Él no se atreve a aplaudir
para que continúe
a menos que se vuele;
si él no hace nada, dormirá;
si grita, no comprenderá.”*
Amilanado por el ruiseñor
y deslumbrado por la manzana,
impulsado por “la ilusión de un fuego
eficaz para apagar el fuego”,*
en cuya comparación
el resplandor de la tierra
no es sino deformidad—un fuego
“tan alto como profundo tan brillante como ancho
tan largo como la vida misma”*
él tropieza con el matrimonio,
“un objeto demasiado trivial, por cierto”*
para destruir la actitud
en la que se encontraba—
el alivio del filósofo
bastardeado por una mujer.
¡Himen inútil!
“una especie de cupido gigante”*
reducido a la insignificancia
por la publicidad mecánica
desfilando como comentario involuntario,
por ese experimento de Adán
con maneras de salir, pero no de entrar—
el rito del matrimonio,
aumentando su pompa;
sus helechos,
flores de loto, higos chumbos, dromedarios blancos,
sus hipopótamos—
nariz y boca combinadas
en un magnífico saltamontes,
“el chajá—
ese ave enorme, casi un lagarto”,
su serpiente y la manzana poderosa.
Él nos dice que
“por amor
contemplará a un águila quedarse ciega,
que es como un Hércules
trepando los árboles
en el jardín de las Hespérides,
desde los cuarenta y cinco a los setenta
es la mejor edad”,*
recomendándolo
como un gran arte, como un experimento,
un deber o meramente como recreación.
Uno no debe llamarlo rufián
ni tirantez a una calamidad—
la lucha para ser afectuoso:
“no hay verdad puede ser conocida por completo
hasta que se haya probado
con el diente de la disputa”.*
La pantera azul de ojos negros,
la pantera de basalto de ojos azules,
completamente agraciadas—
uno debe abrirles camino—
la negra Diana obsidiana
que “ensombreció su semblante
como un oso,
haciendo suspirar a su esposo”,*
la mano punzante
que siente afecto por uno
y lo demuestra hasta la médula,
ansiosa por demostrar
que la impaciencia es la señal de independencia
no de vasallaje.
“Los casados a menudo son así—*
“raros y fríos,*  de arriba a abajo,
mezclados  y palúdicos
con un día bueno y uno malo”.
“¿Cuándo nos alimentamos?”
Nosotros los occidentales somos tan desapasionados,
peleamos mientras nos alimentamos;
y yo está bastante perdido,
la ironía preservada
en “el banquete tête à tête de Ahaseurus”*
con su “buen monstruo, guíanos”*
con poca risa
y humor generoso
en esa quijotesca atmósfera de franqueza
en el que “las cuatro en punto no existen
pero a las cinco
las damas en arrogante humildad
están prestas a recibirte”;*
en la que la experiencia demuestra
que los hombres tienen poder
y a veces nos lo hacen sentir.
Él dice: “¿qué monarca no se avergonzaría
de tener una esposa
con el pelo como una brocha?*
La realidad femenina
no es  ‘el sonido de la flauta
sino cada veneno’”.*
Ella dice: “Los hombres son monopolistas
de estrellas, ligas, botones
y otras brillantes baratijas—
ineptos para ser los guardianes
de la felicidad de otra persona”.*
Él dice: “Estas momias
debe de ser tratadas con cuidado—
‘las migajas de la comida de un león,
un par de tibias y un trocito de oreja’;*
ve hasta la letra M
y verás
que ‘una esposa es un ataúd’,*
ese objeto serio
con la agradable geometría
que estipula espacio y no personas,
negándose a ser enterrado
y exclusivamente decepcionante,
moldeado vengativamente en actitud
de un niño adorador
a un padre ilustre”.
Ella dice: “Esta mariposa,
esta mosquita, este nómade
que se ha ‘propuesto
apoyarse en mi mano para siempre”. —*
¿Qué puede uno hacer con eso?
Debió haber habido más tiempo
en la época de Shakespeare
para sentarse y mirar un drama.
Tú sabes que muchos artistas son locos”.
Él dice: “Conoces muchos locos
que no son artistas”.
La realidad olvidó
que “algunos tienen solo derechos
mientras que otros tienen obligaciones”,*
Él se ama tanto a sí mismo,
que no se permite
rival en ese amor.
Ella se ama tanto a sí misma, 
que no puede verse lo suficiente—
una estatuilla de marfil sobre marfil,
el último toque lógico
a un esplendor expansivo
ganado como salarios por trabajo realizado:
uno no es rico sino pobre
cuando uno siempre parece tan correcto.
¿Qué puede uno hacer por ellos—
estos salvajes
condenados a enajenar
a todos aquellos que no son visionarios
alertas para llevar a cabo la tonta tarea
de ennoblecer a  la gente?
Este modelo de fidelidad sanpedrina
que “abandona a su pacífico marido
sólo porque ella ha visto de él lo suficiente”—*
ese orador recordándote,
“Soy tuyo a tus órdenes”.
“Todo en relación con el amor es un misterio;
investigar esta ciencia
implica más que un día de trabajo”. *
Uno ve que es extraño—
ese llamativo aferrarse de los contrarios
opuestos entre sí, no a la unidad,
que en inclusión circular
ha empequeñecido la demostración
de Colón con el huevo—
un triunfo de la simplicidad—
el caritativo Euroclidón
de desinterés aterrador
que el mundo odia,
confesando:

“Soy tan ingrato,
si tuviera una tristeza,
debería sentirla por largo tiempo;
pero no soy de esos que tienen una gran tristeza
por la mañana
y una gran alegría a la noche”;
lo que significa: “Lo he encontrado
entre esos intrascendentes
protegidos de la sabiduría,
donde aparentan desfilar
como el argumentador y el romano,
el estatismo
de un arcaico Daniel Webster
que persiste en su simplicidad de carácter
como la esencia del asunto:

‘Libertad y unión
ahora y siempre’; *

el libro sobre el escritorio
la mano en el bolsillo de plastrón”.


Marianne Moore, Kirkwood, 1887 - New York, 1972
Versión © Silvia Camerotto
De Selected Poems (1935)
En Marianne Moore, Complete Poems, Faber & Faber, Londres
imagen: Tamara de Lempicka

Notas al poema:
Versos 14-15: “de tradiciones… saqueos”, de Francis Bacon
Versos 25-28: “capaz de escribir…al mismo tiempo”, de ‘Multiple Consciousness or Reflex Action of Unaccustomed Range’, Scientific American, 1922
Verso 42: “Mírala… mundo común”, de George Shock
Versos 48-55: “ese extraño paraíso… crecida del agua”, de Richard Baxter, en The Saints’ Everlasting Rest
Versos 65-66: “algo felino/ algo serpentino”, de Philip Littell, en Poems of The New Republic de Santayana
Versos 83-84: “Pisando abismos… de una lanza”, de Hazlitt, Essay on Burke’s Style
Versos 91-97: “Estados pasados… la felicidad”, de Richard Baxter
Verso 101-102: “experimenta una solemne… un ídolo”, en ‘A Travers Camps’ de Anatole France en Filles et Carçons
Verso 108: “Me abriga… fuego”, de Hagop Boghossian, en el poema The Nightingale
Versos 109-113: “Él no se atreve… no comprenderá”, de Edward Thomas en Feminine influence on the Poets, 1910
Versos 116-117: “la ilusión… el fuego”, de Richard Baxter
Versos 121-123: “Tan alto como profundo… como la vida misma”, de Baxter
Verso 125: “Un objeto demasiado trivial… cierto”, Gowdwin, citado por Mary Wollstoncraft, en A Vindication of the Rights of Woman, 1792
Verso 131: “Una especie… gigante” en Brewer Dictionary of Phrase and Fable
Versos 146-152: “por amor… es la mejor edad”, de Anthony Trollope en Barchester Towers, Vol. II
Versos 159-161: “no hay verdad… de la disputa”, de Robert of Sorbonne
Versos 167-169: “ensombreció su semblante… su esposo” del Eclesiastés, en Modern Reader’s Bible, MacMillan
Verso 175: “Los casados… son así”, de Bertram Hartmann
Verso 176: “raros y fríos”, de Richard Baxter
Verso 181: “el banquete…”, de George Adam Smith, en Expositor’s Bible
Verso 182: “buen monstruo, guíanos”, de William Shakespeare, en La Tempestad
Versos 187-190: “las cuatro en punto… a recibirte”, de Condesa de Noailles, en Femina, 1921
Versos 194-196: “qué monarca… brocha”, de Mary Frances Nearing, en The Rape of The Lock, sátira en verso realizada con colaboración de Marianne Moore
Versos 198-199: “el sonido … cada veneno”, de Mitram Rhibany, en The Syrian Christ, 1916
Versos 200-204: “Los hombres son… de otra persona”, de Miss M. Carey Thomas, 1921
Versos 207-208: “Las migajas… oreja”, de Amos iii, 12, traducido por George Adam Smith, en Expositor’s Bible
Verso 211: “Una mujer es un ataúd”, de Ezra Pound
Verso 222-223: “propuesto… para siempre”, de Charles Reade, en Christie Johnstone, 1853
Versos 232-233: “algunos tienen… obligaciones”, de Edmund Burke (“Asiatics have rights: Europeans have obligations”)
Versos 252-253: “abandona a su pacífico… suficiente”,  de Simone A Puget, en ‘Change of Fashion’,  publicidad del English Review, 1914
Versos 256-258: “Todo en relación con… día de trabajo”, de F. C. Tilney, en The Original Fables of La Fontaine, Libro XII, N° 14, ‘Love and folly’
Versos 286-289: “Libertad… siempre”, de Daniel Webster, inscripción de la estatua en el Central Park de New York




Marriage
This institution, /perhaps one should say enterprise /out of respect for which /one says one need not change one's mind /about a thing one has believed in, /requiring public promises /of one's intention /to fulfill a private obligation: /I wonder what Adam and Eve /think of it by this time, /this firegilt steel /alive with goldenness; /how bright it shows — /“of circular traditions and impostures, /committing many spoils,” /requiring all one's criminal ingenuity /to avoid! /Psychology which explains everything /explains nothing /and we are still in doubt. /Eve: beautiful woman — /I have seen her /when she was so handsome /she gave me a start, /able to write simultaneously /in three languages — /English, German and French /and talk in the meantime; /equally positive in demanding a commotion /and in stipulating quiet: /”I should like to be alone;” /to which the visitor replies, /“I should like to be alone; /why not be alone together?” /Below the incandescent stars /below the incandescent fruit, /the strange experience of beauty; /its existence is too much; /it tears one to pieces /and each fresh wave of consciousness /is poison. /”See her, see her in this common world,” /the central flaw /in that first crystal-fine experiment, /this amalgamation which can never be more /than an interesting possibility, /describing it /as "that strange paradise /unlike flesh, gold, or stately buildings, /the choicest piece of my life: /the heart rising /in its estate of peace /as a boat rises /with the rising of the water;" /constrained in speaking of the serpent — /that shed snakeskin in the history of politeness /not to be returned to again — /that invaluable accident /exonerating Adam. /And he has beauty also; /it's distressing — the O thou /to whom, from whom, /without whom nothing — Adam; /"something feline, /something colubrine" — how true! /a crouching mythological monster /in that Persian miniature of emerald mines, /raw silk — ivory white, snow white, /oyster white and six others — /that paddock full of leopards and giraffes — /long lemonyellow bodies /sown with trapezoids of blue. /Alive with words, /vibrating like a cymbal /touched before it has been struck, /he has prophesied correctly — /the industrious waterfall, /“the speedy stream /which violently bears all before it, /at one time silent as the air /and now as powerful as the wind.” /“Treading chasms /on the uncertain footing of a spear,” /forgetting that there is in woman /a quality of mind /which is an instinctive manifestation /is unsafe, /he goes on speaking /in a formal, customary strain /of “past states,” the present state, /seals, promises, /the evil one suffered, /the good one enjoys, /hell, heaven, /everything convenient /to promote one's joy." /There is in him a state of mind /by force of which, /perceiving what it was not /intended that he should, /"he experiences a solemn joy /in seeing that he has become an idol." /Plagued by the nightingale /in the new leaves, /with its silence — /not its silence but its silences, /he says of it: /“It clothes me with a shirt of fire.” /“He dares not clap his hands /to make it go on /lest it should fly off; /if he does nothing, it will sleep; /if he cries out, it will not understand.” /Unnerved by the nightingale /and dazzled by the apple, /impelled by “the illusion of a fire /effectual to extinguish fire,” /compared with which /the shining of the earth /is but deformity — a fire /“as high as deep as bright as broad /as long as life itself,” /he stumbles over marriage, /“a very trivial object indeed” /to have destroyed the attitude /in which he stood — /the ease of the philosopher /unfathered by a woman. /Unhelpful Hymen! /“a kind of overgrown cupid” /reduced to insignificance /by the mechanical advertising /parading as involuntary comment, /by that experiment of Adam's /with ways out but no way in — /the ritual of marriage, /augmenting all its lavishness; /its fiddle-head ferns, /lotus flowers, opuntias, white dromedaries, /its hippopotamus — /nose and mouth combined /in one magnificent hopper, /“the crested screamer — /that huge bird almost a lizard,” /its snake and the potent apple. /He tells us /that “for love /that will gaze an eagle blind, /that is like a Hercules /climbing the trees /in the garden of the Hesperides, /from forty-five to seventy /is the best age,” /commending it /as a fine art, as an experiment, /a duty or as merely recreation. /One must not call him ruffian /nor friction a calamity — /the fight to be affectionate: /“no truth can be fully known /until it has been tried /by the tooth of disputation.” /The blue panther with black eyes, /the basalt panther with blue eyes, /entirely graceful — /one must give them the path — /the black obsidian Diana /who “darkeneth her countenance /as a bear doth, /causing her husband to sigh,” /the spiked hand /that has an affection for one /and proves it to the bone, /impatient to assure you /that impatience is the mark of independence /not of bondage. /“Married people often look that way” — /“seldom and cold, up and down, /mixed and malarial /with a good day and bad.” /“When do we feed?” /We occidentals are so unemotional, /we quarrel as we feed; /one's self is quite lost, /the irony preserved /in “the Ahasuerus tête à tête banquet” /with its “good monster, lead the way,” /with little laughter /and munificence of humor /in that quixotic atmosphere of frankness /in which “Four o'clock does not exist /but at five o'clock /the ladies in their imperious humility /are ready to receive you”; /in which experience attests /that men have power /and sometimes one is made to feel it. /He says, “what monarch would not blush /to have a wife /with hair like a shaving-brush? /The fact of woman /is not ‘the sound of the flute /but every poison.’” /She says, “’Men are monopolists /of stars, garters, buttons /and other shining baubles' — /unfit to be the guardians /of another person's happiness.” /He says, “These mummies /must be handled carefully — /‘the crumbs from a lion's meal, /a couple of shins and the bit of an ear’; /turn to the letter M /and you will find /that ‘a wife is a coffin,’ /that severe object /with the pleasing geometry /stipulating space and not people, /refusing to be buried /and uniquely disappointing, /revengefully wrought in the attitude /of an adoring child /to a distinguished parent.” /She says, “This butterfly, /this waterfly, this nomad /that has ‘proposed /to settle on my hand for life.” — /What can one do with it? /There must have been more time /in Shakespeare's day /to sit and watch a play. /You know so many artists are fools.” /He says, “You know so many fools /who are not artists.” /The fact forgot /that “some have merely rights /while some have obligations,” /he loves himself so much, /he can permit himself /no rival in that love. /She loves herself so much, /she cannot see herself enough — /a statuette of ivory on ivory, /the logical last touch /to an expansive splendor /earned as wages for work done: /one is not rich but poor /when one can always seem so right. /What can one do for them — /these savages /condemned to disaffect /all those who are not visionaries /alert to undertake the silly task /of making people noble? /This model of petrine fidelity /who “leaves her peaceful husband /only because she has seen enough of him” — /that orator reminding you, /“I am yours to command.” /“Everything to do with love is mystery; /it is more than a day's work /to investigate this science.” /One sees that it is rare — /that striking grasp of opposites /opposed each to the other, not to unity, /which in cycloid inclusiveness /has dwarfed the demonstration /of Columbus with the egg — /a triumph of simplicity — /that charitive Euroclydon /of frightening disinterestedness /which the world hates, /admitting: //“I am such a cow, /if I had a sorrow, /I should feel it a long time; /I am not one of those /who have a great sorrow /in the morning /and a great joy at noon;” /which says: “I have encountered it /among those unpretentious /protegés of wisdom, /where seeming to parade /as the debater and the Roman, /the statesmanship /of an archaic Daniel Webster /persists to their simplicity of temper /as the essence of the matter: //‘Liberty and union /now and forever;’ /the book on the writing-table; /the hand in the breast-pocket.”

jueves, enero 20, 2011

javier adúriz. aclamación de una pieza vacía


**
Aclamación de una pieza vacía

No fui en ninguna parte más entero
ni más hondo de mí.
Los instantes que en ella he desgastado
en tumulto indeciso tal vez me andan buscando.

Alguien paga con horas mi honda noche sin horas.
Su recuadro sereno
me dejó percibir cómo entraba en la sombra,
y me lavó la frente de silencio.

En ella
alumbré con palabras un recuerdo,
descargué mis jornadas,
desenredé mi viento.

Regresando del día
yo con súbita luz la desnudaba.
Acompañó el latido más intenso,
y bien supe que estuvo recogiendo
mis sombras, y mi ruta, y mi palabra.

Para siempre
me fue robando imágenes el fondo del espejo.

Caminos que soltara por los ayeres densos.
Iban claros y cansos
bajo mi foco eléctrico.

A veces, al entrar,
rayado de cien vidas y cien calles
extrañaba no hallarme en su silencio,
y al no encontrar mi voz me pensé muerto.

Le apasionaba noches
desvelado en la brasa del cigarro
y la pulsé con pasos que nadie me devuelve,
y le curvé un ramaje de cansancios.

Quiero pedirle ahora
que me devuelva todas las fragmentarias vidas
ejecutadas de minutos y de ocasos,
y el montón derrumbado de mi risa.

Ella supo llevarme hasta las albas
por la calle tendida de algún verso.

Iré a pedirle los marchitos años
y los cielos que hablaron su luz por mi balcón,
trastos viejos, gastados,
que nos roban y escurren las alcobas.

Carlos Mastronardi,Gualeguay, 1901- Buenos Aires, 1976
de Tierra amenecida, 1925

**
Mano a mano

Rechiflao en mi tristeza, hoy te evoca, y veo que has sido
en mi pobre vida paria sólo una buena mujer,
tu presencia de bacana puso calor en mi nido,
fuiste buena, consecuente, y yo sé que me has querido
como no quisiste a nadie, como no podrás querer.

Se dio el juego de remanye cuando vos, pobre percanta,
gambeteabas la pobreza en la casa de pensión;
hoy sos toda una bacana, la vida te ríe y canta,
los morlacos del otario los tirás a la marchanta
como juega el gato maula con el mísero ratón.

Hoy tenés el mate lleno de infelices ilusiones:
te engrupieron los otarios, las amigas, el gavión;
la milonga entre magnates con sus locas tentaciones
donde triunfan y claudican milongueras pretensiones
se te ha entrado muy adentro en el pobre corazón.

Nada debo agradecerte, mano a mano hemos quedado,
no me importa lo que has hecho, lo que hacés ni lo que harás;
los favores recibidos creo habértelos pagado
y si alguna deuda chica sin querer se me ha olvidado
en la cuenta del otario que tenés se le cargás.

Mientras tanto, que tus triunfos, pobres triunfos pasajeros,
sean una larga fila de riquezas y placer;
que el bacán que te acamala tenga pesos duraderos,
que te abrás en las paradas con cafishos milongueros,
y que digan los muchachos "Es una buena mujer".

Y mañana, cuando seas descolado mueble viejo
y no tengas esperanzas en el pobre corazón,
si precisás una ayuda, si te hace falta un consejo,
acordate de este amigo que ha de jugarse el pellejo
p'ayudarte en lo que pueda cuando llegue la ocasión.

Celedonio Esteban Flores, Buenos Aires, 1896-1947
de Chapaleando barro, 1929

Todos los poemas pertenecen a Otro río que pasa, Bajo la luna, Buenos Aires, 2010 y en este caso, fueron seleccionados por Javier Adúriz para 'Diez poemas de la década del 20'
imagen: s/d

martes, enero 18, 2011

henri michaux. la época más propicia para nacer y otros poemas


**
La época más propicia para nacer
no era
no es el presente

La Torre de la Muerte se eleva
ya se ve de todas partes
no tendrá igual

En un círculo, en un círculo inmensamente amplio
se terminan ciclos
Sin demora allí estarán las víctimas, presentes.
Simultaneidad siempre tan notable
de los sacrificados y de los armados.


**
Postura II

todavía acostado,
acostado, pero esta vez tenso
lo más tenso posible

el ser como en combate
en su fondo enterrado,
apuntalado
a la espera

Simultáneamente en el fondo de un triángulo
en lo más profundo de la punta de un triángulo
que se va adelgazando.
en movimiento en seguida
en un movimiento acelerado

yendo hacia atrás,
a toda marcha en el espacio que lo recibe
lo absorbe
lo engulle

a él mismo,
ser elástico
allí en esa figura simplificada
en conjunción con una inaudita fuerza balística
desconocida, sin medida, sin freno

sin
tregua

su expansión, su fortalecimiento
a una velocidad siempre creciente
de modo que en la confusión
de fuerzas nuevamente aparecidas
pareciera que, apuntando, él hace que todo arranque
y se proyecte
pero marcha atrás
marcha atrás siempre
MARCHA ATRÁS prodigiosamente

continuación de un simple ángulo
un rincón de su insignificante habitación
mirado fijamente sin apartarse
...forma que progresivamente se abstrae

Como apartado de allí
propulsado sin discreción
por una expansión cada vez más desmesurada
rápidamente más allá de todo horizonte
más allá de todo
en un espacio
como estelar
no obstante sin estrellas visibles
sin marcas en ninguna parte

en espacio...
espacios

bólido
cuyo motor no se percibe
sino tan solo su tracción que lo distancia
más,
que más y más lo distancia

después de años, de décadas
pensando en darle la espalda al entorno

aliado ahora con esa nueva fuerza sorprendente fruto de debilidad
movilidad mágicamente inserta en la inmovilidad del cuerpo

ya no en aspiraciones, ensueños
sino convertido en un ser-artefacto material
y que funciona
en su lugar, su verdadero lugar
para nada absurdo
transformado, triunfante

después de tantos desvíos, al fin...

Henri Michaux, Namur, 1899 - París, 1984
de Desplazamientos, desprendimientos (1985)
en Henri Michaux, Antología poética 1927-1986, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2002
Selección y traducción de Silvio Mattoni
imagen: Jackson Pollock

lunes, enero 17, 2011

sor juana inés de la cruz. prosigue el mismo asunto y determina...



Prosigue el mismo asunto, y determina que prevalezca la razón contra el gusto

Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.
Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.
Pero yo, por mejor partido, escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que, de quien no me quiere, vil despojo.

Juana de Asbaje y Ramírez,San Miguel Nepantla, ¿1648?-1695

sábado, enero 15, 2011

poesía argentina. resplandor extraño y casi triste y otros


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Hierba

Iba a cortarte pero me detuve.
¿Cómo impedir a Dios tu acercamiento?
Tus dueños son el sol, el agua, el viento,
las iluminaciones de la nube.

Vives de nada, así, como con tiento,
Mas a tu lado, se hincha, crece, sube
la vida vegetal, la vida en que hube
de ver tu savia y de sentir tu aliento.

Oh, hierba, que en lo bueno y en lo malo
hallas pureza idéntica y regalo.
Miro a mis pies el mundo a que has venido

de poca tierra y mansedad umbría.
En él hay todo lo que yo quería
para permanecer desconocido.

Horacio Rega Molina,San Nicolás, 1899- Capital Federal, 1957
de Sonetos con sentencia de muerte, 1940

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Corazón del Oeste

3
Como antes lloviznaba, como el canto
Que antes caía en lluvia y sal radiosa,
¡Ay!, la artería floral volcada en llanto
Muere amapola y muere mariposa.

Junto a las líneas de mi mano abierta
LLegas, amargo río, y te detienes.
Nave de soledad, balsa constante.
Qué solo árbol, qué cerrada puerta,
Qué piedra en muro y epitafio amante.
¡Ay!, lloviznaba el oro de tus sienes
En permanente litoral fragante.

Vicente Barbieri, Alberti, 1903- Buenos Aires, 1956
de Corazón del Oeste, 1941

**
Tarde de primavera o de otoño

Tarde de primavera o de otoño de principios de febrero?
Grillos en la limpidez llovida, tan pura que nos duele.
-Oh, Rimbaud frente al vacío apenas dorado, a la nada encantada e infinita,
resplandor extraño y casi triste de unas verdes presencias
que esperan el mensaje de los espíritus que volverán dentro de algunos momentos.

Dónde están los pájaros ahora?

En esta tarde recuerdo la otra.
Niebla luminosa sobre las fachadas, sobre el pasto, sobre los árboles, a las 4.
Una felicidad súbita e interior de un resplandor inmóvil como un ángel
que sonriera para nadie
apenas, muy apenas traspuesto el límite de la siesta de Enero.

Juan L. Ortíz,
de El álamo y el viento, 1947


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El amor
bello era trattare al quanto d'amore
Dante, Vita Nuova

Alberto Girri, Buenos Aires, 1919-1991
en Otro río que pasa y en este blog
I
III


***
Todos los poemas pertenecen a Otro río que pasa, Bajo la luna, Buenos Aires, 2010 y en este caso, fueron seleccionados por Jorge Aulicino para 'Diez poemas de la década del 40'
imagen: John Jude Palencar

viernes, enero 14, 2011

sor juana inés de la cruz. procura desmentir los elogios que a un retrato


Procura desmentir los elogios que a un retrato de la Poetisa inscribió la verdad, que llama pasión

Este, que ves, engaño colorido,
que del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;
éste, en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano artificio del cuidado,
es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:
es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

Juana de Asbaje y Ramírez,San Miguel Nepantla, ¿1648?-1695

lunes, enero 10, 2011

maría elena walsh. doña disparate


Doña Disparate

Doña Disparate,
nariz de batata,
se olvida, se olvida
de cómo se llama.

Se olvida el rodete
detrás de la puerta,
duerme que te duerme
cuando está despierta.

Se quita el zapato,
se pone el tranvía,
bebe la botella
cuando está vacía.

No sabe, no sabe
y aprieta el botón
para que haya luna
o se apague el sol.

Oye con el diente,
habla con la oreja,
con un cucharón
barre la vereda.

–¡Señor boticario,
véndame tornillos!
¡Señor verdulero,
hágame un vestido!

¡Guau!, dice el felpudo.
¡Miau!, dice la jarra.
¡Que yo soy el perro!
¡Que yo soy la gata!

Doña Disparate,
nariz de merengue,
se ”ecovica” digo
se equivoca siempre.

Juancito volador

Juancito quiere volar
sentado en un barrilete.
Sus amigos lo remontan
con su trompo y su bonete.

Se encuentra con una nube,
con una nube muy rubia,
que está bordando un pañuelo
con los hilos de la lluvia.

Juancito sigue volando
y se encuentra con el viento,
que tiene una capa verde
por afuera y por dentro.

Sube un poco más arriba
y se encuentra con la luna,
que está haciendo una empanada
de caramelo y azúcar.

Sube un poco más arriba
y se encuentra con el sol,
que tiene un palacio de oro
y está muerto de calor.

Encuentra muchas estrellas
que juegan a la escondida,
y a una palomita blanca
que en el cielo está perdida.

Los árboles lo saludan
cuando Juancito aterriza.
Sus amigos le dan tortas
y su mamá una paliza.


María Elena Walsh, Buenos Aires, 1930-2011
en Tutú Marambá, Luis Fariña Editor, Buenos Aires, 1966

extra

como la cigarra

Tantas veces me mataron
tantas veces me morí
sin embargo estoy aquí
resucitando.
Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal
porque me mató tan mal
y seguí cantando.

Tantas veces me borraron
tantas desaparecí
a mi propio entierro fui
sola y llorando.
Hice un nudo en el pañuelo
pero me olvidé después
que no era la última vez
y volví cantando.

Tantas veces te mataron
tantas resucitarás
tantas noches pasarás
desesperando.
A la hora del naufragio
y la de la oscuridad
alguien te rescatará
para ir cantando.

Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra
igual que sobreviente
que vuelve de la guerra.

sábado, enero 08, 2011

jorge aulicino. la clase



La clase

Desde las casuarinas en el jardín interno
y desde el clavel del aire sobre el emparrillado de madera
se desliza una sombra que cubre y abarca las paredes
de color desgastado, malva, una sombra
de antigua evocación, no tan antigua como lo que evoca,
y aun así, profunda, ahondándose en las líneas francesas
del edificio, sabiamente convivientes con la rusticidad pampeana:
distinguidos, rústicos ecos, de pasteles criollos y muebles importados
de una Versalles ya también extinta, componen finalmente
un concierto de grillos y mucamas, de almidón y yuyo, de naranjos:
de un sabor bilioso, de condescendencia sin objeto, de un cansancio.
La Revolución no había ocurrido nunca.
Francia era la cuna del art noveau, que aquí se metamorfoseaba en gótico.
Gótico de la capital de la pampa.
Ese hilo de oscuros entramados se extiende por las fachadas desde el barrio norte
a la Boca cuyas nieblas londinenses no huelen mejor que en Londres
cuando el Támesis no había sido despojado del barro de siglos de fajina portuaria.
Ese hilo que hila titanes, camafeos, borlas, búcaros
sobre edificios y casas de escaleras anchas en Barracas, en Montserrat, en San Telmo,
cubría interiores de cortinados, ceniceros de bronce, bibelots,
y hoy apretujados inquilinatos cuyas ventanas tapan cortinas verdosas.
Aquellas lámparas inglesas que alumbraban los desvelos
del patrón sobre sus papeles, incorruptas, se alzan en la casa.
El asiento del sillón de cuero está agrietado. Entre las casuarinas
el aire de verano levanta un olor ambiguo a pasto y excremento.
Alguien, en algún cuarto, habrá maldecido la lejanía de un hombro blanco.
Alguien se habrá masturbado, alguien murió.
La perplejidad de la clase abre la boca en la rugosidad de la pintura.
Perplejidad cuando lo de Vasena. Perplejidad cuando lo de los polacos mete bombas.
Había llegado Europa, había llegado el tren, la gorra, el abrigo arrugado.
Habían llegado los fantasmas que recorren, fantasmas de presente y pasado.
Había llegado la tinta roja, el gritón de la esquina, el verdulero, el hierro.
No te olvides de mí, de tu Gricel, el gramófono para el vals y también el opaco
brillo de Nabucco, el mundo fantasmal proletario encapsulado en la ópera.
Miro sobre estas paredes esa perplejidad augusta, pampeana, soberbia, ignara.
La compadezco, tiemblo por ella: un algo de difusa intimidad, de precapitalista cognición,
de orden del mundo, de eternidad fundada en los ganados, me repliega.
Cerca del emparrillado de madera, bajo las líneas francesas,
junto al olor de la casuarinas, canta el cantor en zapatillas
con huesuda voz aristocrática: vos sos
la ñata Pancracia... Han pasado cien años, un siglo, en el que cayeron
todas la líneas: la francesa, la inglesa, la italiana de posguerra.
Mis zapatos negros quizá delatan una estirpe distinta, canalla.
Y esta reunión como un rito se celebra sola, inadvertida, impensada.
Aquella sombra que me visita desde el aire del jardín trasero
se extiende en filigranas desde aquí a la Boca: a los edificios públicos dormidos
en la noche de sábado, a las terminales de tren, a los techos, las dársenas.
Su melancolía es pura.
El aire de fiesta estanciera la doblega.
Muere en mí, conmovida. Muere en el vaso perlado.
Muere en llanto de lo que no tuvimos, nunca, nada.

Jorge Aulicino, Buenos Aires, 1949
Inédito

viernes, enero 07, 2011

poesía argentina. cortázar, marechal, wilcock. de otro río que pasa. selección jorge aulicino


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Soneto

Esto es amor, oh caracol que aloja
la analecta sonora del pasado
y astuto en su recinto, ensimismado
reitera azul de mar y rosa roja.

El eco, ya, una flor que se deshoja
en perfume y color multiplicado-
Esto es amor, de nuevo marchitado
con la reiteración de cada hoja.

Y nunca menos solo y más seguro
por oscuro, por solo y asumido
-fidelidad del lirio a su color-

estatua leal, de espaldas al futuro
con un nombre infinito y repetido
de piedra y sueño y nada, esto es amor.

Julio Cortázar, Bruselas, 1914- París, 1984
de Salvo el crespúsculo, recopilación 1984-2009. El poema lleva la anotación siguiente: soneto petrarquista de los años cuarenta, tiempo en que la abstracción y la forma bastaban para la felicidad.


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Del amor navegante

Porque no está el Amado en el Amante
Ni el Amante reposa en el Amado,
Tiende amor su velamen castigado
Y afronta el ceño de la mar tonante.

Llora el Amor en su navío errante
Y la tormenta libra su cuidado,
Porque son dos: Amante desterrado
Y Amado con perfil de navegante.

Si fuesen uno, Amor no existiría
Ni llanto ni bajel ni lejanía,
Sino la beatitud de la azucena.

¡Oh amor sin remo, en la Unidad gozosa!
¡Oh círculo apretado de la rosa!
Con el número Dos nace la pena.

Leopoldo Marechal, Buenos Aires, 1900-1970
de Sonetos a Sophia, 1940


**

El augurio

Sentados sobre un muro de Troyanos
vieron pasar a Helena, sorprendidos,
en un barco de remos repetidos,
y con asombro unieron sus dos manos;

y en el cielo sus rápidos hermanos,
sobre el puerto de Ilión inadvertidos,
anunciaron desastres, y sonidos
de guerra, y otros barcos espartanos.

También al verte imaginé las furias
de una guerra fatal y prolongada,
llena de ardor, de encantos, y de injurias,

este asedio tan largo de los días
ya fue previsto en tu primer mirada,
ya me venciste cuando sonreías.

Juan Rodolfo Wilcock, Buenos Aires, 1919 - Lubriano, 1978
de Persecución de las musas menores, 1945

*** Todos los poemas pertenecen a Otro río que pasa, Bajo la luna, Buenos Aires, 2010 y en este caso, fueron seleccionados por Jorge Aulicino para 'Diez poemas de la década del 40'
imagen Angelicatas© – Scene with Odalisque(Oblivion), en uno de los nuestros

miércoles, enero 05, 2011

esta dicha de andar tan infelices...




**
Nada de historias

Ninguna solemnidad ningún corcel ningún futuro
ningún mapa ningún congreso de buscadores
de piojos ningún desayuno que no sea mortal
ninguna convalecencia de la opinión pública
ningún divorcio que no sea decretado por los amantes
ningún desembarco en tierra de ladrones
NINGÚN HOMBRE CON EL VIENTRE
ABIERTO DE UN TAJO TIENE INTERÉS
EN LA PERPETUACIÓN DE LA ESPECIE
Así que nada de historias ningún consuelo
ningún símbolo para el asco ningún pacto secreto
ningún receptor de televisión sintonizado
en mi reino no es de este mundo

Juan Antonio Vasco, Buenos Aires, 1924-1984
de Cambio de horario (1954)

**
El juego en que andamos

Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.

Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.

Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.

Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.


Juan Gelman, Buenos Aires, 1930
de El juego en que andamos (1956-1958)

**
Te miro

Me alzo
a la altura de tus ojos.
Crezco de a poco
en el silencio,
con el latido de mi sangre
y sobre el rumor de la piedra y el viento,
uno nuestras caras.
Busco nuestra pasión
en los cuerpos que vibran cerca
y que nos miran,
acá y en nuestro lecho.
Por la piel
a través de los muros y la sombra.

Miguel Ángel Bustos, Buenos Aires, 1933-1976
de Corazón de piel afuera (|959)



*** Todos los poemas pertenecen a Otro río que pasa, Bajo la luna, Buenos Aires, 2010 y en este caso, fueron seleccionados por Javier Cófreces para 'Diez poemas de la década del 50'
imagen: s/d

sábado, enero 01, 2011

carl sandburg. elecciones



Elecciones

Muchas cosas te ofrecen,
Yo solo unas pocas.
La luz de la luna en el juego de las fuentes a la noche
cuya agua brilla en somnolienta monotonía,
mujeres sonrientes de hombros desnudos y charlas
y un juego cruzado de amores y adulterios
y el temor a la muerte
Y el recuerdo de lo que se lamenta
Todo eso te ofrecen.
Yo traigo:
pan y sal
trabajo terriblemente duro
una guerra interminable;
Ven y toma ahora:
hambre,
peligro
y odio.

Carl Sandburg, Illinois, 1878- 1967
Versión de © Silvia Camerotto
De “The road and the end”, en Carl Sandburg, Selected Poems, Gramercy Books, New York, 1992
Imagen: s/d

Choices

They offer you many things,
I a few.
Moonlight on the play of fountains at night
With water sparkling a drowsy monotone,
Bare-shouldered, smiling women and talk
And a cross-play of loves and adulteries
And a fear of death
And a remembering of regrets
All this they offer you.
I come with:
salt and bread
a terrible job of work
and tireless war;
Come and have now:
hunger,
danger
and hate.